1. ¡Tengo novia!

479 36 2
                                    


NARRADOR



—Papá, no quiero ir — se quejó el pequeño de 4 años.

—Kai, tienes que ayudar a papá, sino, ¿cómo piensas comer?

—Tu los pescaras para nosotros — contesto con una blanca sonrisa.

—Yo puedo pescar por ti hoy, pero, ¿que pasara el día que yo no este? — aquel hombre a quien Kai llamaba Padre era un hombre de bien, paciente, inteligente, trabajador y sobre todo adoraba a su hijo, pues era el único que tenía.


Kai se había quedado pensando la pregunta que le había hecho su padre, a su corta edad no sabía de una respuesta para ello, pero si que le había hecho ruido en su cabecita.


—¿Ya lo ves? Cuando yo no estoy, tu eres el hombre de la casa — le dio un ligero golpe juguetón en su pecho — y debes cuidar de tu madre.


Kai solo se quedó haciendo un pequeño puchero inocente.


—Anda, vamos, no debemos llegar tarde — acomodo una pequeña mochila en el hombro del niño y lo tomo de la mano.


Salieron de su humilde hogar y caminaron hasta llegar al muelle, donde otro grupo de pescadores los estaban esperando.


—¿Otra vez te trajiste a Kai? — pregunto discretamente otro de los pescadores, al padre del mencionado.

—Sabes que no tengo donde dejarlo...aún es muy pequeño para que este solo y mi esposa también trabaja

—Pero solo nos retrasa, te distrae y no trabajas al 100% — le reclamaba el otro.

—Se porta bien — le miraba casi con suplica.

—Si, pero nos retrasa

—Compréndeme, es mi hijo....solo por esta vez — seguía sosteniendo de la mano a Kai, lo había mantenido entretenido con un juguete de madera tallado a mano que el mismo le había regalado.

—Lo siento, ya no queremos que lo traigas, a ver cómo le haces...déjalo con un vecino, o yo que se, pero si no dejas a ese niño, tu tampoco subes.


La preocupación inundo al pobre padre de Kai, tenía que trabajar, no, necesitaba salir a pescar, era el único trabajo al que se podían dedicar en aquella pequeña aldea de la Isla de Jeju.

Siempre vendían lo que atrapaban a los mercantiles de la zona de comercio de ahí mismo, pero en realidad ellos nunca se apartaban mucho de su zona de vida.


—Espérenme...voy a ver dónde dejarlo

—Te vamos a esperar media hora, en lo que desayunamos, tu sabrás.


El hombre salió de la mano con el niño y caminaron de regreso a la aldea, entraron a la casa.


—¿Qué pasa? —pregunto el pequeño

—Kai, escúchame...— se agacho el padre — tu siempre me has dicho que eres grande ¿verdad?

Devil In The Sky [Kailu]Onde histórias criam vida. Descubra agora