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「 02 」

CAPÍTULO II
❬❛ 🥀 ⋮ Ardor ❜❭

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Las clases corrían con normalidad en el gran castillo. Pero la noticia de la enfermedad de las flores no dejaba de sonar, día con día se presentaba más de un nuevo caso, y eso obligaba a que todos los estudiantes y docentes se preocuparan. El ambiente no era nada alegre, las pérdidas siempre traían dolor y amargura. Rencores nuevos nacían y personas culpables caminaban como fantasmas por los pasillos.

El rubio de slytherin pasó sus horas libres con un par de amigos, recorriendo los pasillos del colegio, hablando de los temas más nuevos, mofándose de las personas que caían en esa extraña enfermedad. Para ellos, era patético.

Pararon en el campo de quidditch, pues había entrenamiento, los leones de gryffindor se encontraban practicando para su próximo juego contra los tejones hufflepuff, no querían perder, pues bastante mal ánimo tenían ya aquellos leones.

El pequeño grupo de slytherins decidió quedarse a observar aquello, y burlarse por cualquier mínimo error que cometieran los jugadores y practicantes. Claro, que para esto debían de pasar desapercibidos, la mayoría, por no decir todos, no eran bien recibidos en ese lugar en ese momento.

Señalaron las fallas obvias que había con algunos, el equipo parecía muy distraído, mucho más separado, el estrés de la enfermedad les consumía y no mostraban el mismo rendimiento de siempre.

Draco fijó su mirada en el chico de gafas redondas y alborotado cabello. No hizo ningún  mínimo esfuerzo en ocultar su desagrado cuando lo vio saludarse y abrazarse con aquella, Weaslette. Le sonreía de una manera muy boba, con sus estúpidas mejillas sonrojadas mientras las manos de ambos se entrelazaban con notoria timidez.

Como odiaba esa sonrisa.

A veces deseaba que esa boba sonrisa que decía odiar fuera dirigida hacia él. Pero no importaba cuantas veces el joven Malfoy intentara obtener la atención de Potter, no lo conseguía. No de la manera en la que anhelaba en secreto. Siempre obtenía las miradas llenas de odio, o llenas de sospecha, como si fuera la peor persona del mundo. Si bien Draco no era una blanca paloma, tampoco era el peor de los alumnos, aunque quizá para Harry Potter y su magnífica cicatriz sí lo era.

Aquel par solo comenzó a alejarse cada vez más del panorama. Y entre más lejos de los demás jugadores se encontraban, sus cuerpos se acercaban poco a poco. Malfoy solamente tomó las pocas cosas que llevaba con él y salió en sentido contrario. Salió demasiado rápido de las profundidades del campo, no le dio tiempo a nadie de seguirle. Por alguna razón se sentía demasiado enojado después de ver aquella escena. Aunque quería pensar que era el desprecio que tenia hacía los Weasley, en el fondo sabía que había algo más detrás de su reacción.

El frío viento chocaba con su rostro, haciendo que su temperatura corporal bajara gradualmente. Los días en Hogwarts últimamente eran grises, y aunque ese clima le gustara al rubio, le comenzaba a parecer bastante deprimente.

Tras unos minutos de caminata sin sentido, llegó a un árbol y se sentó bajo este, recargando su espalda en el grueso tronco. Relajándose un poco, lo que menos quería era pensar en aquel chico cara rajada al que le llamaban el elegido.

Potter siempre había llamado la atención de todos desde el primer día en el vagón. Había sido tema de que hablar desde mucho antes que supiera limpiarse la baba.