Capitulo 20.

520 34 37
                                    

Mis gritos retumbaron por todo el lugar, era como si el eco que producía la oscura y vacía habitación me invitara a continuar con mis ruidos desgarradores. Era como si... algo dentro de mi se estuviera quemando, lenta y tortuosamente, como si disfrutara de mi dolor, como si le divirtiera mi agonía, como si...


Rosas van, rosas van


Con mis manos tapé mis orejas, aferrándome a la poca cordura que me quedaba. Esta era una autentica pesadilla.


Todas encajad


De repente, acompañada de la melodía, se oyeron un sin fin de ruidos chirriantes, como si uñas se clavaran en una pizarra, para luego arrastrarse por la longitud de ésta. Era completamente desagradable.

Velas bellas
Muy hermosas
Las rosas no se Irán

Unas garras se aferraron a mis piernas, jalando de éstas como si se tratara de una muñeca de extremidades flexibles, para desmembrarme.


Rosas van, rosas van

Sentía como mi sangre comenzaba a deslizarse por mis piernas, mas sin embargo, de la nada, aquellas garras dejaron de divertirse con mis piernas y fueron a parar a mis brazos. Podía oír su siniestra risa y cada vez jalaba más y más, no parecía estar satisfecho.


Te voy a cambiar

Mis gritos cesaron cuando las garras se alejaron de mi cuerpo, aún el sonido chirriante continuaba, sin detenerse ni un solo instante, y ya no podía cubrirme las orejas. Mis brazos ardían a horrores reposando a cada lado de mi cuerpo. A estas alturas mi cama estaría empapada en sangre y mi cuerpo a punto de quedar inerte, pero aun así podía ser capaz de sentir todo como desde un inicio.


Delicada en porcelana
Te inmortalizara.


Silencio.

Todo rastro de pesadilla que me atormentaba desapareció, menos el ardor que no disminuía ni aumentaba, simplemente estaba allí.

—¡Déjame arreglarte la parte de arriba!

Grité despavoridamente mientras sacudía mi cuerpo para alejar la sensación, pero permanecía latente. La puerta de la habitación fue abierta de sopetón de par en par, la figura de Jasón entró corriendo hacia mi, yo continuaba gritando. No podía, simplemente no podía más.

Una vez que mis gritos bajaron de intensidad, me di cuenta de lo que me decía, ya no oía ese pitido que estaba ensordeciéndome, dejándome aturdida en cada pesadilla que experimentaba.

—Eso es, Ivanna, tranquila. Ya vas a estar bien, ya vas a estar bien —sus manos sostenían mi rostro, acunándolo con delicadeza. Era extraño que unas manos con aspecto tan fuerte pudiesen poseer tanto cuidado.

Tan solo asentía. Mi pecho se encontraba tan comprimido, las ganas de llorar a mares estaban inmensamente contenidas y no quería hacerlo frente a él, ya estaba haciendo suficiente por mi aquí, no podía suponerle una carga más, ya tenía suficientes.

Los extraño tanto, chicos...

...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Clave para Destruirme. (Jason the Toymaker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora