Capítulo 11.

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La llegada de Noemí  a la habitación, la mañana siguiente, les pilla un poco por sorpresa. Apenas han dormido unas pocas horas pero la seriedad con la que la directora de la academia los saca de la habitación les hace despertarse por completo.

Sus compañeros ya no están en la habitación. La música ha sonado y no la han oído. Amaia se espera una buena bronca, sin embargo Alfred sabe que hay algo que no va del todo bien.

La sensación aumenta cuando, todavía en pijama, atraviesan la puerta de la sala de los armarios y salen fuera de la vista de las cámaras. Alfred nota como Amaia se hace pequeñita a su lado y le da la mano, transmitiéndole entereza. Noemí pide que la sigan y atraviesan un pasillo largo y estrecho hasta que llegan a unas escaleras. Amaia pregunta a donde van, pero Noemí no suelta prenda.

El recorrido se les hace eterno, los segundos parecen no pasar, pero lo hacen. Al final llegan a una puerta blanca, y entran.

La sensación de Alfred se incrementa. Amaia también se da cuenta: lo saben.

Noemí entra y se sienta en la silla que queda libre. Pablo Wessling les indica con la mirada que se sienten en la camilla. Delante de ellos está el médico, Amaia lo reconoce, es el mismo que les hizo las pruebas antes de entrar a la academia. Está sentado al lado de Tinet y al contrario que este último, les sonríe.

Un silencio incómodo se instaura entre ellos.

Alfred oye unos sollozos a su lado, se gira y sin importarle quien hay delante le coge la cara a Amaia con las manos y tras limpiarle las lágrimas, la besa. Es un beso corto, nada más que un roce de labios pero es suficiente para que Noe empiece a hablar.

Alfred desconecta, solo se centra en acariciar la mano de Amaia, apoyándola, sabe que Noemí y Pablo hablan de términos que no conoce, de bases del concurso y que el médico hace algunas aportaciones. Tinet se calla. No dice nada pero asiente de vez en cuando.

Ponen en duda la continuidad de Amaia en el concurso y Alfred interviene. No pueden hacerlo. No pueden dejar que un talento como el suyo abandone por estar embarazada. Ya que si ella lo hace... él también lo hará.

Noe les pide una explicación. Y les recuerda la existencia de la lista... la bendita lista que les prohibía entrar libros o discos de música, pero que les pedía explícitamente llevar preservativos.

Amaia abre la boca, preparada para responder, pero es Alfred quien lo hace. Les explica que ellos no han mantenido relaciones sexuales en la academia. Que fue fuera y que la pastilla del día después no funcionó.

Noemí enmudece.

Y vuelve el silencio incómodo. El médico interviene y pregunta lo que todos desean preguntarles:

-Amaia, ¿Quieres abortar?

Los ojos de ella se encuentran con los de Alfred. Él besa su mejilla y ella niega con la cabeza.

El doctor sonríe y asegura que no existe ninguna razón por la que Amaia no pueda seguir con el concurso, siempre que sea responsable y muy estricta con las vitaminas que debe tomarse. Noemí asiente y los músculos de Alfred se destensan.

El doctor le pregunta a Amaia varias cosas, entre las que están cuál fue su última regla y si tiene síntomas como mareos o náuseas. Tras eso, Amaia se sienta en una camilla rara, al final de la sala. El médico les pide a Pablo y a Tinet que salgan y le explica a Amaia que el embrión es demasiado pequeño para verlo en una ecografía normal, así que procederá a hacerle una transvaginal.

Amaia se sonroja, y Alfred besa su frente. La pantalla que hay al lado de Amaia se ilumina, la chica contiene el aliento y entonces aparece.

Una mancha blanca con forma de gambita se queda gravada en sus retinas. Amaia se lleva la mano a la boca, impresionada. Noemí ahora sonríe, visiblemente emocionada y Alfred abraza a Amaia pasando una mano por detrás de su cuerpo y atrayéndola a él.

El doctor aprieta unos cuantos botones y un sonido inunda la habitación.

"pum pum" "pum pum" "pum pum" "pum pum"

Un latido frenético se escucha. Un latido que hace soltar lágrimas a sus progenitores y se les grava a fuego en lo más hondo del pecho.

—T'estimo, Amaia —susurra Alfred en su oído— A los dos. Os quiero, muchísimo.

Flor de LirioWhere stories live. Discover now