Anuar

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Podrá la fuerza de sus manos

consolar la fragilidad que cae de sus ojos

en silencio.

Una carcajada lejana,

una tragedia en la oscuridad,

la magnificencia de

ser débil

pero no lo suficiente para que puedan verlo.

Solo una sombra junto a la ventana,

acompaña su dolor

sin decir nada.

Solo permanece

ahí.

Quizá sin ser consciente de cómo

es romperse,

quizá a la espera

de que una todos sus pedazos

y vuelva a ser esa mirada

de luces rotas

y grietas lisas

de las que caen

sentimientos secretos.

La noche devora

su capa de día

y monstruos rodean las esquinas,

una voz raspa la superficie

y los sonidos de la oscuridad

se hacen cada vez más escalofríantes.

La cueva de la bestia

al final del día es solo eso;

una cueva.

Oscura, dificultosa, una cáscara vacía

y si mira con cuidado

hacia los espejos

de agua en el piso

el monstruo le devuelve la mirada

sin intención alguna.

«Sálvame»

es lo único que se escucha

en cierta noche sin luna.

Olvida las palabras

y mira hacia adentro

de sí misma

como sangra

los sentimientos

que trata de contener

con sus manos incorporeas.

Intenta desaparecer

y dejar de existir en un mundo que grita,

pero sabiendo que

solo quiere un pequeño lugar

donde existir en paz.

No más guerras escondidas.

Puede mirar debajo de sus uñas

porque ya no presiona puños

con lágrimas desconocidas.

Estrellas perdidasWhere stories live. Discover now