day five ;;

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     – Sigo insistiendo que la chica solo quería ser amable en regalarnos aquel cesto lleno de manzanas.

     – A mi no me daba confianza, ¿y si ella estaba esperando en que cayéramos en una posible trampa? ¿que hubiera sido de nosotros en ese momento? – Reprochó Mikleo a Sorey con un tono más firme al que acostumbraba tener.

     – A penas había salido de una tienda...

     – ¿Y cómo podías saber si en realidad trabajaba en dicha tienda? Las apariencias engañan

     – Buen punto.

   A decir verdad, Mikleo no sabía si decía lo correcto; aquella muchacha no parecía tener malas intenciones hacia ninguno de los dos, es más, ni siquiera podía percibir algún tipo de malicia en su ser. Era alguien aparentemente pura en aquel sentido.
   Igual se debía de tomar precauciones, en especial cuando se le había acercado tan repentinamente a Sorey, no era extraño que la mayoría no podía apreciar a la vista un serafín, pero igualmente Mikleo le fue imposible evitar en advertirle disimuladamente al pastor de aquel gesto.
   Ahora que lo pensaba bien, esa señal no sólo podía tratarse de un simple sentido de protección y cuidado. Estaba celoso. Y lo más extraño de esto era que también le tuvo cierta envidia, obviamente sin tener ese toque maligno.

   En verdad deseaba saber qué le ocurría últimamente...

     – En fin, ¿te parece si buscamos los textos aquí? – Sorey interrumpió los pensamientos de el serafín señalando un parque no tan rebosante de gente como se le podía ver últimamente.

     – ¿El parque?

     – Sip

     – ¿Que no decías que la posada sería mejor?

     – Es cierto, pero la luz en estos sitios se puede observar todo con mejor detalle

     – Ah...

     – ¿Y qué dices?

     – Supongo que estaría bien...

     – Muy bien, andando~

     – Ya voy, ya voy

   Los párrafos que tanto buscaban no les fue tan complicado de encontrar, les sobró tanto el tiempo que inclusive decidieron conversar como si nada sobre el asunto de la joven anteriormente comentada hubiese pasado, para Sorey no le pareció nada de otro mundo pero en cambio Mikleo no podía dejarlo así como así tan rápido, no sabía qué hacer.

     – Sorey. – Llamó Mikleo sin tener respuesta alguna – ¿Sorey?...

   El mencionado ya hacía profundamente dormido con algunos cuantos libros, libretas y hojas estando a su alrededor como si fuese algo insignificante. El de ojos amatistas no pudo contener un pequeño suspiro de resignación mientras recogía lo que esté contenía hacia sus alrededores

   « Debería considerar si este tipo de relajación es lo que hace dormir a Sorey, tal vez por ello haya dejado algo más que deba checar antes de irnos. »

   De aquel pensamiento no había nada del que preocuparse por acabar, si no fuera por algunas hojas sueltas por ordenar todo la parte de Sorey estaba hecha.
   Con el máximo cuidado que le fue posible Mikleo recogió el libro que el castaño  llevaba en pecho, observó por última vez su rostro por si casualmente lo hubiera hecho despertar, cosa la cual no ocurrió. Al leer lo que había en dichas páginas un tanto amarillentas por el pasar de años aquella sensación danzante en el pecho se volvió más que presente para Mikleo.

   Desde que podía recordar no había leído romance como tal, de no ser por haber revisado una vez un libro del género cuando era más joven, a penas esto había sido un párrafo y lo dejo para seguir buscando algo más con que entretenerse. Y extrañamente, los párrafos que habían en algunas páginas le recordaban lo que había estado experimentando por todos estos días.

     – ¿Realmente... lo encontré? – En un débil susurro cerró el libro tratando de no ser tan desconsiderado por despertar a Sorey, dejó el objeto junto con los demás escritos y anotaciones hacia un lado volviéndose junto al castaño. Sin duda alguna no se despertará por un buen rato.

   « Estoy loco por tan solo pensarlo... »

   La cálida respiración de Sorey no hacía más que intranquilizar al serafín quien ya hacía acariciando la mejilla derecha del mencionado.

   « ...Sorey, lo siento »

   Fue tenue y corto, casi insignificante, pero era mucho para el confundido Mikleo quien le había dado un tierno beso al pastor quien seguía sin inmutarse de su sueño, algo que fue parte de lo que alegró al serafín, no podía imaginarse la expresión de Sorey ante tal acción por su parte.
   La otra parte causa de su alegría, era aquel mismo descubrimiento antes ignorada, y ahora estaba más presente de él que nunca lo había estado.

   Aquella neblina que revelaba lo que parecía ser inexistente se había ido. Lo amaba, simplemente amaba a Sorey

思い出; sormik week 2018Where stories live. Discover now