《Veintinueve》

978 120 15
                                    

-¿Cómo les fue hoy?

-A mí bien -sonrió Zabdiel.

-¿Y a ti, cariño?

-¿Eso importa?

Chris aún tenía un relación algo difícil con su madre. Aunque intentaba llevar la paz.

Una pequeña patada en su pierna lo hizo suspirar.

-Pues mal -dijo por fín, sin despegar su mirada del plato.

-A Chris le dieron una última oportunidad para pasar el examen y tener más posibilidades de acceder a la beca -sonrió feliz- estoy seguro que todo irá bien.

-Me alegro de que haya elegido la Universidad de Washington -miró a su hijo con una sonrisa, descolocando a Zabdiel con sus palabras.

-Mamá...

-¿Universidad de Washington? -preguntó confuso.

-Así es -asintió.

-Mamá -la miró esperando que se callara, está lo miró sin entender- Zabdi...

-¿Universidad de Washington? -le preguntó a Chris- ¿es verdad?

Su corazón comenzó a latir de prisa, sintiendo un nudo en su garganta que crecía cada vez más porque sabe que no puede tenerlo tan lejos. Miró a Yenny un momento, susurrando unas disculpas para luego levantarse de la mesa para irse sin recoger su mochila del cuarto de Chris.

-Zabdiel -lo llamó yendo detrás suyo, abriendo la puerta cuando iba a cerrarla- ¡Zabdiel!

El rizado movió sus piernas con rapidez hasta que se encontró corriendo lejos del mayor, o intentándolo; Christopher lo alcanzó fácilmente cuando llegaron a un espacio verde vacío, tomándolo del brazo.

-¡Suéltame! N-no -se quejó, forcejeando para liberarse cuando lo rodeó con sus brazos.

-Basta -lo apretó contra su cuerpo sintiéndolo lloriquear y retorcerse, pisando sus pies varias veces.

-Te odio, ¡te odio!

Se removió con más fuerza hasta que ambos cayeron al suelo y Christopher lo puso entre sus piernas rápidamente con la espalda del chico contra su pecho, sujetando sus manos juntas y pasando sus piernas por encima de las de Zabdiel. Lo dejó inmóvil.

-Suéltame -susurró con débiles intentos de moverse.

-No. Lo siento.

-¿Qué más da? Si vas a irte lejos.

-Es que tú no entiendes...

-¡Deja de tratarme como un niño! ¡yo entiendo!

-¿Qué es lo que entiendes? -habló en su oído- ¿qué es lo que entiendes de esta situación?

-Vas a irte muy lejos, me mentiste -dijo dolido- ¿por qué? No me gusta que tú me mientas, no creí que algún día ibas a hacerlo.

Christopher aflojó el agarre en las manos de Zabdiel notando que no iba a escapar, y masajeó estas con cuidado. Entrelazó sus dedos dejando la palma sobre el dorso de la mano ajena, haciendo lo mismo con la otra para guiarlas con las suyas hasta abrazarlo por la cintura, besando su mejilla.

-Lo siento. Sé que debí decírtelo, ahora es cuando sabes que por más que lo intente acabo lastimándote de una forma u otra.

-No tenías que ocultarlo, simplemente decirlo...

-¿Eso hubiera cambiado lo que sucede ahora?

Zabdiel no dijo nada, dándole la razón. Tal vez ahora mismo estaba actuando como un niño malcriado, pero no quería tenerlo lejos; quería tenerlo cerca, vivir de los abrazos que le brindaban seguridad y escucharlo decir todos los días que era suyo, y que el mayor también le pertenecía.

-No quiero que te vallas -rogó, queriendo darse vuelta. Chris se lo permitió y enseguida Zabdiel movió sus piernas a un costado, abrazándolo por el cuello- por favor.

Christopher cerró sus ojos al sentir su cuello mojarse, escuchándolo llorar sobre su hombro. Se había torturado días y noches para tomar esa decisión, al final sintiéndose estúpido.

Al no poder levantarse del suelo sólo apretó el agarre en la cintura del menor, intentando calmarlo.

-Lo siento, bebé.

-¿No vas a extrañarme?

-Voy a extrañarte demasiado -acarició sus rizos con una de sus manos.

-Entonces no me dejes -se separó lo suficiente para verlo a los ojos- los dos vamos a extrañarnos.

-Ya es tarde, pequeño.

-¿Por qué? -hizo un puchero bajando su mirada.

-Porque envié la confirmación hace una semana -susurró.

-Puedes cancelarla ¿verdad? -preguntó ansioso. Chris negó mientras limpiaba sus mejillas.

-No puedo hacerlo, cariño.

-Si puedes. No pueden obligarte a aceptarla.

Chris apretó sus labios con ganas de llorar al verlo de esa manera. Tan inocente, que no sabe como decirle que en verdad quiere aprovechar su oportunidad.

Corrió un rizo que caía sobre su frente y depositó un beso en esta, sintiendo sus manos sobre sus hombros.

-Tú no quieres cancelar la solicitud,  ¿cierto?

-Bebé...

-¡No! -gritó empujándolo.

-Debes entender que esto es lo que yo...

-¡No quiero entender!

Con una rapidez que no conocía se zafó de Vélez, tropezando pero incorporándose al instante para correr.

-¡Zabdi no!

Christopher se levantó del suelo ignorando el calambre repentino en su pierna que detenía un poco su corrida. Bufó cuando lo vio cruzar la calle, reconoció la casa Joel y entonces lo dejó ir, recargándose en un árbol con una mueca de dolor.

La puerta de la casa Pimentel fue abierta por Patricia, la madre del mexicano que enseguida abrazó suavemente a Zabdiel al verlo en ese estado, haciéndolo pasar.

-¡Puta madre! -exclamó furioso.

Golpeó con el puño al árbol, ignorando sus nudillos cubiertos de sangre para ir a sentarse en una banca del pequeño parque. Pasó las manos por su nuca, maldiciendo cuando su celular sonó.

Lo único que hizo fue sacarlo de su bolsillo para arrojarlo con furia contra el cuerpo de una farola.

No puede sentirse peor al saber que lo ha lastimado.


Único ➳ Chrisdiel Where stories live. Discover now