Prólogo

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                 El viento soplaba fuerte, me desplazaba de un lado a otro como una pluma sin rumbo. Sentía que alguien me seguía desde hace un rato, pero cuando me giraba, no había nadie ni nada. Al mirar hacia delante veía un hermoso campo lleno de flores de diferentes colores, formas y olores. Parecía que todo lo que tocaba se desvanecía, como si nunca hubiera estado allí, ya que por donde había pasado estaba desértico. El viento paró de soplar y las flores que se encontraban en frente mía empezaron a desaparecer poco a poco, pero en el centro del campo quedaron unas cuantas que formaban un ojo multicolor. Me acerqué para verlo de cerca y al agacharme para tocar una de las flores, una llama azul intensa las empezó a quemar. La llama se apagó cuando terminó con todas las flores, ese ojo multicolor que había antes había desaparecido, ahora el ojo era tenebroso. El suelo empezó a temblar cada vez más fuerte y una franja se empezó a dividir por la mitad el ojo. La franja creció hasta que formó un gran precipicio, entonces el viento volvió a soplar. Me empujaba al precipicio, yo intentaba correr en sentido contrario, pero no servía de nada. Gritaba con todas mis fuerzas para que alguien me ayudara, pero allí solo estaba yo y el ojo. Segundos después deje de notar el rígido y frío suelo, sentía que la oscuridad me engullía rápidamente mientras descendía en las profundidades de la franja. De repente sentí un golpe en la cabeza y todo se volvió más negro de lo que ya era.

               Me desperté sudando en mi habitación. Había sido una pesadilla, llevaba días soñando con ese ojo, pero cada vez era en un lugar diferente. Miré la hora del reloj digital de la mesilla, era pronto para levantarme, pero no podía seguir en la cama por lo que me fui al baño para darme una ducha e intentar olvidarme de lo que había soñado, pero eso resultaba imposible. Tenía unas ojeras muy profundas y sueño desde hace una semana, cuando cerraba los ojos volvía a ver ese ojo mirándome fijamente como si esperara algo de mí. Desayuné despacio. No tenía ganas de comer nada, pero mi madre al oír la ducha se había levantado para hacerme el desayuno y me obligaba a comérmelo. Aun no le había contado lo de mis pesadillas, sabía que si se lo decía tendría que ir a un psiquiatra para que le contase todo y no me apetecía que me tomasen como una loca. Salí de casa media hora antes de que empezara el instituto, necesitaba relajarme y respirar aire puro.

             En clase estaban mis compañeros sentados en las mesas hablando sobre lo que había hecho el fin de semana. No me apetecía fingir que no me pasaba nada y sonreír como una tonta todo el rato, así que decidí sentarme en mi sitio y esperar a que empezara la clase.

            La mañana pasó como cualquier otro lunes, pero al terminar el recreo un chico nuevo entró en nuestra clase y se sentó al fondo. Después de que el profesor de física dejara sus papeles encima de la mesa indicó al chico que se acercara para presentárnoslo. Se llamaba Karim, llevaba una semana aquí, venía de Toledo y había nacido en Arabia Saudí, pero por trabajo su familia nunca estaba en un lugar más de un año. Mientras él hablaba noté, la mirada tenebrosa de mis sueños, miré alrededor, pero nadie me miraba, todos miraban al nuevo embobados escuchando la historia de su familia. Cuando dirigí mi mirada a donde estaba Karim vi que sus ojos me miraban fijamente y reconocí esos ojos fríos, tenían el mismo aspecto tenebroso que el de mis sueños. Tuve que quedarme pálida, porque el profesor me preguntó que si estaba bien. Al negarle con la cabeza me dijo que me fuera al baño a mojarme la cara y que cuando estuviese mejor volviera. Me levanté muy rápido con la cabeza baja para que nadie viera mi aspecto, pero sin querer rocé mi piel con la de Karim y tuve una visión.

             En ella me veía sentada en una silla antigua con una capa negra y me tapaba la cara una caperuza, delante de mí estaba el ojo flotando en el aire y alrededor de él estaban un montón de personas vestidas como yo que recitaban una frase en otro idioma que no entendía.

             Volví a la realidad momentos después, me encontraba en el mismo sitio que antes y todo seguía igual que antes de la visión, el tiempo se había parado mientras se me aparecía esa escena. Comprendí entonces que yo no estaba loca y que todo lo que me pasaba tenía algo que ver con él, porque todos mis sueños habían aparecido hace una semana, justo el tiempo que llevaba Karim en esta ciudad.

A DestiempoWhere stories live. Discover now