1. Humo

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Michael miró fijamente el humo del cigarrillo mientras se elevaba hacia el techo de la habitación, tratando de concentrarse en las formas que tomaba. Lo que fuera con tal de distraerlo.

A su lado, una desnuda rubia se acomodo en la cama, dejando un revoltijo de base y sombra en la blanca almohada. Mercedes siempre había tenido aquella mala costumbre de ir a la cama sin quitarse el maquillaje.

Aunque, siendo sinceros, probablemente ir al baño a lavarse la cara había sido lo último que había cruzado por su mente mientras las manos de Michael desabrochaban su sostén la noche anterior.

El gótico cerró los ojos, llevándose una mano a la frente. Seguramente muchos le envidiarían. Mercedes era una popular prostituta del pueblo, que cobraba al menos 500 dolares la noche. Pero estaba tan enamorada de él, que nunca le había pedido un centavo cada vez que terminaban enredados en la cama. Casi podría jurar que habría estado dispuesta a pagarle si se hubiera negado en algún momento.

Una prostituta enamorada. Quizás debería dedicarle un poema en su próximo libro, al menos para agradecer sus servicios.

- ¿Te vas tan temprano, cariño? – Le preguntó la rubia mientras lo veía acomodarse de nuevo la camisa que aún tenía las marcas de su labial rojo en el cuello.

- Tengo que terminar unos bocetos.- Mintió el pelinegro, sacando de sus bolsillos un cigarrillo, antes de inclinarse para darle un último beso.- Pasaré a verte luego.

Le habría gustado que eso también fuera una mentira, pero sabía que no era así. A veces se sentía culpable de aprovecharse de esa manera de los sentimientos de la chica. No es que no le atrajera. Habría que ser ciego para no caer ante los encantos de Mercedes, con su piel de porcelana, sus uñas bien cuidadas y sus curvas perfectas.

Y sería fácil pensar que Michael la vería como algo más que una simple amiga. Después de todo, más allá de su innegable atractivo, la chica resultaba ser una persona inteligente. Incontables noches habían pasado despiertos hasta el amanecer, hablando sobre la hipocresía de sus clientes, hombres casados que buscaban entre sus brazos un refugio de la carrera de ratas diaria, que le hacían cosas a ella que ni siquiera se atreverían a mencionarle a sus esposas porque eran "buenas mujeres". Cuestionando el sistema establecido, atacando a los conformistas.

Sí, un hombre como Michael fácilmente podría enamorarse de una mujer como Mercedes.

Y ese era parte de su problema. Hermosa, inteligente y totalmente no conformista, sin contar que estaba perdidamente enamorada de él. ¿Por qué Michael no podía amarla con la misma intensidad?


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