Ver y sentir

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Fue necesario un segundo
para mirar por la ventana
el atardecer de los tiempos,
y otro más fue necesario
para sentir que la vida
vivía su desgana
y con desgana soplaba
también el viento
en esta tierra vencida.

A pocos metros de mi mirada,
se dejaron tocar las canciones
por las guitarras del lamento
y por las voces desesperadas.
Corrieron los bemoles ahogados
de la funesta melodía
y su fúnebre acompañamiento
por el río de las elegías.

Otro segundo fue consumido
para divisar aquella llanura
de las palabras sordas
y fijadas por el firmamento,
donde volaron antaño los significados
para perderse por los mares del tiempo.

El amor, la soledad, la agonía,
la tristeza, la melancolía o la felicidad, dejaron de sentirse
al segundo siguiente
condenando al poeta a caminar
por los círculos de la mediocridad.

Finalmente, en un solitario cartel
de madera mugrienta
que jugaba con la putrefacción,
la lejanía de la mirada clamaba:
«Ver y sentir»
a la vez que revelaba una dirección.

Dándose cuenta de su débil existencia
ante las gélidas miradas
y corazones ciegos que lo rodeaban;
siguió clamando un pequeño pasaje
al cielo de los sueños vencidos:

«Solo tenemos dos segundos;
el primero para aprender
y el segundo para olvidar».

Y para no unirme a la banda
de los sinfónicos caídos
ni los poetas mal nacidos,
bajé las escaleras dando brincos
y puse mis pies sobre el camino
esperando que me llevara
hacia los sueños
que no habían sido vencidos.



Ver y sentirOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz