pip, un ángel diferente.

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Todas las creaciones del señor tenían un propósito en específico, el planeta tierra un lugar en el cual dios había puesto muchas expectativas pero, cuando una de sus más hermosas creaciones tomo un camino diferente fue el inicio de un sinfín de problemas.

Una gran guerra se desataba en la tierra, los demonios querían gobernar el lugar causando, desastres, dolor y sembrando el terror en la gente que ya existía en aquel entonces, lo que no sabía es que un pequeño grupo de ángeles iba a la tierra encubiertos para buscar lugares lejanos de las personas y llevar a los demonios para poder acabar con ellos, un pequeño ángel el más joven de todos se sintió cautivado por la tierra que siempre se separaba de los demás y disfrutaba de las bellas extensiones de flores que encontraba en su camino.

Pip era llamado aquel ángel curioso y tímido, era un chico esbelto con unas alas hermosas muy blancas tan blancas como las nubes, sus ojos azules, tan claros como el mar que existía en la tierra, y su cabello, un cabello rubio que resplandecía tanto como el mismo sol, el chicos se había separo de los demás llegando hasta un campo de flores que encontró muy hermosas pero mientras se adentraba sus alas se escondían por si algún humano estaba cercas de él.

Mientras caminaba por el campo de flores pip no se percató de había una piedra y tropezó con está cayendo y lastimándose su pierna, debido a eso el menor soltó un grito de dolor

- Ah...- el rubio observo la herida de su pierna y suspiro mientras que buscaba un paño para poder limpiarse -

Sin percatarse, de una presencia ajena el rubio estaba con la guardia baja y se ocupaba de su herida pero cuando notó una sombra cercas de él se giró para encontrarse con un chico de cabello oscuro y al notar el intenso rojo de sus ojos se asustó.

- ¡ah! ¡un demonio! – dijo aterrorizado el rubio mientras trataba de levantarse para poder escapar de ahí o por lo menos pedir ayuda si alguien se encontraba cercas de ellos –

- El chico tomó fuertemente el brazo del rubio cubriéndole la boca y llevándolo abajo del árbol el cual no se encontraba muy lejos de ellos – escucha idiota te voy a soltar pero no grites, ¿entendiste?

- Pip asintió - ... - el chico espero un poco y desvió la mirada mirando al ajeno - ¿eres un demonio? ¿cierto?

- El chico se llevó la mano a la frente y en sus labios se dibujó una media sonrisa – soy peor que eso... - el chico se giró observando al rubio, sus ojos brillaron incluso más intensos – soy el hijo de satanás.

- ¡AH! – el rubio se puso más nervioso –

Pip se recargo en el tronco del árbol y se dejó caer que mala suerte parecía tener puesto que se había encontrado con el hijo de satanás y encima se encontraba solo y lejos de su grupo, pip estaba más que nervioso pero se percató que el chicos se acercó a él tomando el paño para ayudarlo a limpiar la herida en su pierna, pip se sorprendió bastante, pero no se movió, temeroso a lo que pudiera pasar con él, ¿Qué pasaría? Este era su fin en esta terrible guerra...el chico terminó de limpiar la herida y le regreso el paño para poder acomodarse en el árbol junto al rubio, Pip guardo su paño, observo el lugar detenidamente vaya que era un lugar muy bello pero mientras observaba el paisaje su mirada de detuvo donde estaba el chico, este se notaba muy tranquilo, pip sintió una calidez muy grande que desprendía la presencia del chico que sin darse cuenta se acomodó a su lado y se quedó dormido, el chico se sorprendió ese ángel se había acomodado en su hombro como si el miedo ya no estuviera más ahí con ellos, el azabache observaba atento al rubio que no se percató en que momento cerró sus ojos para caer dormido junto a él, las horas pasaron sin que ninguno de los dos notaba que la noche había caído sobre ellos, el azabache fue el primero en despertar, pero este se sorprendió bastante al notar al rubio abrazado a su brazo, trato de separarse pero no pudo, al ver al rubio durmiendo de esa manera tan placida le daba cierta satisfacción, sus labios en un tono claro de rosa y entre abiertos le llamaban tanto la atención, el azabache se acercó hasta el rostro del rubio, su aroma era a flores, al parecer había caminado entre los campos, los ojos del rubio se fueron abriendo lentamente, ambas miradas se cruzaron y ambos se separaron.

- Ya es muy noche... - Pip suspiró – creo... que debería irme y yo...

