2. No olvidar

475 38 7
                                    

Cualquiera que viera aquella expresión llena de inquietud en el hombre italiano, pensarían que es por el hecho de que no le agradaba para nada en ver a su querida hermana entre tanto sollozo y las lágrimas inundando sus ojos y mejillas. Sin embargo, Michele lo que menos pensaba en esos momentos era en si su hermana estaba bien, aunque ni siquiera se molestó en mirarla para comprobar que la verdad era que obviamente no se encontraba bien.

Al igual que él.

Se sentía muy mal. No podía despejar ese sentimiento tan erróneo que comenzó a crecer luego de saber la noticia que su melliza le informó por vía telefónica. El sentimiento de culpa que había comenzado la noche anterior, justamente después de que el checo saliera de su habitación, estaba creciendo mucho más, combinándolo con la pequeña angustia y la desesperación que trataba de no soltar.

Por lo menos no ahora que se encontraba en el taxi con Sara en camino al hospital en la cual le habían informado que trasladaron a Emil de inmediato. Por el momento, se encontraba abrazando a la chica para tranquilizarla un poco, aunque no podía acompañar los brazos de consuelo con algunas palabras que acostumbraba a decirle cada vez que pasaban este tipo de situaciones. Ni siquiera quedaban en la punta de la lengua.

Fue casi eterno el camino hacia el hospital; sin contar que hubo un leve momento que se les atravesaron el tráfico. Cuando el taxi se detuvo, Michele se calmó lo suficiente para no arrojar el dinero al chofer por la abrumación. Salió casi volando junto a Sara del vehículo y entraron al lugar.

En primeras se encontraron a Seung-Gil. Michele se contuvo las ganas de reprochar al ver como la chica se lanzaba a los brazos del asiático, acompañado de unas palabras de agradecimiento. Supuso que había sido él quien estaba con Emil cuando ocurrió el accidente.

—¿Que han dicho sobre él? —Preguntó la italiana sin despegarse del todo del de cabellos azabaches.

—Está inconsciente —Recalcó— Ya lo están atendiendo. Pero… Realmente mentiría si dijera que el golpe no le sacó un poco de sangre. —Comentó, tratando de ser cuidadoso en sus palabras.

La Crispino solo llevó las manos a su boca. Inútilmente trataba de contener sus lágrimas— N-No puede ser…

Mickey no había dicho nada aún. Nada. Ni siquiera un suspiro se había oído salir de sus labios. Pero sus ojos expresaban todo el temor que podía reflejar en esos momentos.

Temor… A que al checo le diagnostiquen algo que lo lleve a alto riesgo.

Con solo imaginarlo, sintió sus piernas fallarles. Se sostuvo de la pared.

—¡Mickey! —La melliza fue en ayudar al mayor. Él solo parpadeó suavemente.

—Michele —El coreano solo mantuvo una expresión seria al ver al italiano. Sara ofreció su hombro de apoyo para su hermano.

Crispino mordía su labio. No quería verse más abrumado, si es que ya lo estaba.

Fue lentamente ayudado por Sara a tomar asiento en los sofás de la sala de espera. Justamente cuando oyó pasos apresurados, más palabras en el idioma neutro con acentos que obviamente no eran ni los de ese idioma, ni alemanes.

Supo quien era al sentir cierto fastidio repentino.

—¡Sara! —El canadiense había aparecido, junto a Leo de la Iglesia. Ambos se acercaron de inmediato a la chica. Pasando de largo al de cabellos castaños.

—¿Cómo está Emil? ¿Ya dijeron noticias de él? —A diferencia de Mickey, el chico estadounidense no trataba de ocultar su preocupación por ningún medio de su habla o sus acciones.

Como si fuera la primera vez - [EmilxMickey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora