Nuevos Comienzos

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Si alguien me hubiera dicho que terminaría estudiando en la NRU le hubiese dado un puñetazo. No me malentiendan, pero California no estaba en mis planes.

Mi madre consiguió un empleo en la universidad y qué mejor idea que mudarnos toda la familia. Dejé a mis amigos, mi escuela y la chica que me gusta; es un asco.

Los días que pasaron se sentían todos iguales, mi padre intentó hablar conmigo, pero le dije que todo estaba bien, vamos, se supone que soy todo un adulto, ya llegará el momento en el que pueda regresar a mi ciudad.

Hice amistad con un chico llamado Grover y una chica de nombre Thalia, un trío algo raro, pero de alguna forma lográbamos que funcionara.

No fue hasta medio curso (después de haber querido morir ya que mis antiguos amigos me dijeron que aquella rubia de la que estaba enamorado ya se había conseguido una pareja, y una muy buena al parecer) que las cosas comenzaron a mejorar notablemente.

- Vamos, inician las vacaciones de invierno, ¡debemos ir a esa fiesta! – celebró Thalia mientras salíamos del edificio

- No creo que sea una buena idea – mencioné – además, ni siquiera estamos invitados.

- Es una fiesta de los Stoll, toda la NRU está invitada – objetó ella

- Pues yo no tengo nada mejor que hacer – comentó Grover – te presentaremos a nuestros amigos.

Claro, sus amigos, cuando hablaban de todas las maravillosas personas con las que estudiaron en la Preparatoria Mestiza no podía evitar sentir celos de sus amigos, yo sólo soy un chico que encontraron perdido en los pasillos los primeros días de clase (y por parte de Thalia también influyó que mi madre fuera su profesora de literatura).

Aun así, decidí ir con ellos. La fiesta era algo normal a como lo había visto en televisión: un montón de semi-adultos bebiendo y bailando hasta desmayarse, parejas a las que al parecer no les importaba mostrar cuanto se amaban, y mucha, mucha música.

En algún punto de la noche me dejaron solo y fue entonces cuando la vi. Una chica bastante hermosa que no creí que fuera posible que fuera real, tenía el pelo ondulado y rubio (al parecer me van las rubias) y dioses, unos ojos grises, ¿acaso eso era posible?; todo en ella gritaba "chica californiana" y por primera vez me alegré de haber venido a California. Digo, no soy de los chicos que se van por el físico de una chica, pero si de verdad pudieran verla cualquier persona quedaría embelesado ante aquella diosa.

Ella comenzó a acercarse y se sentó a mi lado, contra todo pronóstico me atreví a hablarle.

- ¿Estudias en Nueva Roma? – vale, pregunta tonta – digo, es que no te había visto.

Me miró, estudiándome, pensando si merecía la pena hablar con un mortal como yo, y es que, aunque aquella diosa me diera una patada en la cara yo le estaría agradecido.

- Sí, en la facultad de Arquitectura – respondió - ¿y tú?

- Yo estoy en el instituto de Ciencias, Biología Marina – aclaré.

- ¿De verdad?, mi novio también estudia ahí.

Vale, tiene novio, era algo de suponerse.

- Oh, eso es genial, ¿y su nombre es? – pregunta tonta, otra vez.

No tuvo tiempo de responder porque su teléfono sonó.
Hola... ¿de verdad?... pudiste avisarme antes... ¿qué?, ¡no!... entiendo... no pasa nada... sí, suerte... claro, sí, entiendo... es Rachel, comprendo, salva el día.

Percabeth One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora