7: Cómo sobrevivir a sus locuras.

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La cola de Manteca no se meneaba como siempre, sus orejas no estaban alzadas y sus ojos no brillaban con diversión.

El cachorro observaba con las orejitas caídas a su dueño hecho bolita sobre la cama, envuelto en una manta con montones de mangas tristes regados por toda la cama, sin dejar de lado también la caja de pañuelos que se iba quedando sin estos con el pasar de las horas.

― ¡¿Por qué le mientes, maldito Tamaki senpai?! ―sollozó con fuerza el menor, asustando al perro― ¡Sé claro y déjate de rodeos!

Manteca meneó la cola, percibiendo la energía de Luhan como algo positivo y esperando que su dueño mencionara la palabra "jugar".

―No te preocupes, querida, nos volveremos cactus y nadie podrá hacernos daño jamás. ―dignamente secó sus mejillas, como mamá luchona con tres hijos.

Inmerso en su tristeza, el castaño ni se inmutó cuando el timbre de la casa sonó con insistencia, alertando al siempre protector Manteca que ladró escaleras abajo, pero que se emocionó una vez un familiar aroma detrás de la madera llegó a su olfato.

Sehun tocaba el timbre una y otra vez, desesperándose al no obtener más respuesta que los chillidos alegres del cachorro dentro de la casa. Sin quedarse de brazos cruzados, caminó por el patio delantero hasta quedar debajo de la ventana del cuarto del menor.

― ¡Sé que estás ahí, Luhan! ¡Abre la puerta!

Mientras tanto, Luhan miraba en dirección a la ventana, maldiciendo a su estúpido corazón por acelerarse al escuchar la voz de Sehun. Pese a todo, no se movió y siguió con su lectura, esperando a que el mayor se cansara de llamar y se marchara de una vez por todas de su vida.

Porque, según él, Sehun ya no lo amaba como para cometer una de sus inesperadas locuras.

Unos cuantos llamados más a su nombre y el silencio se volvió a apoderar del ambiente, provocándole una agridulce mezcla entre alivio y desilusión.

«No podía esperar más a estas alturas...»

Toc toc.

Pegó un respingo cuando aquel ruido provino de su ventana, inquietándolo como nunca y haciéndole crearse historias tenebrosas acerca de secuestros y venta de órganos en el mercado negro.

Toc toc.

― ¡Yah, bebé! ¡Asómate antes de que muera!

No sabía qué le aterraba más: que lo secuestraran o escuchar la voz de Sehun tras la ventana, como si aquello fuese posible.

«Un momento... ¿Podría ser...?»

De un salto salió de la cama, la mayor parte de sus mangas cayendo al sueño con el movimiento, y se aproximó hasta la ventana, abriéndola de par en par y revelando la presencia de su queridísimo ex novio sentado en una de las ramas del árbol justo frente a su cuarto.

Luhan casi se desmaya ante lo que estaba presenciando.

― ¡¿Qué haces allí, hyung?! ¡Te puedes matar!

―No me dejaste otra alternativa.

― Baja de allí.

―No hasta que hablemos.

― ¡Hyung!

― ¡Luhan!

Derrotado, se cruza de brazos y se apoya en el marco de la ventana, mirando con recelo al mayor y sin dar crédito a aquella épica escena sacada de manga.

―Bien, hablemos.

Sehun respira hondo, más que claro con lo que iba a soltar a continuación.

―Mira, creo que hoy entendí qué es lo que mierda pasa entre nosotros y estoy más que seguro que esa cabecita tuya sacó unas terribles conclusiones al respecto. Primero que todo, te amo, ¿Está claro? Jamás tuve la necesidad de decirle al resto que éramos novios porque estaba más que claro que siempre hablaba, y sigo hablando, de ti con toque sentimental y esas cursilerías. Nayun siempre ha sido una compañera, un poco amiga, pero nada más allá de eso. Me vale si siente algo más que amistad por mí, lástima por ella de fijarse en alguien tan desinteresado como yo, porque al único a quien me importa dejarle en claro las cosas es a ti y en lo mucho que significas para mí.

El castaño tuvo que pellizcarse para verificar si no estaba soñando aquello tan lindo.

―Te dejé ir por estúpido, lo admito. Mezclé el estrés con celos y la frustración de no haberte podido ver tanto cómo me hubiese gustado. Lo peor de todo es que nada cambió en nuestro tiempo separados, al contrario, comencé a desearte de una manera tan demente que hasta me asustaba. Eres el amor de mi vida, mi corazón tiene tatuado tu nombre y lo único que deseo cada día es abrazarte y no soltarte nunca más.

Las rodillas de Luhan temblaron, sintiéndose de nuevo perdidamente enamorado del hombre que lo mantuvo en una montaña rusa de emociones, un hombre que era suyo con todo el significado de la palabra.

Sonrió, esa mueca tan hermosa que le derritió el corazón al mayor.

―Baja de ahí, senpai. Baja y ven a darme un abrazo.

Sehun soltó una ligera risita.

―Oh, qué lindo eres, bebé, y créeme que lo haría, pero no sé cómo bajar de aquí.

Luhan se carcajeó con ganas durante un rato hasta que Sehun encontró la manera de bajar y entrar a la casa, Manteca recibiéndolo con juguetonas lamidas y Luhan con tiernos besos para suavizar el semblante molesto del otro.

―Yah, siquiera ayudaste. ¡Sólo te reíste de m-

El pequeño lo cayó con otro beso.

―Oh cállate y bésame de una buena vez, senpai tarado.

Y Sehun acató las reglas de su hombrecito, perdiéndose en las mil y un sensaciones que ambos experimentaban en algo tan simple como un beso.

«Cómo resistirse a senpai y sus locuras»





Cómo sobrevivir a Sehun y no morir en el intento » hunhan.Where stories live. Discover now