1.

1.4K 34 3
                                    


-¿Algo más, Señor Cepeda? -Dijo Lidia con cierto nerviosismo.

-Manda los documentos que te he dado, antes hazles un duplicado y tráemelo cuando esté listo. Retírese, por favor.

Lidia se marchó rápidamente. El día de Luis había empezado temprano y todos en la oficina comenzaron a notarlo. Paula se había despertado con nauseas y tuvo que llevarla a urgencias. Anoche con el papeleo se acostó a las tres de la mañana y las dos horas de sueño que llevaba encima no eran suficientes.

Los ojos se le cerraban solos, pero aún tenía que terminar trabajo. Y llamar a Ana.

-Hola Ana, ¿cómo sigue Paula? Pasame con ella. -No dejó siquiera contestar a la canaria cuando ya estaba dando órdenes.- Hola cariño, ¿cómo estás? -la voz le había cambiado y ahora tenía una sonrisa en la cara- ¿de verdad? Eso es genial, preciosa. Hoy espero poder llegar antes a casa. ¿Qué? Hija, no es fácil conseguir una... Lo se, te lo he prometido. Escucha, ve y descansa e iré antes hoy. Lo prometo... No se si hoy, pero algún día. Adiós, te quiero.-Colgó.

Se levantó de su silla. Paula se lo estaba poniendo difícil. 

"Me habías prometido una mamá y aún no la tengo"

Paula era como Luis. No paraba hasta conseguir lo que quería y no aceptaba un no como respuesta. Era pequeña, castaña y con rizos en su pelo. Pero sus ojos eran como los de Graciela.

Se tapó la cara.

-Dios, ¿por qué no estás aquí?

Luis recordaba su sonrisa perfectamente. No había un solo día en el que no pensara en ella.

Solo habían pasado cuatro años desde su muerte. Luis tenía 24 y ella 21. Era demasiado joven. Luis no solía hablar de su muerte. Le dolía demasiado. 

Pero tenía a Paula, su única esperanza. Y poco a poco se le estaba yendo.

Cogió el teléfono rápidamente.

-Lidia, ¿podrías llamar a Roi y decirle que venga ya mismo al edificio?

Siguió con su papeleo hasta que el gallego entró al despacho, dándole un abrazo de bienvenida.

-No se que hacer, tío. Normalmente me ocupo bien de las preguntas que hace, pero ahora no para de buscar una madre.

-Cepeda, no te preocupes que seguro que se le pasa pronto- Dijo sonriendo. Pero a Luis no le hizo ninguna gracia su respuesta.

-¿Cómo esperas que a mi hija se le pase el no tener una madre? Que todos los niños en el parque y en la escuela van corriendo a las suyas y ella no puede, Roi. Se me está yendo de las manos.

-Luis- Se puso serio- Lo que Paula necesita es una madre, una que esté siempre ahí. ¿Cómo vas a encontrar una mujer que se ocupe de tu hija como si fuese suya si no lo es? 

Luis suspiró.

-Puedo buscar una canguro, una que no sea Ana, que es como su tía.

Roi suspiró.- Pero eso sigue sin ser una madre, Cepeda. Podrías intentar pasar página y buscarte una mujer que te quiera y que acepte a Paula, eso es lo más cerca que va a estar de tener una madre.

Cepeda asintió, pero no lo hacía en serio. ¿Cómo iba a pasar página? No podía abandonar a Graciela, no otra vez.

-Tengo que terminar el trabajo. Gracias.- Y sin más volvió a los papeles, ignorando la presencia del gallego y cerrándose.

Roi se fue y Luis se puso a pensar en cómo se conocieron. Fue en el instituto. Roi le conocía tanto como para saber que si no te conocía no tendría una conversación con algo más de cincuenta palabras. Pero así lo compró.

Luis Cepeda tenía demasiado trabajo, cosas que leer y papeles que firmar. Normalmente salía a las tres, así que intentaría llegar a las dos como muy tarde.

Apenas eran las 10:15 de la mañana. Luis tenía mucho trabajo, pero poca prisa. Ventajas de ser el jefe. Sin quererlo demasiado comenzó a buscar canguros por Madrid, no pensaba pasar página y era la única opción que se le ocurría para calmar a Paula. Encontró una página en internet y comenzó a buscar chicas. 

Necesitaba alguien confiable, que compartiera gustos con Paula. Luis comenzó a poner algunas características en el buscador y aparecieron cientos de fotos de chicas. 

A todas les encontraba algún defecto, algo que no encajara con su hija. Hasta que vio su foto. Aitana Ocaña. 18 años. Soltera, sin hijos y con salud estable. Y además, le parecía conocida. 

La chica tenía una sonrisa preciosa, era castaña, tenía flequillo y los ojos verdes. Era lo que buscaba. Hasta que volvió a leer la edad. Dieciocho años. Diez menos que Luis y catorce más que Paula.

Pero quizás ese fuese el recordatorio que necesitaba para que Paula asimilara que su madre se había ido y al mismo tiempo viese una figura materna a su lado.

Sin pensarlo más marcó el número y rápidamente una dulce voz le contestó.

-Hola, ¿Aitana Ocaña?- suspiró- Soy Luis Cepeda, estoy interesado en tus servicios como canguro.


¡Hola! Esta es la primera historia que publico y la verdad es que no se que decir en estos casos, si queréis podríais decirme lo que os ha parecido o si hay algún error, me haría muchísima ilusión. Gracias por leerme y jo, subiré mañana o pasado el siguiente capítulo, que este fue muy cortito.

Besos.

Pídeme la vida | AitedaWhere stories live. Discover now