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—Joe...—mi voz es un susurro, creo que estoy temblando, es él,¡es él! —H-Hanna, por favor trae un café para el señor Miller.

—Claro Oli,¿tú necesitas algo más?.

La miro y frunzo el ceño, no porque no haya entendido lo que dijo, si no porque debo dejar de mirar a Joe como lo hago, sólo niego con mí cabeza y Hanna sale apresurada de mi oficina, la voz de éste espécimen me trae de vuelta a la realidad:

—Olivia, es un placer trabajar contigo, no esperaba volver a verte tan pronto —lo miro con fijeza y alzo una ceja, él sólo me da una sonrisa divertida y me doy cuenta de que miente descaradamente, claro que quería volver a verme, me doy cuenta de que, le pasa exactamente lo mismo que a mi.

Momento, le pasa lo mismo que a mi...

De repente abro mis ojos desmesuradamente, no puede ser.

¡Madre del amor hermoso!. Éste hombre está interesado en mi. Veo que mueve su boca y espabilo al darme cuenta de que, me hace una pregunta:

—¿Olivia, preciosa te sientes bien? Estás muy pálida.

—S-Si me sien-to... Me siento bien, comencemos por favor con nuestra reunión.

Aclaro mi garganta, trato de tener compostura para no tirarme a los brazos de éste hombre que me mira como si fuera el agua en el desierto;tan ensimismada estaba que no me di cuenta de que mi secretaria,estaba aquí hasta que oi su carraspeo —Gracias Hanna, puedes retirarte, te llamo si necesitamos algo.

La reunión duró poco más de una hora, los planos que me trajo Joe son perfectos, es todo lo que yo quería para mi local y sólo pedí unos pequeños cambios.

Decido que ya tuve suficiente de estructuras y números, así que lo invito a almorzar, cosa que nos sorprende a ambos, pero ya quiero conocer a este hombre y si él no avanza, lo haré yo.

—Bien,¿eliges tú o elijo yo?—èl rasca su nuca y no sabe que decirme, me río y él me mira con una sonrisa timida —Ven, vamos a un lugar que, estoy segura, te encantará, manejo yo.

Tomo mi bolso, dejo los papeles en mí escritorio acomodados y me pongo de pie, nos miramos fijamente.

Joe se encoge de hombros y se deja llevar, bajamos por el ascensor bajo la mirada de Hanna, a quien le digo que vuelvo mañana, algo que la asombra completamente porque siempre soy la última en irme, la miro y ella solo me sonríe, me haces señas diciendo que mañana deberé contarle todo con pelos y señales, ruedo mis ojos y le sonrío.

Bajamos y entramos a mi auto, nos ponemos los cinturones y salimos directo al destino que elegí para nosotros.

—¿A dónde me llevas mujer?.

—Vamos Brooklyn, hay un mercado con muchos lugares para comer y suelen ser fantásticos. ¿Por qué esa cara de espanto? —suelto una carcajada sonora y miro de reojo su cara, es un poema.—¿Es qué acaso nunca fuiste a Brooklyn?.

—¡Claro que si!, es sólo que nunca comí en un lugar de esos, no me molesta, sucede que no acostumbro a hacerlo -—freno en un semáforo y me tomo mi tiempo para observar sus facciones, él gira y me mira también, salgo de mi realidad gracias al claxon que suena atrás de mi.

—Bueno, este lugar te gustará y mucho.

—Estoy seguro de que será inolvidable.— me doy cuenta de que lo dice mirándome fijamente y yo solo me remuevo en mi asiento.

—¿Cómo es que vamos a ese lugar?.

—Mi familia y yo vivimos allí, en Brooklyn, sucede que puse mi oficina en Manhattan por temas comerciales, ya sabes, para la gente, un lugar como en el que yo trabajo, siempre entra por los ojos y es una zona para hacer negocios.

Belleza del alma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora