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¿A dónde llevo a Oli a cenar?. Después de un increíble almuerzo y ese beso que me dejó en el cielo, le pedí ir a cenar.

Pensé en muchos lugares, pero preferí algo mas íntimo y privado, cualquiera pensaría que es con doble intención, admito que en lo profundo de mi mente, bueno no tan profundo, quisiera que la noche se extendiera, pero presiento que quizás, seria muy apresurado para Olivia.

Y demonios,¿a quién quiero engañar?. Deseo que pase mucho con ella esta noche, quiero algo relajado y cómodo para los dos.

Me gusta cocinar, así que preparo una receta liviana, escojo un buen vino y decido que el postre, sean unas fresas con chocolate.

Si lo sé, el chocolate es afrodisíaco, pero como dije, en lo no tan profundo de mi mente, todo es con doble intención.

Hoy cuando llegamos a su empresa, fué dificil para mi despedirme, porque no quería despegarme de ella. Jamás me sucedió algo así, pero luego de probar sus labios, sentí que podía volverme un adicto a ellos.

Cuando me subí a mi auto, iba pensando en que podía hacer para nosotros en esta cena, quería sorprenderla y por eso, una hora después de llegar a mi departamento, le mandé un mensaje dándole mi dirección, rogando que dijera que si y no rechaze mi propuesta.

Afortunadamente, dijo que si y ahora estoy esperándola, decidí vestir una camisa negra y un jean azul, traté de vestirme los más casual que pude. Siento que así, vamos a estar más sueltos, o quizás soy yo el que está nervioso y vestido así, me siento menos estructurado, más hombre común y menos arquitecto exitoso, si soy muy bueno en mi trabajo y me enorgullece decirlo.

Suena el timbre y mi respiración, se torna pesada, voy a abrir la puerta y mi corazón se salta un latido.

Olivia está espectacular, tiene puesto un vestido negro, escotado, adelante está unido con pequeñas tiras que lo unen de un lado al otro, de tal forma que el dibujo deja ver su vientre.

Estoy atónito y babeando como un perro que tiene un hueso delante, veo como ella mueve sus labios y yo frunzo mi ceño. Ella me sonríe y me dice:

—Joe ¿puedo entrar o hubo cambio de planes? —ella ladea su cabeza y yo despabilo para dejarla entrar, su perfume a rosas me relaja y tomo una decisión, la agarro suavemente del brazo y la giro hacia mi, acaricio su mejilla y la beso lentamente, ella suelta un suave gemido y la aprieto mas contra mi cuerpo.

—Hola preciosa —ella abre sus ojos y me mira fijamente, me sonríe y creo que mi cara, debe ser la de un idiota muy gracioso, porque ella suelta una sonora carcajada.

—¡Vaya!. Me gusta tu recibimiento, ahora me pregunto, ¿por qué aquí, en tu casa y no en un restaurante? — por momentos dudo en decirle mis motivos y ser sincero con ella. Me doy cuenta de que, con esta mujer, no quiero secretos y le digo:

—Quería tenerte a solas para mi, compartir un momento privado y robarte besos cuando yo quiera.

Noto como se sonroja y yo, sonrío complacido debido al efecto que causo en ella —Ven, quiero mostrarte donde cenaremos.

Caminamos hasta el balcón, donde tengo preparada una mesa con velas y rosas, es de noche y las luces de la ciudad, hacen que la vista sea mas maravillosa aún, ella se asombra y me reconforta saber, que le gusta todo lo que hay aquí, la ayudo a tomar asiento y le digo que buscaré la comida y la bebida.

Sirvo su copa y también lo que preparé, quiero y necesito agasajar a esta mujer y entiendo porque.

Quiero que esta maravillosa persona, se enamore de mi. Suena loco, pero eso es lo que busco y se que lo voy a lograr. Anhelo tener algo lindo con ella.

Belleza del alma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora