A Destiempo

Capítulo 5

           Segundo día. Todo transcurría con tranquilidad, parecía que nada había cambiado. Las calles se ocupaban por niños felices jugando y corriendo, el sol seguía iluminando cada rincón, el segundero continuaba avanzando como riéndose de mí, en sí la vida avanzaba a mi alrededor. Sin embargo, yo no era capaz de lo mismo.

          Busqué mi diario y lo abrí en la última hoja escrita. Agarré una pluma y me dispuse a relatar las sensaciones que se acumulaban en mi interior. Era mi vía de escape. Podía pasarme horas escribiendo en aquellas hojas y nada me hacía tan feliz. Tal vez podría ser extraño, algunos preferían contárselo a algún amigo o persona cercana o acudir a un psicólogo que les ayudara a sobrellevar ciertas situaciones. No obstante, eso no era para mí. abrirme a una persona y contarla todos mis sentimientos y emociones, y el porqué de mi estado, era lo más complicado para mí. Prefería guardar ese cumulo de cosas en mi interior y sacar mis propias conclusiones. Era demasiado reservada.

          Las palabras fluían haciendo que las paginas se llenaran con rapidez. Entre medias me paraba a inhalar para intentar no derramar ninguna lágrima más. Ya había llorado bastante, era hora de obligarme a mí misma a parar, a reaccionar. Me lo debía.

                — ¿Puedo? – llamó mi madre a la puerta.

                — Sí, pasa mamá – sorbí mi nariz y me sequé los ojos aparentando que todo iba bien, aunque no fuera verdad.

                — Sé que aún es pronto, pero debemos ir a casa del abuelo a recoger sus cosas. – comentó mi madre con la voz muy pausada visualizando mi reacción – Si no quieres venir hoy, no pasa nada, iremos otro día cariño – añadió acariciándome el pelo cariñosamente.

                — Está bien, vayamos hoy. Cuanto antes terminemos mejor – me levanté de la cama para comenzar el día.

                — Vale, como tú quieras cielo – me sonrió cálidamente intentando trasmitirme ánimos – La comida ya está lista, después de comer vamos.

                — Ahora bajo – dije antes de que desapareciera por la puerta.

           Comencé a moverme por la habitación cogiendo las cosas necesarias para prepararme. Necesitaba salir de este trance, volver a ser yo. En los momentos difíciles es los que se demuestra quién eres de verdad. Y yo no era así. Debía ser fuerte afrontar todos los obstáculos que vinieran. Aun había muchas cosas que averiguar, y lo principal de todo era averiguar la causa de muerte de mi abuelo. Mi madre había preferido ocultármelo, según ella para mi bienestar. Pero si mi abuelo tenía relación con El Círculo, ellos sabrían algo.

- Cariño, cuando termines avísame y nos vamos. Mientras voy a preparar algunas cosas – me comentó mi madre antes de salir de la cocina.

          Asentí contestándole y dirigí mi vista al plato de comida que estaba enfrente de mí. Me centré en él. Lo observé fijamente, como los colores de cada alimento se mezclaban entre sí provocando un remolino de lo más llamativo. No tenía apetito, lo que menos me apetecía en esos momentos era comer algo. Pero me obligue a mí misma a comer, aunque fuera solo una cucharada para reponer fuerzas.

          El trayecto desde mi casa a la de mi abuelo, se me hizo demasiado corto. Mis pensamientos volaban de un recuerdo a otro, aquellos momentos que pasé con él. Desde el primero al último. Y en ese último, apareció alguien que no me lo esperaba. Aquel desconocido que se había vuelto tan habitual en mi vida.

          Como era habitual, la puerta se atascó. Mi madre intentó varias veces más, pero seguía sin poder abrirse. Una sonrisa triste escapó de mis labios al recordar el truco para conseguir entrar. Aparté a mi madre con cuidado y agarré la llave. Di unos golpecitos a la puerta, introduje la llave en la cerradura, y estiré el brazo hacia la parte superior para abrir el cerrojo que impedía dar vueltas a la llave. Finalmente, la puerta cedió y nos permitió introducirnos en su interior.