Capítulo VIII

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Jimin no lo entendía. No era capaz de entender a YoonGi. Él lo había visto todo, sus miradas, sus celos, el brillo en sus ojos. ¿Por qué no quería ceder un poco? Debido a sus dudas y a su, por naturaleza, entrometido ser, estaba fuera del departamento del mayor tocando la puerta a las diez de la noche, esperando ser atendido.

YoonGi tardó en abrirle, pero luego del persistente golpeteo en la puerta decidió que era mejor idea abrirle a Jimin, aunque en esos momentos no quisiera ver a nadie.

— Supuse que ibas a entender que no tenía ganas de ver a nadie durante los primeros diez minutos que estuviste tocando la puerta, Jimin. —mencionó YoonGi una vez que el menor ya había entrado a su departamento. Bien sabía él a lo que venía su dongsaeng.

— Y yo supuse que ibas a ser más valiente, hyung, y que no me ibas a obligar a venir a aclararte la cabeza. —respondió el rubio sin amedrentarse ante la provocación ajena.

— No sé de qué me hablas, no tengo nada qué aclarar. —YoonGi se sentó en su sofá, dando un suspiro que indicaba que estaba cansado.

— ¿Y qué fue lo de anoche? —preguntó Jimin sin sentarse, él estaba de pie frente a él, intentando increparlo.

— Lo de anoche fue lo que viste. ¿Por qué me estás preguntando algo que ya sabes? A SeokJin hyung le gusto, él no me gusta a mí, punto. Se acabó la amistad. ¿Algo más que decir? —su tono de voz estaba plagado de ironía, incluso se había atrevido a sonreír al final de sus palabras.

— Vas a perderlo, hyung, como sigas así vas a perderlo. —advirtió el muchacho mientras desordenaba su propio cabello de la frustración. El pelinegro podía ser tan terco cuando se lo proponía.

— SeokJin se fue ayer, Jimin. Lo que teníamos acabó. —YoonGi no supo cómo se las arregló para que su voz no temblara ante lo que acababa de decir.

— No, hyung, no lo entiendes. —Jimin se acercó a YoonGi, intentó buscar sus ojos para que lo mirase, para que entendiese. — En algún punto él se va a entregar a alguien más, va a dejar que alguien lo enamore y será tan sumamente tarde para ti. —tomó sus hombros, como si con eso consiguiese más de su atención. — No te va a esperar toda la vida, hyung, y sabes que opciones le sobran. Es un chico que es capaz de robar corazones sin esfuerzo, ¿por qué no admites que robó el tuyo?

— Yo no he dicho que algo de lo que me estás diciendo que sucederá me importe. SeokJin puede hacer lo que quiera con su vida. —respondió mirando a los ojos del menor, como si estuviese tan decidido de sus palabras.

— ¿Será tan tarde cuando te des cuenta del brillo que hay en tus ojos cuando hablas de él? —preguntó Jimin mientras le miraba con tristeza, y sin recibir respuesta se marchó.

YoonGi intentó dormir, de verdad que lo intentó. Dio vueltas en la cama, buscando la posición más cómoda para poder dormir, pero nada le daba resultados. Intentó cubrirse hasta la cabeza con las mantas, intentó ejercicios ridículos que vio en Internet sobre cerrar y abrir los ojos durante un minuto, intentó no moverse durante media hora, pero no. Su cabeza estaba llena de pensamientos y tenían un solo nombre: Kim SeokJin.

Estuvo obligado a levantarse durante la noche. A las doce y media de la madrugada estaba deambulando por su departamento. Las veces en que no podía dormir iba a su pequeño estudio de música a componer alguna canción, pero al llegar ahí se topó con algo que había olvidado hace un tiempo. Debía llevar varias semanas allí. Era la caja de cartas que había escrito SeokJin para él, las cuales no leyó nunca.

Ya todo había terminado, ¿qué más daba si las leía? Abrió la caja y volvió a sorprenderle la cantidad de sobres que encontró. Todas estaban cerradas, como si hubiesen estado a punto de ser enviadas. Buscó una al azar y la abrió. A pesar de ser el receptor de la carta, sintió como si estuviese invadiendo la privacidad de SeokJin.

Apreciándote en otros brazos - YoonJinKde žijí příběhy. Začni objevovat