Parte 10

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Antes

―¿Estás segura, Lotta?

La voz de Sanna suena a través del auricular del teléfono porque Lotta no ha tenido valor para conectar la cámara y explicarle a su hermana que se marcha de viaje a un país anacronista.

―En el fondo, es algo que sabía que iba a suceder un día u otro.

Lotta llena su mochila con lo más indispensable. Un par de mudas, su pasaporte y los documentos que ha recopilado a lo largo de la última semana.

―Pero no tan pronto. Tu visado extra no son unos calcetines que regalar por Navidad.

Lotta aprieta los labios.

―Oye, Sanna, cuando me sometí a la esterilización voluntaria ya tenía planeado regalar mi visado de parentesco. Es legal cederlo a quién yo quiera. Lo he comprobado.

―Pero ¿qué pasará si dentro de unos años te das cuenta de que te has equivocado? ¿Que lo necesitas para otra persona?

Lotta se detiene y piensa en las palabras de su hermana.

―¿Crees que podrías necesitarlo tú? ¿Que Stefan y tú no tendréis suficiente con dos visados para formar vuestra familia?

―Oh, no he querido decir eso, Lotta.

―Necesito que me apoyes en esto, hermana ―gime la chica. Está pensando en sus padres y en cómo dieron la vida por una causa similar a la suya. Ayudando a quien más lo necesitaba.

―¿Le quieres?

Entonces Lotta se enfada. No necesita estar enamorada de él para querer ayudarlo. Ian es su amigo. Un estudiante talentoso con iniciativa que merece una oportunidad. Y ella está en disposición de dársela.

―Sanna...

―Vale, lo siento. Eres mi hermana. Y estaré a tu lado en cada decisión que tomes. Solo dime que irás con cuidado.

―Descuida. No voy a arriesgarme más de lo necesario.

Sanna sonríe componiendo una mueca entre el orgullo y la tristeza. Está lista para ver volar a su hermana pequeña.


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