Capítulo VI

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Las clases habían acabado y una pelirroja se iba con el castaño pálido, ya que ambos vivían cerca, despidiéndose de los otros dos.

Ambos emprendieron su camino a casa.

Parecían una pareja, la gente que los veía creían eso, que otra cosa puedes pensar; a pesar de que ellos no eran nada, esa acción era importante y no le molestaba a cierto chico. De hecho hace tiempo por una experiencia que tuvo el/la azabache, que no fue nada buena digamos, ocurrió en una ocasión que el no estuvo y la pelirroja no pudo hacer mucho.

Unos niños l@ acosar@n tanto, hasta llegar al punto de llegar a encerrarse en los baños para que no entraran, ya era hora de la salida y aprovecharon; entro en un ataque de pánico y llorando, una niña que entraba por urgencia, los miro para luego dar un grito, llamo la atención de un maestro que pasaba, pero salieron corriendo y lo único que se escucho fue un llanto.

Lograron sacarl@ con dificultad, la directora al enterarse llamo a su madre y al volver a casa, no dijo nada de lo que había ocurrido.

Para cuando se enteró el castaño acudió rápidamente a verl@, a pesar de que más tarde se metiera en problemas por darles una paliza que nunca olvidaron en sus vidas.

La única manera de que no entrara en pánico fue que la pelirroja la acompañarse todo el tiempo y el para sintiera confianza dejo que se colgara de su brazo. Se hizo costumbre, y ahora que había superado ese trauma con ayuda de unas terapias con su madre querida, ya no tenía miedo, pero eso no le quita que sienta a gusto ir a casa siempre del brazo de él.

Esperaron a que se colocara en rojo para poder pasar, los autos pasaban, como la gente también esperaba su turno.

Pero unos estudiantes que venían jugando empujaron al/la azabache y el castaño tuvo que abrirla fuerte para que no se fuera para enfrente justo cuando pasaba un auto.

La próxima podrían fijarse-una señora los reprendió.-le pegaron a mi hija y asentaron a esta jovencita, si no fuese por su novio...

Ellos escucharon y no digieren nada pero la gente solo dejo que la señora los riñera.

En casa.

La/lo había dejado y ese día su madre descanso para su suerte, solo subió a su cuarto después de saludarla.

Cerro con llave, dejando sus cosas aparte, se empezó a quitar el uniforme, para ir a darse una ducha rápida.

Necesitaba estar presente par su cita con su amado castaño, aunque no lo crean, le gustaba mucho, no era un enamoramiento de esos pasajeros, no lo eran para el/ella.

Media hora después.

Se miró al espejo revisando que todo estuviese en orden.

Su cabello acomodado y dándole un toque femenino, usando unos jeans pegados, con una blusón de mujer y un suéter aparte, con sus zapatillas, pero sobre todo su bolso cruzado que traía, todo estaba en orden, se veía bien.

Sonó el timbre, su madre abrió la puerta y escucho dos voces abajo.

Sabía quién era al escuchar la voz de su padre y de otra persona.

Suspiro, mirándose por última vez en el espejo, así que sin más salió de su habitación cerrándola de nuevo, para bajar las escaleras.

Al llegar al último escalón, miro a su madre, tan hermosa como siempre, con sus cabellos largos del mismo color que el suyo, con eso ojos de color gris característico de ella, al igual que de tés blanco, con facciones más finas y definidas.

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