4 | Capítulo especial

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O como Sam consoló a Jack.

Como se puede leer, este es un capítulo especial que se desarrolla en algún lugar del búnker durante el capítulo anterior (4, el de Pinocho). Aclarar que ESTE CAPÍTULO NO LO ESCRIBÍ YO, esto salió de la maravillosa cabeza de Andridia yyy lo que escribió está demasiado lindo como para no ponerlo aquí. Hay una nota de ella al final del capítulo yyy se agradecería mucho que la leyeran uwu ❤


Sam se plantó frente a la puerta de la habitación de Jack, dando dos golpes suaves sobre esta. No esperaba una respuesta, y obviamente no la obtuvo, por lo que optó por hablar él.

– Jack –susurró, lo suficientemente alto como para que fuese audible por el niño al otro lado–, sé que no tienes pestillo en la puerta. Pero no voy a entrar a menos que tú quieras que lo haga, ¿vale? Si me dejas entrar lo hablaremos. –Cambió ligeramente su tono de voz, dejando de lado la compasión y tratando de sonar lo más convincente posible–. De verdad que no estoy enfadado. Vamos, háblame.

Tras unos eternos segundos en los que Sam ya estaba replanteándose romper su promesa, escuchó una tenue voz apenas audible a través de la madera.

– Pasa.

Sin perder un segundo, Sam tomó el pomo y se adentró en la habitación. La luz de la lamparilla de noche iluminaba sutilmente la estancia, pero Jack no estaba ahí. Al dar un par de pasos vio que estaba sentado en el suelo al otro lado de la cama, con la espalda apoyada sobre esta.

– Hey –dijo con suavidad, tratando de no asustarlo–. ¿Estás bien?

– No… –respondió Jack, esnifando por la nariz–. ¿Pero por qué me lo preguntas a mí? –Se giró hacia el cazador, mirándolo preocupado mientras este se ponía en cuclillas–. ¿Tú estás bien? Lo siento muchísimo Sam, de verdad que no quería, sé que no arreglo nada pidiendo disculpas pero lo siento, lo siento mucho.

– Hey, no, tranquilo, estoy bien –dijo con una sonrisa tranquilizadora, aunque con un atisbo de dolor–. Ha sido un accidente, está bien.

– ¡NO, NO LO ESTÁ! –Jack alzó de pronto la voz, sorprendiendo a Sam y poniéndose de pie en el acto–. Cada vez que hago algo mal, tú me perdonas. Todas las veces. ¡Y ahora te he hecho daño a ti! –Su voz se iba quebrando a medida que hablaba por la rabia que sentía hacia sí mismo–. ¿Cómo puede no importarte? ¿Cómo puedes decir que está bien? ¡NO LO ESTÁ!

Tras unos segundos en silencio en los que Jack no dejó de mirar fijamente a Sam, cayó en la cuenta de que prácticamente le estaba gritando en la cara. Se dejó caer de nuevo al suelo, abrazándose las piernas y metiendo la cabeza entre ellas–: Lo siento. Yo… no quería gritarte, lo siento, lo siento…

Sam miró la escena que tenía frente a sus ojos, y quiso echarse a llorar solo de pensar lo mal que debía de sentirse el niño. No era justo que se martirizase de esa forma, no era justo que tuviera miedo de sí mismo, no era justo que a su corta edad fuese capaz de experimentar tal nivel de dolor.

No era justo que se pareciese a él.

Los sollozos de Jack hicieron que saliese de su trance. No era momento de pensar en esa justicia cósmica que nunca se les hizo. Lo único que importaba ahora era conseguir que esos lloriqueos cesasen.

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