Capítulo 3

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           La mañana transcurría con normalidad. Tras las primeras tres horas de lecciones nada fuera de lo común había sucedido. Aunque puede que fuera porque aún no había coincidido con Karim. Un alivio para mí. La intensa mirada que siempre me dedicaba cada vez que nos veíamos, me hacía sentir inferior, era como si él tuviera más información mía que yo misma. Y eso me inquietaba. La única cosa positiva que se me ocurría referido a todo este tema, era que las otras tres raras personas no se encontraban matriculadas en este instituto, por lo que podía recorrer el lugar sin miedo a encontrarme a alguno de ellos apoyado en una esquina sintiéndome vigilada. Sería abrumador.

          Desde el comienzo de las clases no había visto a Delia. Íbamos a distintas clases. Desde hace tres años, cuando nos obligaron a escoger unas asignaturas para nuestro futuro. Ninguna de las dos estábamos demasiado convencidas con que decisión tomar, pero al final ella se decantó por Humanidades, ya que quería realizar la carrera de magisterio, y en cambio, yo escogí Ciencias. Aún me pregunto si mi decisión fue la correcta, siempre me había interesado la biología, sin embargo, puede que cada palabra componente de una simple frase que a la vez formara parte de una maravillosa historia, llenara mi interior más que cualquier otra cosa. Me fascinaba crear historias en las que poder olvidar todos los problemas de mi alrededor. Quedándonos solo, yo y ella. En ellas podía expresarme tal como era, sin que nadie pudiera criticarme ni juzgarme. Era completamente libre.

          Me dirigí al patio interior en su busca. No la vi. Decidí volver y recorrer el edificio en su busca empezando por su clase. Tampoco. Empecé a desistir cuando alguien por detrás de mí me tocó llamando mi atención. Delia. Por fin. Me estaba desesperando. La hora de descanso siempre la pasábamos juntas era costumbre, solo ella y yo, aunque a veces alguien más se unía. Me encantaban esos momentos, ya que nos contábamos lo más interesante o divertido que nos había ocurrido, con el fin de olvidar nuestros problemas personales. Sin embargo, no siempre funcionaba.

               — ¿Qué tal el día? - me preguntó alegremente.

               — Bueno, uno más... Pero ya veo que el tuyo ha sido mejor - la incité para que me contara guiñándole un ojo.

              — Pues sí. - afirmó - Oye, ¿te vas a comer tu bocadillo? - una pequeña carcajada salió de mis labios, esta chica era un as cambiando de tema. Se lo ofrecí y sin más dilación ella lo agarró - Por dónde me llegaba..., a sí. Lucas me ha dado esto - dijo ofreciéndome una bolita de papel.

          La abrí con rapidez deseando descubrir que escondía aquella diminuta pelota arrugada. Me sorprendió. Era una pregunta formulada con la intención de quedar él y ella a solas. Esto no me lo esperaba y menos viniendo de él. Tenía fama de ser mujeriego, por lo que no me hacía mucha gracia que ahora se le hubiera antojado estar pendiente de Delia. Ella era una buena chica y no quería que él la hiciera daño.

               — Yo tampoco me lo creí, pero cuando luego le miré a los ojos supe que lo decía de verdad - la dediqué una sonrisa tensa.

          Sabía que había estado esperando a que esto sucediera durante mucho tiempo. Lucas era un chico de su pueblo por el que sentía algo desde hace tres años.

              — ¿Y cuándo vais a quedar? - me interesé.

              — ¡Hoy! - gritó entusiasmada - ¿Podrías pasarte por mi casa para ayudarme a prepararme?

              — Clar...

              — No puede, tiene planes - dijo una voz a la que yo ya tanto conocía interrumpiéndome.

A DestiempoWhere stories live. Discover now