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Hermione parpadeó saliendo de un sueño profundo. Después de un momento de pacífica tranquilidad, se dio cuenta de que no tenía idea de dónde estaba. La calma pacífica la dejó rápidamente sustituida por una sensación de malestar.

A pesar de su visión un poco borrosa, pudo distinguir una pared de color rosa pálido y un tocador antiguo a su derecha. Mirando hacia abajo, vio que su cuerpo estaba cubierto en una sábana floreada y estaba metida en una cama muy cómoda. Pero sentía su boca como si estuviera llena de algodón y todo le dolía. Fue un recordatorio de que había sobrevivido.

¿Sobreviví?

Un gemido escapó de sus labios. ¿En el nombre de Merlín dónde estaba? ¿No se suponía que había muerto? Lo último que recordaba era...

—¡La señorita está despierta! —chilló una voz haciendo que Hermione saltara y diera un pequeño grito.

—Oh, señorita lo siento —susurró la voz—.Sunny estaba emocionada. Sunny estará tranquila ahora.

Hermione miró a su alrededor y, finalmente, vio una pequeña elfina doméstica que había estado rondando a las afueras de su línea de visión. Ella empezó a hablar.

—¿Dónde estoy? —dijo con voz ronca.

—¡La señorita tiene preguntas! —­chilló feliz la elfina—.Le dijeron a Sunny que la señorita tendría preguntas. Sunny le conseguirá respuestas —Con un abrupto "POP", Sunny se había ido.

Hermione frunció el ceño. Por lo que ella sabía, casi había sido asesinada por Bellatrix en medio de la batalla final, de alguna manera había sido rescatada por los elfos domésticos, y llevada a una misteriosa y cómoda habitación. El pensar en Bellatrix le recordó, y se apresuró a comprobar sus heridas. Frunció el ceño de nuevo. Todas habían sido sanadas; sólo finas cicatrices rosadas marcaban donde habían estado. Sus ropas empapadas de sangre se habían ido y ahora ella estaba en un pijama de algodón suave.

—¿Qué demonios...? —murmuró ella luchando contra el mareo en su cabeza. Otro "POP" le hizo gritar de nuevo, estaba tensa. Esta vez, un viejo elfo doméstico la miró. Era increíblemente arrugado, pero llevaba una blanca y limpia funda de almohada, y tenía una expresión de sabiduría en el rostro.

—Bienvenida, señorita Granger —dijo el elfo. Hermione sintió una punzada de melancolía por Lucius. Él siempre solía llamarla así, ese hombre obstinado.

—Hola —dijo sin querer sonar desagradecida. Después de todo, por la razón que sea, parece que los elfos le habían salvado la vida —.Llámame Hermione, por favor. ¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre es Mirtu, señorita —dijo el elfo inclinando la cabeza hacia ella—.Mirtu piensa que la señorita se pregunta dónde está.

Hermione asintió con la cabeza. Por fin, algunas respuestas.

—La señorita está en la Casa Invisible. La señorita estará a salvo aquí hasta que se sienta mejor.

—Está bien... pero...

—Cuando la señorita esté más fuerte, hay té en el primer piso, y todas sus preguntas serán contestadas —dijo el elfo. Hermione frunció el ceño por tercera vez en pocos minutos. ¿Por qué todo el mundo estaba siendo tan impreciso? Necesitaba saber lo que estaba pasando. Necesitaba sanar y volver a la batalla. Había personas que contaban con ella.

—Bien —dijo sentándose en posición vertical con cierta dificultad y balanceando las piernas por el borde de la cama. El viejo elfo la miró alarmado—.Vamos. —Se puso de pie con rigidez y esperó a que el elfo dirigiera el camino. Si tenía que ir abajo para conseguir respuestas, entonces ahí es donde se iría.

ESTÁTICAWhere stories live. Discover now