Capítulo 61

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   — ¡Vamos! ¡Apresúrate! —gritaba mi amiga sentada frente al tocador, dándole los últimos retoques a su maquillaje.

   — Voy —grito saliendo del baño que estaba dentro de la habitación de Samanta. Esta noche Andrew fue con Nicolás, por lo que no había problema si salía casi desnuda del baño, ya que con Samanta nuestra amistad siempre fue así.

   — ¿Cómo estoy? —pregunta poniéndose de pie.

   La observo, estaba bastante bella con ese vestido azul corto y esos zapatos plateados. Mi amiga tiene buen ojo para la moda y siempre todo le quedaba bien.

   — Quizás debería ponerme este otro vestido. . . —habla sacando un vestido negro del armario.

   — No, así estás perfecta —la detengo.

   — Bien, gracias —sonríe guardando el vestido—. ¿Tú qué te pondrás?

   — No lo sé, ahora veo lo que hay en mi bolso —alzo los hombros mientras peinaba mis cabellos.

   — Nada de eso, ven —me para frente al armario y saca de allí un vestido rojo, corto hasta mis muslos que, sinceramente, parecía un camisón—. Te quedará divino.

   — No creo que. . .

   — Yo sí lo creo, te quedará divino —me interrumpe.

   Me entrega el vestido, por lo que solo me quedaba agarrarlo y ponérmelo.

   — ¿Así está bien? —salgo del baño con el vestido que apenas tapaba mi trasero, era suelto y el escote era leve.

   — Perfecta, vamos —ambas salimos de la habitación.

   Una vez que llegamos al living, guardo el celular en una cartera de sobre dorada. El timbre suena, avisando que las amigas de Samanta estaban allí.

   — Bien, ellas son Karen, Polly y Terry —me las presenta Samanta—. Chicas, ella es mi mejor amiga, Ginebra.

   — Hola —las saludo con timidez.

   — ¡Cielos! Samanta siempre nos habla de ti —exclama Polly, quien vestía elegantemente un vestido amarillo.

   — Créele, habla todo el tiempo —agrega Terry llevando sus cabellos rubios detrás de sus orejas.

   — Ya verás, esta será una despedida inolvidable —grita Karen tomando mi mano y sacándome de la casa de Samanta.

   — ¡Oye, espera! —gritó Samanta corriendo tras nosotras.

   Karen y Terry suben en la parte delantera del auto, Karen conducía y Terry hablaba sobre diversos temas. Polly, Samanta y yo veníamos detrás, riéndonos de las ocurrencias de Terry.

   La verdad es que son tres chicas bastante agradables. Karen parecía la mayor, con unos treinta años, y la más seria de todas. Con sus cabellos castaños y sus ojos verdad, creo que debería tener una fila de chicos detrás de ella; además su carácter la ayuda en mucho. Polly podría haber tenido la misma edad que yo, sus cabellos oscuros y sus ojos color miel le daban un toque único. Y queda Terry, ¿qué decir de ella? Creo que, por el rostro y su forma de ser, debe tener veinticinco años; sus cabellos rubios y sus ojos celestes la hacen ver aniñada.

   — Te explico como es nuestro sistema —habla Terry—, solamente nos embriagamos hasta perder la conciencia.

   — No seas tonta —la reta Karen—. ¿Sabes? Tienes cara de ser una chica buena, no dejes que esta tonta te deje como ella —ríe al sentir el codazo de su amiga en la costilla.

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