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「 10 」

CAPÍTULO X
❬❛  🥀  ⋮ Vuela  ❜❭

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     Harry caminaba a pasos rápidos a la habitación del slytherin. Los amigos del gryffindor estaban consientes del estado de Malfoy. Él les había contado casi todo, para evitar sospechas y preguntas. Los necesitaba en ese momento, pues no podía pensar con claridad.

Entró al cuarto donde atendían al rubio y movió una silla para quedar al lado de la camilla. El platino estaba conectado a algo muy similar a un monitor con electrocardiograma muggle. Suspiró observando los latidos de su corazón, eran muy débiles, después pasó sus ojos al rostro del rubio, el cual se mostraba carente de expresión. Ni un rastro del Malfoy que él conocía, el mismo que le molestaba por las mañanas o con el que podía hablar bien por las noches.

Abrió un libro, el chico tenía yendo al hospital cinco días seguidos y le leía el mismo libro, uno del que alguna vez Malfoy habló. Ya iba por más de la mitad. A veces se trababa al momento de leer alguna palabra, pero no había nadie que le dijera algo para corregirle, no estaba ese molesto "Potter, ¿no aprendiste a leer?", no había nada, en esa oscura habitación solo se escuchaba la voz de Harry y el sonido del aparato que medía los latidos de Draco.

—Malfoy, la escuela no es lo mismo sin ti—. Harry dejó de lado el libro y tomó la mano del rubio, estaba helada. Estuvo acariciando la mano de éste por un momento, cuando escuchó que alguien quería abrir la puerta. Potter se apartó y tomó el libro.

Narcissa Malfoy entró, tenía los ojos rojos, y en su mano llevaba un pequeño ramo de flores bastante bonito. Las favoritas de Draco, probablemente.

—Ya me iba—. Apenado, Harry bajó su cabeza cuando pasó al lado de la mujer. Esta no dijo nada, solo se acercó a la camilla y dejó las flores en un recipiente transparente.

     Potter decidió darles algo de privacidad y cerró la puerta. No podía imaginarse el dolor de la madre, sabía que amaba mucho a su hijo, sabe que desde el primer año aquella mujer le manda dulces a Draco, acompañados de pequeñas cartas. El moreno negó un par de veces, y decidió regresar a Hogwarts a descansar un poco, le hacía falta.

Tardó algo de tiempo en llegar al enorme castillo y entrar a la sala común de gryffindor. Sus dos amigos le saludaron, y notó que había una rubia al lado de Ginny, quien se acaba de levantar para saludarle con un abrazo. Ella sabía lo mal que estaba Potter, y no dudaba en intentar darle apoyo o ánimos.

—¿Ha mejorado?—

—Sigue igual, como si no estuviera aquí—.

La pelirroja se puso de puntillas para besar la frente de Harry, en un gesto fraternal. Ante esto, Potter le abrazó, necesitaba eso. Estuvieron abrazados por un par de minutos y los demás se unieron al abrazo. Incluida Luna.

Se separaron y le sonrieron con algo de pena a Harry, la chica Ravenclaw se acercó al moreno y comenzó a decir un montón de cosas que no comprendía, pero el final de ese extraño monólogo le llamó la atención.

—Solo tienes que hablar con él—.

Le dejó pensativo, no era algo que pudiera hacer, Malfoy no podía resolverle sus dudas en el estado en que estaba. Era imposible.