Capítulo 41

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   Exactamente ahora, me encontraba bajando del avión, pisando suelo español. Viajé a Galicia con Carl, esta vez nos tocaba llevar a un diseñador a un desfile. El viaje duraría una semana, creo que me vendrá bien para despejarme. Ya pasó una semana de la fiesta de la empresa y no he hablado con Nicolás desde entonces. No quería explicaciones sobre esa chica, no las necesitaba. Aunque lo extraño, me sentía sumamente rara al entrar al empresa y voltearle la cara, fingiendo estar enojada cuando, en realidad, moría por hablarle.

   — Ginny, el taxi nos está esperando —habla Carl detrás de mí, sacándome de mi nube de pensamientos.

   — Sí, lo sé —tomo mis maletas y camino hacia el vehículo.

   Al conocer al Carl, creí que seríamos buenos amigos, pero ahora me doy cuenta de que no fue así. Las cosas se fueron por la borda cuando supe la verdad sobre Elizabeth, cuando supe quién era realemente. Desde ese día supe que sería mejor mantenerme alejada, sin mucho afecto entre medio, simplemente una relación de trabajo.

   Una vez que llegamos al hotel, por lo único que me preocupo es por guardar mi ropa en el armario. No podía sacar de mi cabeza la palabra: dormir. No veía la hora de terminar y dormir un par de horas. La cama era compartida, como cuando viajaba con Nicolás, por lo que dormiré en el sofá, a menos que Carl se oponga.

   — Oye, dormiré en el sofá, si no te importa —habla haciéndome temer que leyera mis pensamientos.

   — ¿Estás seguro? Porque puedo dormir ahí si tú no quieres —señalo el sofá.

   — Por favor, insisto —sonríe.

   — Bien, gracias —digo mientras doblaba una remera dentro del armario.

   Al terminar de doblar la ropa, el sueño se habia disipado por completo. Ya no tenía como prioridad dormir, sino que como una opción. Creo que recorrer la ciudad era una buena opción si quería disipar mi cabeza y mantenerme alejada de Carl.

   Entro al baño y salgo luego de un largo rato vestida con un jean rosa y una blusa celeste.

   — Carl. . . Saldré un rato —hablo mientras lo veía caminar hacia el baño.

   — Diviértete —sonríe cerrando la puerta del baño.

   Esto fue más fácil de lo que pensé. Carl era un sujeto fácil cuando se lo proponía. Creo que será mejor que salga antes de que cambie de opinión.

   Me pongo una bufanda en mi cuello y tomo mi celular de arriba de la mesita de noche. Camino hacia la puerta, saliendo lo más rápido posible de allí.

   El clima estaba frío, pero el sol brillaba con fuerza. Los pájaros pasaban revoloteando sobre mí y ma gente paseaba conversando y riendo. Era tal la felicidad de la gente que, por un momento, me deprimí de pensar lo sóla que me encontraba.

   ¿Qué más da? Mejor comienzo a recorrer antes que se me haga de noche. Galicia era muy bella, sobre todo de día.

   Luego de recorrer la mayor parte del centro de la cuidad, tomo asiento en un banco de madera que estaba desocupado, en una plaza llena de juegos y niños corriendo.

   — Disculpe, señorita, ¿podría indicarme qué hora es? —se me acerca un hombre de apariencia joven. Llevaba una remera roja, un jean azul claro y zapatillas blancas.

   — Sí, aguarde un segundo —me pongo de pie para poder sacar el celular del bolsillo de mi jean—. Son las seis y. . . —mis palabras son interrumpidas por el hombre, quien me saca el celular bruscamente de la mano.

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