La única buena compañía que tenia en mi vida había sido un regalo de mi mejor amigo, Josué, cuando entre a la universidad de fotografía de todo el país, una Schnauzer color plateado que llevaba el nombre de Sookie.
Josué había estado conmigo en los momentos más difíciles de mi vida, cuando perdí a mis padres siendo una niña y hasta cuando descubrí quién era yo verdaderamente y quien quería llegar a ser.
Tenía 21 años y había logrado llegar más lejos que muchas personas que me doblaban la edad, los nombres de las mejores modelos del país estaban en los contratos de mi estudio de fotografía. Las mejores revistas me buscaban para realizar sus sesiones, las mejores compañías me pedían a gritos.
Me encantaba mi vida.
Tenía 21 años y me creía feliz.
Hasta que llegó a mi vida la nueva modelo.