- Sí, debes irte – el azabache se levantó y se limpió la ropa-

- ¿irme? – pregunto el rubio confundido-

- El azabache le tomó de la ropa – sí, ya escuchaste de nada me sirves aquí.

El chicho le empujo para dejar que el rubio se fuera, este sin dudarlo un poco más escapo del lugar, pip sacó sus alas y voló lejos, una vez que se sintió seguro se detuvo y camino un poco entre los arboles del bosque su corazón aún palpitaba rápido puesto que no sabía que había pasado exactamente.

Mientras caminaba de regreso el rubio se detuvo y miró hacia atrás, aquel demonio no le siguió enserio dejo que se escapara, pero ¿Por qué? Sin dar más importancia al asunto, Pip regreso un a un lugar, muy bello que era la conexión entre la tierra y el cielo, algunos de los ángeles volvían, un pequeño grupo llamaba a lo lejos.

- ¡PIP! ¡por aquí! – dijo el mayor del grupo-

- Creímos que te habías perdido – dijo la mujer alarmada mientras le revisaba- ¿te encuentras bien? ¿Qué te paso? ¿algún humano te vio?

- me caí y no podía caminar – dijo el rubio bajando la mirada – pero estoy bien.

- El joven del grupo se rió ante la respuesta del rubio - ¿caminar? Pip, tenemos alas no necesitabas volver caminando

- Pip se sonrojó – no me quería arriesgar y menos por cómo estaba mi pierna

- Bueno entonces vayamos – dijo el mayor empezando a caminar – ya te revisaremos luego

El pequeño grupo se fue y Pip fue tras ellos, nervioso por lo que había pasado su mente aun daba vueltas preguntándose el por qué se demonio se había comportado de buena manera con él, y más a pesar de lo que le dijo ¿el hijo de satanás? ¿Será cierto aquello? puesto que Pip sabía que los ángeles que se toparon con demonios nunca se volvieron a saber de ellos.

Pip se encontraba en una pequeña habitación la cual era blanca y tenía una pequeña cama, el pequeño analizaba en un mapa que les habían proporcionado para marcar los lugares seguros e inseguros, como también mostraba los lugares donde había gente viviendo, pip tomó un lápiz y señalo el árbol y el campo de flores, se encontraba por lo menos a 3 días de distancia donde se tenía el conocimiento de donde entraban los demonios a la tierra.

Aunque por otro lado si era cierto lo que le dijo el chico y este era hijo de satanás para el sería más que fácil recorrer distancias así pero por que siendo el hijo del señor de las tinieblas se encontraba solo y lejos. Pip suspiró y guardo el mapa las dudas aún rondaban en su cabeza.

Los días pasaron rápidamente y la guerra duraba más de lo previsto, las fuerzas de satanás crecían mientras que los ángeles disminuían en grupos, nuevamente Pip tenía la misión de visitar la tierra para poder buscar lugares más lejanos o algo que pudiera servir como ventaja a los ángeles, nuevamente el rubio se encontraba caminando por bellos campos de flores, hasta que de repente sintió un escalofrío recorrer su espalda, el ambiente se tornó oscuro, una fuerte ráfaga de viento sopló, Pip se giró nervioso al sentir como el olor a azufre inundaba sus fosas nasales, sus ojos se encontraron nuevamente con aquel chico de cabellos oscuros y mirada intensa. Los campos de flores debido al calor del chico empezaron a consumirse, los ojos de pip se llenaron de lágrimas al ver que aquellas bellas flores ardían en un rojo intenso, su cuerpo temblaba puesto que era algo que no esperaba ver menos de aquel chico que ''gentilmente'' le cuido hace un par de días El azabache se sorprendió de ver al pequeño rubio frente a él, pero aun sin moverse le miraba detenidamente analizándolo de pies a cabeza.

- Por favor detente – rogó pip – estas quemando las flores

- ¿detenerme? – pregunto el chico con una leve risa –

Pero cuando este observo el rostro del rubio sintió como su corazón se encogía al notar que las lágrimas de este rodaban por sus mejillas implorando parar, que poco a poco sin percatarse él fue se fue apagando hasta que quedaron en los restos de las flores las cuales no fueron consumidas completamente por el fuego, pip miró a su alrededor que sin pensarlo dos veces empujo al mayor y salió volando dejando al chico en el campo. Lo que ninguno de los dos sabia es que ese no sería su último encuentro...

Continuará...

Rompiendo las reglas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora