Capítulo XVIII: Tu eres igual que ella.

6.4K 273 9
                                    

Fiamma: 

6:00 pm

Sentada en las mesas del patio donde está en la piscina, esperando a Giacomo para irnos al parque, quiero salir, ver el mundo, siento que tengo que, aunque sea salir de esta mansión, quiero estar afuera y sentirme que de verdad no me he perdido de nada. Trato de no pensar en mi madre, pero simplemente no puedo, quiero verla, quiero ver si ya tuvo su cirugía y que está todo bien, quiero verla, no la juzgo porque ya estábamos en bancarrota y ella tomó esta decisión debido a las circunstancia.

Sale Beatriz, se acerca a mi.- Señorita-. La miro con atención.- El señor llegó y la está buscando-. Me levanto.

-De acuerdo-. Caminando, entro a la mansión, veo que tengo puesto una camisa cuello casi alto mostaza y un pantalón negro, con zapatillas beige, maquillada naturalmente y mi cabello suelto. Caminando por un pasillo escucho unas voces femeninas, primero no logro entender lo que dicen, luego escucho la voces de Cristina y Natasha diciendo:

-Ella tiene que desaparecer de aquí-. Me asomo.

-Si, ya no la soporto entonces no podemos estar con Giacomo, porque Giacomo la quiere a ella-. Dijo Cristina.

-Si, yo lo sé, pero ha que hacer una forma de que Giacomo pierda el interés por ella-. Parecen dos niñas peleando por una muñeca, en eso me uno a su conversación.

-¿De verdad?-. Mi risa es irónica.- ¿En serio ustedes se rebajan a tan nivel de que ni siquiera se valoran?-. Cristina me pone los ojos en blanco.- ¡Oye! Yo pensaba que las mujeres que se visten como celebridades se querían, se valoraban que eran segura de sí misma, pero por lo visto ustedes no-. Las dos cruzan los brazos en su pecho.

-Vete-. Ordenó Natasha.

-No, no me iré, oigan sé que ustedes se mueren por estar por Giacomo, sé que harían cualquier cosa por tenerlo en la cama y también sé que están enamorado de él...-. Me interrumpe Cristina.

-Si como si tu no lo estarás-. Me empujó. No sé si me sentimientos por Giacomo son de amor, porque hay varios sentimientos, algunos quieren dejarlo, y otros, simplemente no lo quieren dejar y esa es la parte que predomina, pero también me asusta. No contesté.- Viste, lo sabia-. Dijo gloriosa, más bien debe estar preocupada porque Giacomo solo me presta atención a mi y no a ellas.

-¿Y eso qué? Porque yo no duraré siendo el centro de Giacomo-. Les dije.

-Claro que si-. Dijo una voz masculina, es Giacomo.

-¿Cómo?-. Preguntó Natasha.

-Cristina y Natasha desde ahora esta chica-. Con un brazo me toma por la cintura empujándome hacia él.- Fiamma es mi novia y mi amante, ella es mi mujer así que si no les gusta se pueden ir, yo no las necesito-. Besa mi mejilla, veo las caras de rabia de las dos.- Ya tengo la que me gusta, la que me llena y la que amo-. Toma mi mentón, gira mi cabeza y me besa. 

Sé que esto sonará raro pero no quiero que se vayan ellas, porque si se van entonces ahí si se complicaría mi plan y tendría que posiblemente quedarme.

-Giacomo, no lo ves, que ella no está enamorada de ti-. Dice Cristina.

-Si, Fiamma está enamorada de mi-. Yo sólo veo al suelo, porque mis mejillas se sonrojaron

-Giacomo, ella está interesada en tu dinero nada más, ¿No ves que es una prostituta?-. Pongo mi cara de indignación, mi mandíbula cae.

-¡Oigan! Yo no soy ninguna prostituta, eso quiero que lo tenga bien claro, y ademas, yo lo quiero a él por como es, no por lo que produce-. Refuté. ¡Santa Mierda! ¿Qué acabo de decir? Por el rabillo de mi ojo Giacomo está sonriendo, que pena. Yo dije eso sin pensarlo, solo se me salió.- Giacomo ¿Ya nos podemos ir?-. Le pregunte.

-Si, vamonos-. Nos retiramos juntos, en toda la caminata, no podía ver a Giacomo, siento que me delaté inconscientemente.

Salimos de la mansión, caminamos por el camino hasta la puerta grande, ésta se abre, veo que están tres autos negros, con varios escoltas esperándonos, al llegar le abren la puerta a Giacomo.

