Capítulo 3: Lo mejor para mí.

1.4K 139 59
                                    


Advertencia: Insinuación de disforia de género.

Gracias a Sthefynice por betear este capítulo, es un sol.

-

Capítulo 3: Lo mejor para mí.

Keith siempre se había sentido distinto, el profundo sentimiento de no pertenencia siempre reverberó como burbujas excitadas bajo su piel, una sensación casi animal.

Era la comparación más certera que podía hacer sobre sí mismo. Su nariz hipersensible captaba olores que otros parecían no percibir desde que era pequeño, de hecho, el único recuerdo que Keith tenía de su madre era su olor, lechoso y dulce, una esencia que lo abrigaba con calor y rabia cada que volvía a él. Sí eso no era animal, entonces no sabía que lo era.

También se sintió estúpidamente territorial alrededor de sus cosas y sus seres queridos. Los cuales se resumían a su cuchillo, el viejo aerodeslizador de su padre y Shiro. Una vez hubiera mudado todos sus dientes, comprobó que las "101 peculiaridades de Keith", se aplicaban a sus afilados dientes caninos.

En el orfanato tampoco dejaron pasar las peculiaridades de Keith, y al cabo de un año, perdió la cuenta de con cuántos niños se había peleado cada vez que lo llamaron "cara de niñita".

"Niñita" no era algo malo, por lo que podía ver, pero lo hacían escuchar como algo malo. Y Keith lo odiaba, realmente lo odiaba.

Así que Keith se dijo que si necesitaba ser rudo para que lo dejaran de llamar "niñita", pues así lo haría.

Estaba convencido de que lo suyo era mera apariencia física, la androgeneidad de la niñez, que se arreglaría con los años. Pero una vez le hicieran las pruebas pertinentes de condición física para entrar a Garrison, Shiro y él comprobaron que algo definitivamente iba mal con Keith. No esperaban recibir noticias de los resultados hasta después de una semana, pero esa misma noche, un exaltado galeno les rogó por video llamada que estuvieran a primera hora en su consultorio privado de la clínica.

Fue a las siete de la mañana, cuando ni siquiera el edificio estaba abierto al paso público, que el más variopinto equipo de profesionales le expuso en una sala que se hacía estrecha por la cantidad de personas, el conjunto de supuestas malformaciones internas que Keith manifestaba.

El informe decía que le faltaban al menos dos pares de órganos, siendo uno de ellos un importante componente de su sistema endocrino. A cambio le sobraban tres órganos completamente desconocidos por la ciencia y su sistema reproductor era, en pocas palabras, un rompecabezas absurdo y teóricamente afuncional, en palabras textuales de un excitado profesional.

Había músculos donde se suponía no debía haber, extrañas estructuras ajenas a la compresión humana y en verdad poco, muy poco, estrictamente humano.

—A pesar de sus aparentes caracteres secundarios masculinos, lo que en lo mejor de los casos podríamos llamar próstata, está recubierta de tejido uterino y los incipientes testículos están fusionados en un conducto con características insipientes a las trompas de Falopio. Hay incluso un conducto primario que podría estar conectado a la apertura rectal cuya funcionalidad no sabríamos precisar sin estudios más detallados. Ni siquiera estamos seguros de que sea un- —el médico paró de hablar, sus dedos temblorosos sostenía el informe médico con vacilación, y su mirada nerviosa pasó de la tomografía coronal del abdomen de Keith, vibrante por sus colores en el holoreproductor, al verdadero Keith, pequeño y apretado a la gran figura de Shiro—-ya sabe, un varón.

Excepto a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora