V.- Más de Lulú

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Algunos días de fiesta, por la tarde, Andrés acompañó a Lulú y a su madre a dar un paseo por el Retiro o por el Jardín Botánico. 

El Botánico le gustaba más a Lulú por ser más popular y estar cerca de su casa, y por aquel olor acre que daban los viejos mirtos de las avenidas. 

—Porque es usted, le dejo que acompañe a Lulú —decía doña Leonarda con cierto retintín. 

—Bueno, bueno, mamá —replicaba Lulú—. Todo eso está de más.

En el Botánico se sentaban en algún banco y charlaban. Lulú contaba su vida y sus impresiones, sobre todo de la niñez. Los recuerdos de la infancia estaban muy grabados en su imaginación. 

—¡Me da una pena pensar en cuando era chica! —decía. 

—¿Por qué? ¿Vivía usted bien? —le preguntaba Hurtado. 

—No, no; pero me da mucha pena. 

Contaba Lulú que de niña la pegaban para que no comiera el yeso de las paredes y los periódicos. 

En aquella época había tenido jaquecas, ataques de nervios; pero ya hacía mucho tiempo que no padecía ningún trastorno. Eso sí, era un poco desigual; tan pronto se sentía capaz de estar derecha una barbaridad de tiempo, como se encontraba tan cansada, que el menor esfuerzo la rendía. 

Esta desigualdad orgánica se reflejaba en su manera de ser espiritual y material. Lulú era muy arbitraria; ponía sus antipatías y sus simpatías sin razón alguna. 

No le gustaba comer con orden, ni quería alimentos calientes; sólo le apetecían cosas frías, picantes, con vinagre, escabeche, naranjas... 

—¡Ah! si yo fuera de su familia, eso no se lo consentiría a usted —le decía Andrés. 

—¿No? 

—No. 

—Pues diga usted que es mi primo. 

—Usted ríase —contestaba Andrés—, pero yo la metería en cintura. 

—¡Ay, ay, ay, que me estoy mareando! —contestaba ella, cantando descaradamente. 

Andrés Hurtado trataba a pocas mujeres; si hubiese conocido más y podido comparar, hubiera llegado a sentir estimación por Lulú. 

En el fondo de su falta de ilusión y de moral, al menos de moral corriente, tenía esta muchacha una idea muy humana y muy noble de las cosas. A ella no le parecían mal el adulterio, ni los vicios, ni las mayores enormidades; lo que le molestaba era la doblez, la hipocresía, la mala fe. Sentía un gran deseo de lealtad. 

Decía que si un hombre la pretendía, y ella viera que la quería de verdad, se iría con él, fuera rico o pobre, soltero o casado. 

Tal afirmación parecía una monstruosidad, una indecencia a Niní y a doña Leonarda. Lulú no aceptaba derechos ni prácticas sociales. 

—Cada cual debe hacer lo que quiera —decía. 

El desenfado inicial de su vida le daba un valor para opinar muy grande. 

—¿De veras se iría usted con un hombre? —le preguntaba Andrés. 

—Si me quería de verdad, ¡ya lo creo! Aunque me pegara después. 

—¿Sin casarse? 

—Sin casarme; ¿por qué no? Si vivía dos o tres años con ilusión y con entusiasmo, pues eso no me lo quitaba nadie. 

—¿Y luego?... 

—Luego seguiría trabajando como ahora, o me envenenaría. 

Esta tendencia al final trágico era muy frecuente en Lulú; sin duda le atraía la idea de acabar, y de acabar de una manera melodramática. Decía que no le gustaría llegar a vieja. 

En su franqueza extraordinaria, hablaba con cinismo. Un día le dijo a Andrés: 

—Ya ve usted: hace unos años estuve a punto de perder la honra, como decimos las mujeres. 

—¿Por qué? —preguntó Andrés, asombrado, al oír esta revelación.

—Porque un bestia de la vecindad quiso forzarme. Yo tenía doce años. Y gracias que llevaba pantalones y empecé a chillar; si no... estaría deshonrada —añadió con voz campanuda. 

—Parece que la idea no le espanta a usted mucho. 

—Para una mujer que no es guapa, como yo, y que tiene que estar siempre trabajando, como yo, la cosa no tiene gran importancia. 

"¿Qué había de verdad en esta manía de sinceridad y de análisis de Lulú? —se preguntaba Andrés—. ¿Era espontánea, era sentida, o había algo de ostentación para parecer original? Difícil era averiguarlo". 

Algunos sábados por la noche, Julio y Andrés convidaban a Lulú, a Niní y a su madre a ir a algún teatro, y después entraban en un café.

El árbol de la cienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora