4. Descubrimientos, ¿Y algo más?

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El club había resultado un poco más grande de lo que Michele había pensado, y con ello, llevaba claramente que había mucho más personas de lo que pretendía soportar en su alrededor.

Chistó los dientes; Había pensado en entrar para no soportar el olor a cigarrillo de los alemanes que se encontraban en la entrada del club, parecía que su vida dependía de ello; Una mala bienvenida, había pensado.

Sin duda estaba a punto de arrepentirse, al grado de querer retirarse de allí, pero una mano posada repentinamente en su hombro fue lo que detuvo en perseguir sus ideas.

—¿Michele? ¿Estás bien? —Preguntó Emil mientras le miraba con pequeña preocupación.

Claro, ahora recordó el porqué se digno a traer su presencia innecesaria en tal lugar, y por ello es que trato de disimular su incomodidad.

—Eh… S-Sí… Estoy bien —Suspiró pesado— Y ya te dije, puedes llamarme Mickey —Le recordó, inquieto al haber oído como el más joven le seguía llamando por su nombre.

—Lo siento, no pensé que molestaría más que no te llamara por tu apodo —Burló un poco Emil.

Mickey respiró rascó su sienes— Solo es un recordatorio pequeño —Fingió una sonrisa— ¿Que pasa?

—Oh, solo te preguntaba si querías ir directo a la barra de bebidas...

—¡Hey! Me prometiste que iríamos a bailar. —La dulce voz de su hermana se oyó, irrumpiendo a qué Michele volviese a convencerse de que venir a ese club fue una buena idea.

—Oh es cierto, lo siento preciosa. —El menor de los tres acarició los cabellos de la chica, algo que Michele no dio por alto; Frunció su ceja— Solo… Espera, ¡Se me olvido ir al baño en el hotel! 

El hombre checo se fue de inmediato, acercándose a alguien para preguntarle en donde quedaban los sanitarios.

Michele maldijo en haberse quedado a solas con su hermana, en esos momentos no estaba del todo contento con ella.

Luego de ciertas revelaciones que se dieron en su habitación.

Para su mala suerte, ella actuaba como si realmente nada pasara, pues en todo el transcurso del camino hacia el club, ésta no dejaba de hablar con Emil, lo cual de cierta forma se había sentido como el que sobraba, he ahí el porque no había puesto atención a nada de lo que Emil le había dicho al llegar.

Es decir, no podía molestarse, no tenía ningún derecho, ambos eran amigos, además de que todo el día Emil se había encontrado con él, hasta ahora.

Pero… No quería que Emil le quitará su atención, no aún.

¿Que le estaba pasando?

—Creo que iré directo a la barra. 

Dicho eso, quiso realizarlo, pero se vio deteniendo sus pasos por la mano de su hermana que le sostuvo su brazo.

—Mickey, has estado evitandome desde que nos encontramos.

—¿Qué? ¿De qué…? —No, se agitó mentalmente para quitar la intención de negarlo— Solo estaba dejando que tú y Emil hablaran.

—Oh, ¿En serio? —Fingió sorpresa— ¿Y que con esos gestos que hacías cada vez que volteabas a vernos hace momentos atrás?

Michele abrió sus ojos con sorpresa, pero antes de intentar encubrir eso dicho por su melliza, sus palabras articularon otra molestia.

—¡Desgraciada! ¡¿Lo hiciste aproposito?! 

Como si fuera la primera vez - [EmilxMickey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora