Parte 5

314 44 11
                                    

—Oh, demonios —dijo la castaña viendo el mar de lágrimas en que se convertía su amada sobrina.

Eso no era tan sorpresivo dado lo que había pasado. De hecho lo único que le costaba creer era que había sido el rubio de ojos verdes quien había marcado a su sobrina años atrás y nunca dio la cara por ella.

«¿Sería que tampoco se enteró de lo que pasó esa noche?» 

Le costaba creerlo, pero lo asumiría de esa manera para no odiar a ese que quería tanto.

»¿Qué planeas hacer? —preguntó Mari y la chica, cansada de llorar, negó con la cabeza.

—Aún no sé —dijo—. Quiero ser optimista, pero no puedo cuando hasta lo mejor que se me ocurre parece tan doloroso. Si me deshago del bebé no creo que mi consciencia me deje vivir en paz, si decido tenerlo posiblemente Viktor me desconozca incluso legalmente por además de fácil ser una fracasada, podría hablar con Yurio y arruinar su boda o romper mi corazón... todas las opciones terminan mal, así que no sé qué hacer.

—¿Tener el bebé y regalarlo? —cuestionó la mujer y la chica le miró con más horror que sorpresa.

—No voy a regalarle mi bebé a nadie —aseguró la ojiazul.

—Bien, parece que el aborto tampoco es una opción. Eso es bueno. 

»Sabes, Eri, te pareces tanto a Yuuri que no puedo más que querer protegerte. Aunque a veces mi hermano se hace pedazos, siempre encuentra la fuerza para salir adelante y en el camino se remienda transformándose en algo más hermoso. Creo que tienes la fuerza de hacer eso, de ser más hermosa.

»No te preocupes por Viktor y Yurio, me tienes a mí, tienes a tus abuelos, estoy segura de que Yuuri estará contigo también. Así que solo elige lo que creas que es mejor sin temor a estar sola, porque sola nunca te dejaremos.

—Gracias —dijo la medio rusa sonriendo al fin. También estaba segura de que podía contar con su papá, por eso, aunque estaba aterrada, no buscaba un puente para tirarse por él.


* *


—¡Erena! —gritó el japonés entrando a la habitación donde su hermana e hija estaban, robándole la calma a la chica en la cama, provocándole llorar de nuevo.

Yuuri abrazó a esa que sería su bebé para siempre, y la llenó de besos mientras la presionaba contra sí. Erena lloró confiada en que ese dolor que ahora dejaba escapar se curaría entre los brazos de ese que amaba.

»¿Qué pasó? —preguntó Yuuri angustiado—. Por favor, dime que te está pasando —suplicó angustiado y entre lágrimas provocando que el llanto de su hija se intensificara—. Dime la verdad, ¿tienes alguna enfermedad incurable?

Erena casi sonrió ante tal pregunta, pero entendía que Yuuri se imaginara incluso lo peor cuando ella se mostraba tan herida y tan renuente a hablar de ello.

—Además de la estupidez, ninguna —dijo terminando su frase en una empapada sonrisa que le dio un respiro al azabache.

—Amor, dime lo que te está agobiando. Tal vez no logre solucionarlo, pero puedo ayudarte a pensar en algo que más o menos sirva de consuelo. Me estás matando Erena, habla ahora mismo por favor.

Viendo la desesperación de su amado padre, sintiéndose más ligera ahora que había hablado con Mari, y confiada en que tendría el apoyo de la persona que más amaba en la vida, se decidió a decir todo lo que le había ocultado a ese que no quería ver molesto, mucho menos preocupado.

—Lo encontré —dijo—, no lo estaba buscando pero encontré al sujeto que me marcó hace siete años.

Los ojos de Yuuri se abrieron casi tan enormes como los del ruso que aguardaba detrás de la puerta de esa habitación a la que no entraría para evitarle más penas a su reflejo joven y en versión femenina.

»Creo que entré en calor, porque terminé en su cama y ahora...

—¿Ahora? —cuestionó Yuuri no atreviéndose a deducir la continuación a semejante frase.

—Estoy embarazada de un hombre comprometido —dijo la chica dejando correr nuevas lágrimas—. No creo que vaya a hacerse responsable. Lo escuché hablar por teléfono con alguien, pidió que los planes de boda siguieran en pie. 

»Así que no le diré nada. No pude enfrentarlo en aquel entonces, cuando no sabía qué tan grave era mi situación. Ahora no creo tener la fuerza para soportar encararlo y recibir su rechazo de frente. Solo seguiré adelante por mi cuenta, igual que hace años pero ahora con acompañante.

—¿Vas a tener al bebé? —preguntó Yuuri un tanto aliviado de lo centrada que parecía su nena.

—Igual ya era fracasada. Esto es ganancia... creo.

—Lo es, lo es amor. Ser madre es un premio medio doloroso y cansado, pero el mejor presente que se le puede dar a alguien. Tú eres mi mejor regalo.

—Lo lamento, papi —dijo de pronto la chica—. Lamento que hayas perdido tu matriz cuando me diste a luz... lamento que no pudieras ser papá de nuevo por mi culpa.

—Yo no necesitaba más que a ti para ser feliz —dijo el azabache—, y no fue tu culpa. Fue la manera que la vida dijo que debía dedicar todo mi amor a ese pedacito que era mío, mío y del amor de mi vida. Te amo, mi nena. Gracias por nacer, por crecer sana, por ser fuerte y seguir ante todo. 


Continúa...

MARCAWhere stories live. Discover now