day one ;;

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   No importaba cuanto tiempo pasase, el vasto cielo despejado de la mañana no se podía comparar a la fuerte tormenta que hacía ahora el cual no tenía intención de parar hasta el anochecer, aunque el peli blanco de puntas celestes dudaba que para entonces la tormenta cesaría.

      – Realmente no parara de llover en un rato, ¿verdad? – preguntó el castaño de ojos esmeraldas al contrario con cierto gesto de preocupación mientras se le veía recargado en la pared contemplando la tormenta ya mencionada

      – Al parecer, no.

   Ante esto, Sorey soltó un suspiro pesado.

      – Espero que los demás se encuentren bien...

   Antes de que empezara la tormenta, los compañeros del pastor -e incluyendo a este mismo- decidieron separarse para así cubrir más terreno y descubrir cuántas criaturas creadas por la malicia habían y que precauciones debían de tomar. Al recordar mejor esto Mikleo se acercó más a Sorey para apoyar su mano en el hombro ajeno y mostrar una tenue curva en sus labios.

     – Seguramente lo están, son lo bastante fuertes para cuidarse de sí mismos, a demás que están juntos, no será problema para ellos. – al reflexionar las palabras antes dichas por su compañero le correspondió la misma sonrisa que lo caracterizaba.

     – Tienes razón. Mañana por la mañana los buscaremos

     – De acuerdo. – Le dedico una última sonrisa para después volverse hacia la fogata mientras se hacía un rincón sentandose en la manta que tenían por sí debían de dormir en el suelo – Te resfriaras si te quedas ahí, acércate.

     – Ah, lo siento – El castaño se dirigió hacia el peliblanco sentándose junto con éste frotando sus manos para así sentir más el calor de las llamas, incluyendo que, inconscientemente, se juntó más hacia el cuerpo del serafín debido a la calidez que había en sí.

     – Te dije que podrías resfriarte

     – No, no es eso, es solo que Mikleo es cálido, es todo – Sin saber por qué, el serafín se avergonzó mostrándolo con un leve sonrojo.

     – No es verdad.

     – Si lo es~ – Mikleo volvió su vista en dirección contraria a la de Sorey. – Por favor, ¿puedo estar así? por favor~

   Con un suspiro de resignación el joven serafín asintió mostrando una media sonrisa en los labios a lo que el castaño respondió por sonreír y abrazarlo, ante tal acción causó que ambos recordasen y hablasen entre ellos recuerdos de cuando eran niños, explorando ruinas, jugando debajo de la lluvia, leyendo libros por las noches...
  Cada uno de esos recuerdos no podrían ser olvidados. No serían capaces de hacerlo.

     – No estarás pensando en salir ahora ¿cierto? – Preguntó Mikleo frunciendo levemente el ceño.

     – No, ¿por qué?

     – Aún sigues mirando la lluvia...

     – Ah... – Alzó su mano a la cabeza sacudiendo su cabello mostrándose algo sonrosado en sus mejillas – Simplemente recordaba aquella vez de niño al resfriarme después de jugar de más cuando llovía, esa noche no dormí bien

     – El abuelo se había enfadado con nosotros por no llegar antes de que lloviera – prosiguió sonriendo con calidez para luego reír levemente  – Me sentí culpable de verte enfermo, no dejaba de llorar. Así que había decidido quedarme junto a ti cuidándote.

     – Y a pesar del tiempo aún sigues cuidando de mi y ahora a los demás

     – Nos protegemos entre nosotros. Eso no cambiará fácilmente.

   El castaño parpadeo un par de veces hasta bostezar y estirarse, era lógico que estuviera cansado, había sido un día largo, incluyendo al peliblanco que igual se le veía igual de agotado.

     – Supongo que ya es hora de dormir~, si quieres acercarte está bien, de todas formas sigue haciendo frío

   Extrañamente, el corazón de Mikleo comenzó a latir con rapidez ante la cortesía de Sorey. Pero aun así le sonrío.

     – Está bien.

   Los dos ya se encontraban acostados sobre la manta, Mikleo inclinó levemente su cabeza hacia el pecho de Sorey a lo que claramente podía escuchar sus latidos. Mikleo se volteó hacia el rostro del nombrado quien ya se encontraba perdidamente dormido. Sería difícil despertarlo al verlo de esa manera.
   Sin más el peliblanco volvió a recostarse sobre el mismo lugar de antes, no había entendido el por qué su corazón latió de esa manera al pensar dicho escenario, ya lo habían hecho antes y no había nada extraño para provocarlo así. Sacudió su cabeza y cerró sus ojos intentando descansar, seguramente sería su imaginación y el sueño que tenía, para mañana todo estaría bien.

   Sin duda alguna, no había manera de poder olvidar aquellos bellos momentos junto con Sorey. Era impensable que ocurriese.

思い出; sormik week 2018Where stories live. Discover now