Huntbastian One-shot: More Than Friends

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N. A. Antes de empezar, decir que esto es un Hogwarts Au. Puede que no sea el único que haga ya que el universo de Harry Potter es uno de mis favoritos y tengo ganas de escribir Fanfics sobre él. Si no sabes mucho de Harry Potter, puede que te pierdas en algún momento debido a la terminología pero creo que bastará con una búsqueda en Wikipedia para aclararte. Tampoco es nada del otro mundo. ¡Gracias por leer!
Desde primer año, Hunter y Sebastián habían mantenido una competición constante. Competían por todo, por puntos para su casa, por ser el nuevo príncipe de Slytherin, por ser el primero en convertirse en prefecto (N.A algo así como un delegado), por los halagos de sus profesores, por entrar en el equipo de Quidditch (N.A. Deporte en escoba que practican en el universo de HP), por obtener el puesto de capitán...
Ambos decían odiarse y que iban a llegar a ser los enemigos jurados más conocidos de la escuela después de Harry Potter y Draco Malfoy, aunque por suerte Hunter y Sebastian no llegaron nunca a lanzarse maldiciones en un baño.
Ambos decían ser muy diferentes el uno del otro. Sebastian era el Slytherin transgresor. Tenía la opinión de que los muggles (N. A. humanos sin magia) eran seres curiosos y dignos de observación. También eran buenos para una noche de fiesta y diversión, cosa que comenzó a decir a partir de sexto año cuando se adentró por primera vez con un carnet de identidad falso al Soho muggle.
Además de eso su familia no compartía los prejuicios que generaciones completas de magos (particularmente de la verde casa) habían albergado. Su padre era un Slytherin sangre pura, sí. Y había crecido escuchando todas esas cosas, pero había asistido a la escuela con Harry Potter y también había escuchado lo que habían dicho en el otro bando. No había dudado en luchar en el lado de luz en la batalla y gracias a eso había conocido a su madre, una Ravenclaw bien plantada y también sangre pura.
Además de eso, su hermano mayor Barry había sido sorteado en Gryffindor y después de acabar los estudios en Hogwarts (N. A. La escuela de magia de Gran Betraña) se dedicaba a entrenar en la academia de aurores (N.A. Algo parecido a la policía humana) para convertirse en un mago capaz de salvar a otros de todo peligroso. Demasiado Gryffindor, opinaba Sebastian.
Por otro lado, Hunter venía de una familia completa de Slytherin sangre pura cuyos prejuicios eran tan grandes como su riqueza. Este decía que Sebastian era un traidor a la sangre por relacionarse con muggles y todo tipo de magos. Sobretodo por relacionarse con Potter y Malfoy, quienes iban un año por debajo de ellos y a los que parecía imposible separar desde que se habían hecho mejores amigos.
De vez en cuando, Sebastian se unía a ellos en alguna de sus aventuras pero otras veces se burlaba de la relación tan especial que mantenían Scorpius y Albus teniendo en cuenta su expediente familiar.
Lo que no sabía ambos era que, en el fondo, eran muy parecidos y tenían muchas más cosas en común de las que creían. Y además de eso, Sebastian tampoco sabía que tras burlarse de él y hacer comentarios despectivos sobre los muggles y los nacidos de estos, Hunter arrugaba la cara cuando no lo miraban y se sentía terriblemente culpable.
Si no se hubieran dejado llevar por las apariencias y por sus sendas ambiciones, quizá hubieran sido amigos desde el principio pero no había sido así y había llegado séptimo sin que hubieran dejado de ser enemigos jurados.
Sin embargo, que ese año les otorgaran a ambos el puesto de prefecto había sido el primer paso para iniciar un cambio...
Sebastian no podía creer que a Hunter lo hubieran hecho prefecto. Esa sabandija seguro que había amenazado a alguien para que le dieran el título.
Él había tenido que esforzarse mucho para conseguirlo y le enfadaba mucho el pensar que el otro lo hubiera conseguido sin hacerlo.

La cuestión es, que tuvo que aguantar ver como Hunter fardaba por todo el castillo de su placa nueva. Y eso irritaba en demasía a Sebastian.
Siguieron lanzándose pullas y teniendo discusiones interminables en los vestuarios o en el campo de Quidditch hasta la noche del primer partido de Slytherin esa temporada. Después de la merecida victoria, algunos Sly pidieron permiso para organizar una fiesta y una vez fue concedida, la sala común, normalmente oscura y silenciosa, se llenó de luz, de ruido, de alcohol (que habían infiltrado en la sala en secreto) y de alumnos de todas las casas, ya que habían abierto las puertas a todo cuanto estudiara en Hogwarts.