-Adelante-. Entro al auto, me siento en los asientos traseros. Por fin aunque sea salgo de la mansión, tratando de no mirarlo, él me toma por el mentón.- Te divertirás-. Me besa.

-Gracias por hacer esto por mi-. Agradecí.

-Sabes que lo haría y más por ti-. Besa mi mejilla. Giacomo ha estado atento conmigo. Sonrió, y recuesto mi cabeza en su hombro. Siento sus ojos en mi.

-Giacomo-. Lo llamo, su atención se centra en mi.- ¿Tu nunca te has enamorado?-. No sé por qué pregunté eso, pero sólo quiero salir de las dudas. Hizo un gesto con su rostro muy sarcástico.

-Si, lo hice-. Pensaba que iba decir que no. 

-¿Y cómo era?-. Estoy muy cerca de su rostro, hablándole.

-No recuerdo bien, solo que ella se llamaba Elsa Lott, yo tenía 18 años y ella tenía 16, ella fue la primera chica del cual me enamoré tanto, nos hicimos novios, con ella fue que perdí la virginidad-. De pronto, él coloca su mano en mi pierna.- Ella era castaña, ojos de color marrones, delgada, era muy bella y nuestra relación también, hasta que terminamos porque se tuvo que ir para Londres y más nunca supe de ella-. Pongo mis piernas encima de la suya

-¿Y luego qué paso?-. Es interesante como el me habla, recordando su primer amor.

-Una amiga de mi padre se fijó en mi, ella tenía 29, me introdujo en este fetiche y bueno desde allí me gustó, pero nunca lo he hecho con Cristina y con Natasha, sólo lo he hecho contigo-. Sonreí.

-Bueno, ¿Sabes? ¿Todas ellas son rubias y bellas? ¿Y yo soy castaña?-. No sé que más preguntar.- ¿Por qué yo? Si sólo soy una chica normal-. A veces para mantener la conversación pregunto demasiado.

-Porque tu luces igual que Elsa, por eso es que cuando te conocí me gustaste, tu eres igual que ella-. Sonrió, nos besamos, sus manos están en mi rostro, bajan lentamente y aprieta suavemente mis senos, se detiene.- ¿No tienes brassier?-. Él frunce el ceño.

-No, no tengo-. Respondí con picardía.

-Y....¿Por qué?-. Mete la mano por debajo de mi casa, acaricia mi abdomen, sube un poco más y su mano roza la parte posterior de mis senos.

-Porque me quería sentir cómoda-. Giacomo está incrédulo y yo estoy calmada, él de pronto me besa con desesperación. Corté el beso, le doy una sonrisa y me acuesto en el asiento aún tenido mis piernas encima de su regazo. Veo al techo del auto, Giacomo sube mi camisa hasta mi pecho sin mostrar totalmente mis senos, sus manos se deslizan por todo mi torso, haciendo que mi piel se erice.- Al parecer te gustó saber que no tengo brassier-. Coloco mi mano encima de la suya que está acariciando mi abdomen.

-Me encanto saberlo-. Giacomo se inclina y deposita besos en mi abdomen, mi cuerpo responde a sus besos, tomo su rostro, luego siento que pasa su lengua también, él hace que me humedezca.

-Giacomo-. Logro decir con la voz entrecortada.

-Dime-. Sigue besando mi abdomen.

-Giacomo-. Su lengua se siente tan divina, muerdo mi labio inferior y arqueo mi espalda.- Giacomo, creo que deberías parar-. Mi respiración se acelera.

-¿Eso quieres?-. Succiona mi piel.

-No, no lo quiero, pero, si queremos salir creo que no podemos hacer esto ahora-. Dije, aprieta mis senos nuevamente.- Giacomo, detente, no lo podemos hacer aquí-. Tomo su cara y lo detengo.

-¿Por qué?-. Me cuestiona.

-Porque no estamos solos y además quiero ir al parque-. Giacomo me vuelve a besar, él hace esto para yo acceder, pero quiero ir al parque. Giacomo se detiene, se sienta, yo bajo mi camisa me siento, vuelvo a poner mis piernas en su regazo.- Tranquilo-. Agarro su mentón y giro su rostro.- Tendrás un incentivo cuando regresemos-. Él sonríe y me besa.

Siento que nos estamos tratando como una pareja normal y corriente, somos locos pero nos entendemos a la perfección, me gusta él, y puedo decir que estoy sintiendo amor por él. ¿Será que de verdad lo amor?...

$Vendida$Donde viven las historias. Descúbrelo ahora