Cuando subes al tren

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Cuando subes al tren
ocurren cosas muy extrañas
crees saber el destino de tus pies
aunque éstos no tengan ojos.

Pones una mano en el fuego
y la otra también y esperas
que los demás hagan lo mismo.

Y cuando viajas en un vagón
de oscuras ventanas
porque la luz tiembla
en la tierra de las entrañas,
tus ojos creen saber
a donde llevan tus pies
sin las certezas que abrigan
al entendimiento.

Mientras tus manos imploran
para acabar ilesas del trayecto,
esperas que el oscuro vagón
de oscuras ventanas
porque la luz tiembla
en la tierra de las entrañas
te lleve a ti también,
justo al destino donde tus pies
creen saber...
Justo al momento
en el que decidiste
subir a ese tren.



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