Los ravenclaws no parecían al principio dispuestos a celebrar la victoria de sus competidores, pero después de unos cuantos vasos de algún tipo de bebida alcohólica no identificada, todas las rivalidades fueron olvidadas.
Sebastian se cambió el uniforme de Quidditch y bajó a la fiesta a divertirse. Por suerte, encontraría a algún chico mono con quien pasar un buen rato.
Después de unas cuantas copas y sintiéndose ya un poco mareado, estuvo jugando a girar la botella con algunos alumnos de otras cosas. Consiguió unos cuantos besos de chicos monos pero ninguno lo suficientemente bueno como osea considerar ir por más.
Tras pasar media hora más, ya estaba harto de ese juego y de la fiesta en general que parecía de lo más aburrida y no del tipo de las que él solía asistir, así que salió de la sala común con un objetivo claro en la mente: el baño de los prefectos.
Deseaba relajarse y tomar un baño sin ser molestado. Lo que no esperaba es que ya estuviera ocupado.
Al entrar no se dio cuenta, pero cuando cerró la puerta tras de él, se despojó de sus ropas y entró en la piscina se dio cuenta.
Hunter Clarington lo miraba fijamente desde el otro lado.
-¿Qué haces aquí, Smythe? Lárgate. - Ordenó.
Sebastian alzó una ceja.
-¿Yo debería irme? Vete tú, si tanto te molesta mi presencia.
Ambos estaban claramente borrachos y estuvieron diciéndose tonterías por unos minutos más hasta que decidieron jugárselo todo a piedra, papel o tijeras.
-¡UN, DOS, TRES! PIEDRA, PAPEL O TIJERAS.
La suerte fue echada y cuando se miraron las manos vieron con horror que habían empatado.
-Bah. Qué más da. Tú quédate en tu lado y yo me quedaré en el mío. Tan solo debemos ignorarnos.
Sebastian se alejó del otro y estuvo un rato sin decir nada.
Al rato no pudo aguantar más aquel silencio incómodo.
-Clarington... - Comenzó.
-¿Qué quieres?
-Estoy aburrido...
-¿Y a mí qué me importa eso?
-Venga... Juguemos a algo.
Hunter abrió los ojos para mirar al otro. En ese momento hacía un puchero y lo observaba directamente. No podía evitar pensar que parecía adorable.
Un momento.
¿Qué acababa de pensar sobre Smythe, su enemigo jurado?
Sacudió la cabeza. Necesitaba distraerse.
-¿A qué quieres jugar?
-Verdad o reto. El primero que se niegue a realizar lo que el otro le pida pierde. Seguro que serás tú porque eres un cobarde.
Hunter lo pensó un momento.
-Smythe, no creo que...
-Cobarde... - Canturreó Sebastian.
-No soy un cobarde.
-Pues demuéstralo.
Sin previo aviso, Hunter salió de un salto de la piscina. Y Sebastian se obligó a apartar la vista, no sin antes echar un vistazo a los trabajados abdominales del otro.
-¿Qué has ido a buscar? - Le preguntó al otro, cuando esté retornó al agua.
-Algo para hacer de esto algo más interesante.
Hunter se acercó a Sebastian y le mostró una botellita. Sebastian abrió los ojos al comprobar que era Veritaseum (N. A. Pócima que obliga al que la ingiera a decir la verdad).
Los tomaron un poco de la botella y entonces comenzó el juego.
-Te toca. - Le dijo Hunter al castaño.- ¿Verdad o reto?
-Verdad.
-¿Eres gay?
-Sí. Pensaba que todo el castillo lo sabía.
Hunter se encogió de hombros.
-Había oído rumores. Solo quería comprobar si era cierto.
-Lo es. Clarington, ¿verdad o reto?
-Verdad.
-Te reto a contarme algo que no le hayas dicho nunca a nadie de Hogwarts.
Hunter lo pensó unos instantes.
-También soy gay. - Exclamó.
Sebastian negó con la cabeza.
-No vale. Yo también he oído rumores. No se esparcen solos o sea que alguien se lo debes haber dicho.
Hunter se encogió de hombros.
-Supongo que alguno de los chicos con los que he estado lo ha comentado por ahí. Pero técnicamente no se lo he dicho a nadie, ¿sabes? Con esos chicos no hablaba mucho, que digamos...
Smythe levantó una mano.
