Once

3.8K 197 36
                                    

No nos descubrieron y eso fue perfecto, Graham por suerte no dijo que nosotros estábamos dentro de la biblioteca él le dijo a él director que había escándalo por qué habían caído algunos libros arriba de una alumna y por suerte le creyeron.

—¿Tienes ganas de salir a pasear?. — pregunto Rubén dándole una mordida a la rosquilla de chocolate.

—No tengo ganas, Rubén. —

—Uy, Rubén. — lo mire inmediatamente le dije Rubén, eso estaba a fuera de nuestro acuerdo, no debía decirle por su nombre estando solos.

—Oh mierda, lo siento. —

—Esa boca. — me tomo de las mejillas y me hizo mirarlo.  —Sabes lo que viene, ¿verdad?. —

Asentí. —Perfecto. — Se levanto de la cama y le puso seguro a la puerta de su habitación. — Arriba y manos atrás de la espalda. —

Me levanté de la cama puse las manos entrelazadas detrás de mi espalda.

Sentía su presencia detrás de mi de un lado a otro, me sobre salte cuando su mano aterrizó en una de mis nalgas con un fuerte golpe. —Ni se te ocurra gritar, no tienes permiso. —

Me mordí los labios con fuerza evitando emitir sonido, esto era un castigo por mi desobediencia y estaba totalmente consensuado.

Escuché la cama hundirse. —Da la vuelta. — y así lo hago quedando cara a cara con Rubén. — aquí. — palmea sus piernas para que me sentara en ellas y así lo hago.

Sus manos estrujan mi carne a su antojo con total libertad. —Después de cada nalgada quiero que sea un saltito justo arriba de esto. — toma su erección y la frontal un poco contra mi pierna.

Asiento y simplemente me quedo esperando la nalgada, el comenzó a acariciar mis brazos, mis hombros y trazar pequeños círculos por mi espalda y cuando me relaje lo suficiente llegó el impacto.

Casi dejo salir un sonido por la impresión pero mantuve la boca cerrada.

Una de sus manos viaja por mis mierdas hasta llegar a mi sexo, no por favor, no voy a evitar gemir como comience a tocarme, parece darse cuenta de lo que estoy pensando y veo una sonrisa asomar por su cara.

Otro golpe llega de la nada pero no se siente tan mal como los primeros, este es más suave y son varias palmaditas subiendo la intensidad. 

No sé cuento tiempo pasamos así yo sentía mis piernas débiles y temblaban un poco por la sobre estimulación en mi clítoris, había estado cerca de dos orgasmos ya pero el se detenía apenas venía que iba a terminar, seguía sin poder gemir y eso me ponía ansiosa y aún más deseosa de él.

Su boca se acerca a mi oído. —Ya puedes gemir. — suspiré aliviada dejando mi garganta a rienda suelta.

—Oh Daddy~. — mis manos tomaron sus hombros y me pegue a su cuerpo moviendo la cadera de forma constante sintiendo toda su carne dura pegada a mi.

Me sentía tan cerca de terminar, cerré los ojos con fuerza y comencé a gemir más fuerte.

Y cuando estaba a nada de explotar en una rica sacudida de placer corta el contacto directo y mi orgasmo se aleja de mi totalmente.

—Daddy, estaba tan cerca de terminar. — reclamé sobre eso.

—Es un castigo, no va a terminar como quieres. —

YES DADDYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora