day four ;;

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Tan pronto como llegó al cuarto de la posada Mikleo cerró tras de sí la puerta de roble, se recargó de espaldas en esta un poco tembloroso de sus brazos a lo que llevó una de estas hacia su pecho mientras hacía lo mejor posible para tranquilizar su respiración siendo obvio que estaba un tanto agitado después de correr en dirección de la habitación que compartía con Sorey.
   A lo lejos de la ventana donde estaba frente del serafín pudo distinguir que su rostro ardía en carmesí, le fue fácil distinguirlo ya que gran parte del cielo fue cubierto por las nubes grisáceas que aparentemente amenazaban con llover. El reflejo de este seguía mostrando su sonrojo perfectamente aún estando lejos, a su vez el corazón de Mikleo seguía palpitando con fuerza. Y esta vez no era por el cansancio de haber corrido.

   El causante de ello era el propio pastor.

   Había estado muy cerca de su rostro.

   Tan cerca que pudo sentir su respiración.

   No era su intención, en lo absoluto. Simplemente le había agradecido de ofrecerse a traer un poco de té para pasar la tarde y así ver la mañana pasar antes de partir nuevamente con los demás serafines quienes se estaban preparando para seguir explorando sitios diferentes y acabar así la malicia habitada en los sitios y ciudades existentes.

   Entonces, ¿por qué?

   ¿Por qué había reaccionado de esa manera tan extraña ante tal gesto? No era lógico.

   El serafín sacudió su cabeza como un último intento para sacar cualquier conclusión incorrecta que intentaba invadir en su mente. Llevo parte de su cabello blanquecino con detalles azulados en las puntas revelando la joya dorada con una gema celeste en el centro que siempre llevaba consigo para nuevamente dejar caer el fleco tapando aquel detalle del muchacho.

   Respiro lo más hondo que pudo y exhalo sonoramente. Tenía que calmarse si o si, levantó su vista y empezó a buscar lo que haría falta para hacer dicho té, además de que esto le serviría para despejar su mente un poco más rápido cuidando de no hacer un desastre al intentarlo, y sin darse cuenta del tiempo logró hacer el té sin ningún tipo de distracción. Al dirigirse nuevamente con el pastor un pequeño choque contra Edna detuvo su caminar.

     – A la siguiente ten cuidado por donde vas, Meebo.

     – No-no me digas Meebo – Edna miró con detalle el rostro ajeno arrugando su entrecejo con levedad.

     – ¿Hm? ¿Por que tu rostro está más rojo de lo normal?

     – Debe ser imaginación tuya, estoy perfectamente bien.

     – ... Si, supongamos que es así~ – Edna siguió su camino hasta frenar su caminar estando detrás de Mikleo sin volverse atrás – Por cierto, trata de no demorarte tanto, tendremos que marcharnos en la tarde

     – Eso lo se bien

     – Quería recordártelo, nos vemos Meebo~

     – Nos vemos... – Sacudió su cabeza en señal de negación, no tenía tiempo de discutir con la pequeña. Al salir de la posada busco con la mirada al pastor sin costarle demasiado esfuerzo puesto a que estaba cerca de un árbol, posiblemente para alejarse lo más posible de la tormenta que se percibirá en cualquier momento.

     – Mikleo~ – Respondió el pastor a la llegada del Serafín mientras este se posaba a su lado dándole el té que quería

     – Aquí tienes

     – Gracias – Le dio un largo sorbo a la taza, sus manos estaban frías. El serafín había percibido ello al suave pero leve contacto con las manos de Sorey. – Al parecer en un rato más comenzará a llover.

     – Nos dificultará seguir con nuestro camino si es así

     – Podríamos esperar un poco más si en realidad esa es una probabilidad que pase

     – Podría servir, aún tenemos tiempo para comprobarlo

     – Si... – El castaño miró de reojo al de ojos amatista quien aún tenía ese toque rosado de sus mejillas, preocupado acercó su mano a la mejilla izquierda mientras éste sorprendido comenzaba a estar inquieto – Mikleo, ¿te encuentras bien?

     – C-claramente lo estoy, ¿porque?

     – Estas rojo, ¿estás seguro de que no te sientes mal?

     – No, no, no, para nada. Debió haber sido el té.., sí, fue eso. – Mikleo sostuvo su mano con la del pastor que aún posaba en su mejilla. No se atrevía a verlo a los ojos, sentía que si lo haría descubriría lo que en verdad le hacía comportarse así.

– ¿Mikleo?

– ¿Si?

Sorey le sonrió con calidez.

– Tienes unos ojos muy lindos~

« Esto en verdad es un problema... » Pensó Mikleo volviendo a sentir su corazón bailar ante tal cumplido. Y cada vez que pasaba sonreía y fingía que no pasaba nada. Y esta vez no fue la excepción. « Haha... en serio detesto el no saber que me ocurre. »

– Gracias.

– No es nada. – Junto con Mikleo separó su agarre de la colorada mejilla del mencionado tomando la ya vacía taza que tenía con la suya – Oh, al parecer fue falsa alarma. El cielo está despejado

– Le diremos a los demás qué podemos irnos sin problemas

– Exacto, vamos

Al dirigirse donde los serafines estaban una sonrisa se asomó en Mikleo mientras pasaba sus dedos en donde había estado el calor de Sorey.

Muy pronto intentaría descubrir lo que en realidad causaba la cálida sensación que Sorey le hacía a su corazón.

思い出; sormik week 2018Where stories live. Discover now