Parte 7

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VII

Ahora

La conexión a la red en la Plaza Sintagma existe, pero es lenta y no sirve de mucho. Lotta se desconecta de la señal porque sabe que si no está dispuesta a pagar las tasas extras por utilizar la señal de su país fuera de sus fronteras, jamás llegará a su destino. El bullicio se acrecienta en la planta rectangular que conforma el corazón de Atenas, y frente al Parlamento, un grupo de manifestantes corean sus lemas. Lotta no quiere detenerse a escuchar, pero lo hace. Hablan sobre los impuestos, el paro, la calidad del aire y el precio de los alimentos. Es un país en crisis; no hace falta ser muy listo para darse cuenta.

Extrae de nuevo la fotografía en la que Ian sonríe a la cámara mientras abraza a una niña de apenas seis años. El fondo no está demasiado nítido, pero se distingue una farola de hierro forjado, una pared de ladrillo, una tienda con el rótulo de «comestibles» y una carretera de adoquines. Cree que aunque la dirección del reverso no sea exacta, podrá encontrarlo. Si tan solo contestara al teléfono cuando le llama...

Entra en pánico cuando el grueso de la manifestación se le echa encima y alguien le empuja lanzando al suelo su mochila. El contenido queda desparramado por la plaza y aunque Lotta se agacha para recuperarlo, la gente continúa avanzando, propinándole patadas y empujones sin querer. No se lo puede tener en cuenta porque su cuerpo es un gran obstáculo que sortear cuando se lo encuentran de sopetón, sin embargo, su mayor preocupación está en recuperar todos los documentos que se han caído.

―Por favor... ―suplica, tratando de que dejen de pisarlos.

Son importantes por varios motivos. El primero, es que obtenerlos no ha sido nada fácil. Ha tenido que ejercitar su paciencia con la burocracia y personarse en las oficinas pertinentes más de una vez. El segundo, porque sin ellos, Ian no podrá regresar a Lund.

Cuando cree que es seguro, Lotta se incorpora y se escabulle entre la multitud buscando un lugar en donde poder respirar algo de aire a través de su máscara. Se siente acalorada y cansada, y daría lo que fuera por un trago de agua.

―Siri, dime qué dirección debo tomar ahora.

Siri le indica el camino con pocas palabras e, implementada por Cyhi, le señala un lugar en donde proveerse de agua mineral.

Quince minutos después de intensa caminata a través de las callejuelas más céntricas de la ciudad, Siri hace un anuncio que a la chica le sabe a triunfo:

«Lotta Clarensius, ha llegado a su destino».


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