Prólogo.

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Hace miles de años, cuando los demonios y los ángeles buscaban el dominio en la tierra, una larga guerra se vivió en la tierra, sin embargo, entre el caos y la guerra, un par de almas se habían encontrado, un chico de piel muy clara, con cabellos rubios, tan brillantes como la misma luz, el otro chico con cabello tan oscuro como la noche y sus ojos color carmesí que parecía tener el mismo infierno.

Polos tan opuestos que quien diría que se encontrarían y fueran flechados, uno de los deberes de Pip era ir a la tierra y buscar lo lugares despoblados donde no dañaran a los pocos seres humanos que vivían ahí, mientras que Damien se encargaba de buscar los mejores terrenos, un día como cualquiera, el azabache descansaba en una rama de un árbol, pero su sueño se vio interrumpido al oír un grito cercas del lugar donde estaba, Damien bajo del árbol y ocultándose en las sombras de este pudo visualizar a un chico rubio que estaba sentado en el piso con una expresión de dolor.

- Ah...- se quejó el rubio-

Damien observaba al ajeno mientras este se limpiaba la herida con un paño que tenía, sin percatarse, el azabache había salido de su escondite y se encontraba enfrente del rubio, este al notar la presencia del azabache se asustó.

- ¡ah! ¡un demonio! – dijo aterrorizado el rubio mientras trataba de levantarse –

- Damien cayó en cuenta y tomó fuertemente el brazo del rubio cubriéndole la boca y llevándolo abajo del árbol – escucha idiota te voy a soltar pero no grites, ¿entendiste?

- El rubio asintió - ... - el chico espero un poco y desvió la mirada mirando al ajeno - ¿eres un demonio?

- Damien se llevó la mano a la frente – soy peor que eso... - Damien se giró observando al rubio, sus ojos brillaron – soy el hijo de satanás.

- ¡AH! – el rubio se puso más nervioso –

Damien le miró y se acercó tomando el paño para ayudarlo a limpiar la herida en su pierna, el rubio se sorprendió bastante, pero no se movió, ya que por dentro moría de miedo, ¿Qué pasaría? Este era su fin en esta terrible guerra... Damien terminó de limpiar y se acomodó en el árbol, Pip guardo su pañuelo, observo el lugar y después al chico, este se notaba muy tranquilo, sin darse cuenta se acomodó a su lado y se quedó dormido, las horas pasaron y sin darse cuenta la noche había caído sobre ellos, Damien fue el primero en despertar, el azabache se sorprendió bastante al notar al rubio abrazado a él, trato de separarse pero no pudo, el ver al rubio durmiendo de esa manera tan placida le daba cierta satisfacción, sus labios en un tono claro de rosa y entre abiertos le llamaban tanto la atención, Damien se acercó hasta el rostro del rubio, su aroma era a flores, al parecer había caminado entre los campos, los ojos del rubio se fueron abriendo lentamente, ambas miradas se cruzaron y ambos se separaron.

- Ya es muy noche... - Pip suspiró –

- Sí, debes irte – Damien se levantó y se limpió la ropa-

- ¿irme? – pregunto el rubio confundido-

- Damien le tomó de la ropa – sí, ya escuchaste de nada me sirves aquí.

Damien le empujo para dejar que el rubio se fuera, este sin dudarlo un poco más escapo del lugar, una vez que el azabache le perdió de su campo de visión se giró sobre su eje y suspiró, el aroma de las flores se había impregnado en su ropa, por extraño que pareciera, ese olor no le desagradaba.

Mientras caminaba de regreso el rubio se detuvo y miró hacia atrás, aquel demonio no le siguió enserio dejo que se escapara, pero ¿Por qué? Sin dar más importancia al asunto, Pip regreso un a un lugar, muy bello que era la conexión entre la tierra y el cielo, algunos de los ángeles volvían, un pequeño grupo llamaba a lo lejos.

- ¡PIP! ¡por aquí! – dijo el mayor del grupo-

- Creímos que te habías perdido – dijo la mujer alarmada mientras le revisaba-

- me caí y no podía caminar – dijo el rubio bajando la mirada – pero estoy bien.

- Bueno entonces vayamos – dijo el mayor empezando a caminar

El pequeño grupo se fue y Pip fue tras ellos, nervioso por lo que había pasado su mente aun daba vueltas preguntándose el por qué se demonio se había comportado de buena manera con él, puesto que Pip sabía que los ángeles que se toparon con demonios nunca se volvió a saber de ellos.

Los días pasaron rápidamente y la guerra duraba más de lo previsto, las fuerzas de satanás crecían mientras que los ángeles disminuían en grupos, nuevamente Pip tenía la misión de visitar la tierra para poder buscar lugares más lejas o algo que pudiera servir como ventaja a los ángeles, nuevamente el rubio se encontraba caminando por bellos campos de flores, hasta que de repente sintió un escalofrío recorrer su espalda, el ambiente se tornó oscuro, una fuerte ráfaga de viento sopló, Pip se giró nervioso al sentir como el olor a azufre inundaba sus fosas nasales, sus ojos se encontraron nuevamente con aquel chico de cabellos oscuros y mirada intensa. El azabache se sorprendió de ver al pequeño rubio frente a él, pero aun sin moverse le miraba detenidamente analizándolo de pies a cabeza. Lo que ninguno de los dos sabia es que ese no sería su último encuentro...

Rompiendo las reglas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora