SUMMERTIME SADNESS.

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Está irreconocible.

O bueno tal vez yo no lo reconozco por el simple hecho de que nunca lo conocí, tengo muy vagos recuerdos de mis 4 años; apenas y recuerdo su cara. Ni siquiera sé si realmente es mi padre o tal vez un hermano de él.

-¿Me vas a dejar entrar?- pregunta

¿Debería?. Es la pregunta que me hago yo y me respondo inmediatamente: no.

-¿Quién eres?- pregunto. Solo para ver si hay una mínima posibilidad de que no sea él.

-Tú sabes quién soy, es imposible que me hayas olvidado- dice sonriendo.

Y con total honestidad eso ha sido lo más cínico que he escuchado en 18 años que llevo sobre esta tierra. Es un comentario simple, lo hace con desdén, con una sonrisa como si de hecho fuese una broma.

Una broma que provoca que mi sangre hierva, me hace sudar y rechinar los dientes.

-No, no lo sé. Realmente no lo sé. ¿Esperas que te recuerde?. Te fuiste a mis 4 años.- respondo escupiendo veneno puro.

- tú no sabes por qué me fuí. Así que no tienes derecho alguno a decirme que...-

Deja de hablar. Porque mamá viene bajando las escaleras.

Yo sonrío. Porque sé que lo sacará a patadas, pero la sonrisa se me cae de la cara cuando la escucho decir en un tono esperanzado.

-Abraham, ¿Eres tú?-

Corre a verlo con ojos llorosos y mi piel se eriza debido a la ira.

-Sí. Sí soy.- dice Abraham como si nos estuviera regalando su presencia en la casa

-No lo puedo creer.- dice mamá y yo solo observo de un lado a otro. No era para nada la reacción que esperaba de su parte. Es como si de la nada se le hubiese olvidado las duras cosas que hemos tenido que hacer para sobrevivir.

Mamá lo invita a pasar y se sientan en el sofá de la sala como si fuese algo que hacen a diario. Abraham sube los pies en la mesa como si fuera una costumbre suya y suelta un suspiro de cansancio como si estuviera cansado de trabajar por nosotros.

Todo mi cuerpo pica, la ropa me estorba y mi respiración se agita, subo al cuarto a buscar a mi hermana pero recuerdo que ya está en el trabajo así que vuelvo a bajar.

-¿Qué pretendes?- me planto frente al televisor impidiéndole ver.

- Volver, estar aquí. Con ustedes. Volver a ser una familia.- dice abriendo los brazos como si yo fuese a lanzarme a ellos con ganas de recibir un abrazo.

-¿Así como si nada?- pregunto con rabia. - piensas volver como si nada. ¿Como si no hubiese crecido los últimos 14 años solo?, Si necesitaba un padre, ¿quién estaba ahí?: Nadie. Aprendí a andar en bicicleta solo. Aprendí a jugar al fútbol solo. Aprendí sobre el sexo gracias a la escuela, ¡pero solo!- mi tono se eleva. Ya no puedo contenerme más.

-No le grites a tu padre.-

-¿Cuál padre?, Eso no es ser padre. Yo nunca he tenido un padre y no lo necesito ahora. Quieres venir como si nada ya cuando tenemos una vida hecha. Qué comodidad. ¡Cínico infeliz!- vuelvo a gritar.

Mi madre me mira como diciéndome por favor no grites, harás un escándalo.

-por favor no grites, lo notarán los vecinos.-

-No me interesa- digo. Pero en realidad si me interesa, pero no me interesan los vecinos, me interesa que ella me diga eso. Es doloroso

No quiero estar aquí. Concluyo.

Entonces tomo mi chaqueta y salgo a correr. El plan inicial es correr hasta el trabajo de mi hermana pero sin darme cuenta me pasé y simplemente seguí corriendo hasta que terminé en la cancha de baseball en la que hablé con Matthew por primera vez.

Decidí parar allí porque siento las piernas quemándose por dentro y el aire frío me corta la cara, cuarteandome los labios en varias grietas. Mi respiración está agitada pero no es solamente por haber corrido, es por el estrés, por la frustración, por la rabia y todos los demás sentimientos que siento a la vez.

Lágrimas corren por mis ojos y de repente no puedo parar de llorar. Mis manos recorren mi cabello enviándolo hacia atrás tratando de liberar mi frustración mientras me dejo caer de rodillas sobre el pasto.

Siento que me ahogo, mis emociones están descompensadas, quiero vomitar pero a la vez tengo sed. Siento unas cálidas manos posarse bajo mis axilas y levantarme del suelo pero ni siquiera sé quién es; no puedo abrir los ojos y tampoco quiero.

Pero Matthew me obliga a abrirlos.

-Ethan, ¿Qué te sucede?.- me dice secándome las lágrimas.

Yo no puedo parar de llorar, parece que todo lo que no he llorado estos años estuviera recogiéndose en una sola bola de lágrimas que no paran de salir en este mismísimo instante sin importar qué.

Matthew pone sus manos en mis hombros y me mueve levemente intentando hacerme despertar.

Un trueno suena y acto seguido veo un relámpago.

Matthew al ver que no reacciono me levanta sobre su hombro como un saco y me lleva a las gradas de la cancha.

Y yo ni así paro de llorar.

Hasta que de repente siento sus labios en los míos.

El dolor se convierte en placer y mis ojos se abren como si eso hiciera todo mucho más real.

Y sí, es real. Él está frente a mí.

Se separa de mí y dice:

-Ah, sí paraste.-

Yo no articulo palabras, solo lo miro y me pregunto. ¿Para él también significa algo o solo lo hizo con ese fin?. Sé, además, que esta pregunta me va a seguir atormentando desde hoy hasta el día en que lo vuelva a ver.

Kiss me hard before you go.

*****
La pregunta de la semana: ¿Qué tienen en común los títulos?
🤔

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