Capitulo ocho

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Corto una flor roja del suelo, dejando que el tallo, aun húmedo por el roció de la noche, se escurra entre mis dedos.

Ya pasaron tres lunas desde que Zack se volvió parte de la manada. A fin de cuentas, eso también lo volvió parte de mi...aunque como todos los demás.

Debería pensar en el? 

Siento que todo lo que hago esta mal.

En estos días, Zack a intentado ser como nosotros, pues así lo dicta la tradición. Hemos intentado enseñarle a cazar, pero sin garras ni colmillos le es imposible. Tampoco puede hacerlo con su ballesta, porque la quemamos la noche del ritual, así que no sabemos que hacer.

El parece querer adaptarse, pero se que debe ser difícil. Claro, como no lo seria?

Por ahora, lo enviamos a recolectar con los mas pequeños, que también están aprendiendo. Victor lo vigila a todas horas, no parece confiar en el aun.

Dejo la flor dormida de nuevo en el suelo, y levanto la vista del prado. A lo lejos, alguien se acerca a paso rápido. Temo que sea alguien de la manada, pero pronto distingo la figura de Zack, quien viene a sentarse conmigo.

Estos días, nos hemos limitado a mirarnos, sin hablar, ya que no puedo dejar de ver sus ojos, y al parecer, el no quiere dejar de ver los míos.

Ahora volvemos a esta eterna rutina, pero algo cambia, ya que por fin, el habla:

-Se que ya te había visto. Aquí mismo, antes de que ustedes me encontraran. 

Al parecer, mi lengua y mi voz aun no comprende que puedo hablar, ya que mi respuesta tarda siglos en escapar de mi boca.

-Si.

Es lo único que logro decir por ahora.

El se ríe, y yo lo miro con mas intensidad, pues no lo había visto hacerlo. Su sonrisa es preciosa, y creo que debo decir algo.

-Yo...siento mucho haber tenido que exiliarte de tu familia. Digo...de los cazadores.

El para de reír, pero su sonrisa queda congelada. Sus ojos de lago se hunden mas, mirándome con ternura.

-Esta bien, ya estoy acostumbrándome- dirige la mirada al bosque, justo frente a nosotros-. Es mas, me gusta bastante aquí. Mi familia...nunca fue un verdadero lugar para mi.

Nuestras miradas se cruzan de nuevo, y el se pone serio.

-No me malinterpretes, claro que los quiero y los extraño, pero creo que podre soportarlo al estar aquí.

Le sonrió con simpleza, y el me devuelve el gesto. 

De repente, escucho algo a la distancia. Mis oídos captan el llamado de Gabrielle, quien, al otro lado del bosque, no nos encuentra.

-Nos buscan, ya debemos volver- le digo a Zack. El frunce el ceño, pero yo insisto- Vamos.

Bajamos del prado, y vamos hasta donde están los demás.

Gabrielle frunce el ceño al vernos venir. Rápidamente, se acerca a Zack y le espeta:

-Donde estabas?

El me mira, y yo niego con la cabeza lo mas disimulada que puedo, pues no quiero que nadie sepa de mi lugar secreto.

El se lo piensa un poco, y ante no tener respuesta, yo hablo:

-Estaba conmigo. Fuimos a buscar unas nueces y no nos dimos cuenta de la hora. Lo siento, Gabrielle.

Ella se pasea frente a mi, desconfiada, pero al final solo asiente, haciendo que todos caminemos de regreso a casa.

Cuando nadie lo oye, Zack me susurra:

-Por que no les dijiste donde estábamos de verdad?

Me tardo un poco en responder.

-Ese prado...es mi lugar secreto. Nadie de la manada sabe de el, y preferiría que se quedara así.

-Solo tu sabes de el?- me pregunta entre murmuros.

Asiento, y el sonríe.

-Bueno, pues ahora es NUESTRO lugar secreto- dice antes de salir corriendo hacia delante con los demás, dejándome sola, de nuevo roja como una baya, y feliz como nunca.






Hijos del eclispse (TERMINADA)Where stories live. Discover now