-Basta. No quiero hablar de tu vida sexual. Cuéntame otra cosa. Y esta que sea buena.
Hunter estuvo callado unos instantes y después se movió inquieto.
-Cuéntame eso que está en tu mente ahora mismo. - Ordenó Seb.
-No es na... - Intentó mentir el otro pero el Veritaseum le obligó a decir la verdad. - No creo en nada de eso que digo sobre los nacidos de muggles, los muggles... No creo que en que haya nada malo en relacionarse con muggles o en serlo. Son cosas que creen mis padres. No yo.
El otro abrió mucho los ojos. Eso sí que no se lo esperaba. Pero si lo pensaba, tampoco se esperaba estar charlando en el baño junto a Clarington.
-¿Y entonces por qué lo dices?
Hunter parecía avergonzado.
-Al principio por temor a decepcionar a mis padres y a que estos me repudiaran. Ahora supongo que tengo una reputación que mantener... No quiero quedarme solo.
Siguieron con aquel juego bastante rato más y básicamente respondieron preguntas íntimas del otro porque ninguno de los dos estaba dispuesto a cederle al otro el privilegio de imponerles un reto.
Conforme charlaban, ambos se estaban dando cuenta de que tenían más en común de lo que creían y que lo que descubrían del otro les gustaba.
Sin darse cuenta, cada vez estaban más cerca.
Entonces fue el momento en que Sebastian preguntó.
-Hunter, ¿verdad o reto?
Hunter lo miró. No recordaba en qué momento habían empezado a llamarse por su nombre de pila.
Lo único que sabía es que no podía apartar la vista de los labios de Sebastian.
-Reto.
Por lo visto, el otro se encontraba igual a él porque susurró:
-Te reto a besarme.
Y Hunter lo hizo. Maldita sea si lo hizo. Agarró el rostro del otro con delicadeza y posó sus labios sobre los de Sebastian. En un momento el beso dulce se transformó en algo más profundo y ambas lenguas estaban rozándose.
No supieron cuanto tiempo estuvieron así. Dándose besos como dos desesperados. Por el rostro, por el cuello por detrás de las orejas, por los labios... Pero cuando lograron separarse, el momento mágico fue roto y ambos salieron de la piscina sin mirarse, se dirigieron a las duchas sin intercambiar ninguna palabra, se vistieron y marcharon hacia los dormitorios de Slytherin.
Al llegar al cuarto que compartían con Albus y Scorpius, que en ese momento estaban desaparecidos, cada uno se tumbó en su propia cama. Y no se dijeron nada más.
La mañana les sorprendió con un gran dolor de cabeza y el recuerdo con todo lo que habían hecho que les hizo sonrojarse.
No se vieron más hasta el desayuno donde ambos no intercambiaron las pullas habituales. Sin embargo, durante la práctica de Quidditch de la tarde sí lo hicieron y cuando criticó a Hunter, Sebastian sintió una culpabilidad y un vacío que no había experimentado nunca antes.
Y se dio cuenta que ya no odiaba al otro. De hecho, estaba empezando a gustarle.
Sin esperanza, tras la práctica de Quidditch se dirigió al baño de los prefectos y esperó allí mucho tiempo.
Cuando estaba por irse, la puerta se abrió y Hunter entró.
Sebastian recogió rápidamente su toalla y se dirigió a él a grandes zancadas.
Cuando lo vio, el otro hizo el amago de irse pero Seb se lo impidió.
-No te vayas.
-¿Necesitas algo?- Preguntó Hunter con cara de póker.
-Ya no te odio. O por lo menos... Ya no te odio tanto.
Smythe le sonrió esperanzado.
Hunter soltó un suspiro y su cara de poker se transformó en una tímida sonrisa.
-Yo tampoco te odio.
Sebastian sonrió ampliamente.
-Entonces, ¿amigos? - Preguntó. Y le tendió la mano.
Hunter negó con la cabeza y la sonrisa del otro cayó.
-Creo que algo más que amigos.-Comentó Clarington.
Acto seguido, agarró la mano que Sebastian le tendía para acercarlo a su cuerpo y lo besó.

N.A. Hola chicos. Espero que os haya gustado el capítulo. Ha sido un placer escribirlo y he disfrutado mucho haciéndolo. Espero que en especial le haya gustado a Razor12Striker
El mes que viene os traigo unas parejas un tanto especiales y algo así como un especial poliamoroso. A petición de una de mis lectoras. No revelaré nada más 😉.
Nos leemos el mes que viene.
Anna.

Opening Ourselves Up To JoyWhere stories live. Discover now