Rin

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t i n t i n e o

Encapsula un campo de campanillas en un bucle de tiempo para perseguir los dientes de león volando por la mañana nubosa. El viento empuja su melodía olvidada.

Cierto columpio solitario se balancea al ritmo de los girasoles que danzan joviales junto a la pureza de las margaritas. Un gorrión toca el suelo en el tiempo de un suspiro y llueven plumas grises y marrones, el cielo se cae a pedazos y lo estamos recogiendo con lágrimas secas y ojos que ya no saben cómo llorar.

El horizonte se desvanece en una mirada lejana y ecos de una voz que cuenta la historia del fin resurge sin hacer caso al llamado de las hojas que se amontonan bajo la sombra que gira y gira para observar la puesta del sol.

Alguien corre por los campos de nostalgia y extiende los brazos al aire, el mundo se torna gris y parece ir demasiado lento, como si se le destiñese la vida. Pero sus pies siguen avanzando; despacio, veloz y con la brisa empujando su cabello fuera de su cara. Con el tintineo de su risa alcanzando al alba y el deseo de retar a los acantilados que la rodean de puntillas para que salten sin pensar en la caída de los pétalos o la esponjosidad de las nubes, sin el miedo a lo desconocido y con valentía casi salvaje en su mirada.

Que desafía a todos para hablar del cielo y escribirle poemas al otoño, que canta a todo pulmón y vive sin reservas.

A Rin no se le enseña de reglas porque ella solo desea echarse a volar.

Estrellas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora