Esperar no fue tan malo

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Narra Charles.

Una de las cosas que más me gustan es ir al colegio, pero no lo digo porque me guste estudiar sino más bien porque hay muchos columpios y juegos para todos los niños de la primaria. Le he pedido a mi papá un columpio pero dice que no hay espacio en nuestro apartamento.

Mi papá es el mejor de todos los papás del mundo, siempre juega conmigo y me hace reír. Además de que es muy amable con todo el mundo.

A diferencia de mis compañeros yo no tengo una mamá, un día le pregunté a papá el porqué y me dijo que ella se tuvo que ir muy lejos cuando yo apenas era un bebé.

Siempre espero a papá afuera del colegio y el pasa a recogerme, pero esta vez no ha llegado. Ya se fueron todos mis compañeros y yo sigo esperando.

Un auto se estaciona frente a mi y veo a una mujer sentada dentro, mirándome, entonces ella baja.
Por todos los dioses, ¡es hermosa!
Por un momento pienso que es una princesa, con su pelo rubio. Pero podría garantizar que es aún más bonita que una princesa.
Nunca me he enamorado, tengo tan solo 9 años y mi papá dice que aún me faltan algunos años más para poder entender ese tipo de amor. Pero sin duda alguna al ver a esa mujer tuve una sensación extraña.

Se acerca a mi y me sonríe, su sonrisa es aún más hermosa que su cabello.

-¿Estás bien? - me pregunta aquella mujer - Ya es muy tarde para que estés aquí sólo, ¿no han venido por ti?

Niego con la cabeza.

-¿Te molesta si te hago compañía mientras vienen a recogerte?

Mi papá siempre me ha dicho que no hable con extraños, pero aquella mujer con el pelo de princesa y sonrisa de ángel me daba mucha confianza, no la creí capás de hacerme daño.

-No me molesta - dije.

-Perfecto. ¿Y cuál es tu nombre?

-Soy Charles, pero algunos me llaman Charlie.

Cuando dije mi nombre vi cómo la cara de la mujer bonita se entristecía, y me sentí culpable de ver como el brillo en sus ojos se apagaba. Sus ojos ¡grises! Nunca había visto unos ojos de ese color.

-Tienes unos ojos muy bonitos - Me atreví a decir.

-Oh, gracias Charlie.

-¿Y tú cómo te llamas?

-Me llamo Annabeth. Pero puedes llamarme Ann.

- Que nombre tan raro. ¡Me gusta!

Ella comenzó a reír.
Seguimos hablando y le conté sobre mi pez dorado y sobre muchas cosas que me hacían feliz.

Entonces me armé de valor y le pregunté si quería ser mi novia.

-Eres un chico muy apuesto y divertido Charlie, pero soy demasiado grande para salir contigo. Además, tengo un novio al que quiero y no quisiera dejarlo. - al ver mi mueca ella agregó - te aseguro que un día conocerás a una chica con la que serás muy feliz.

-¿Al menos podemos ser amigos?

-Por supuesto Charlie.

¡Charlie!

Oí que alguien me llamaba, mire hacia donde venía la voz y pude ver a Becca acercándose a mi. Ella es una vecina que es amiga de papá. Cuando a papá se le hace tarde para venir por mi ella es la que me recoge.

-Siento llegar tarde Charlie - se disculpa conmigo, después mira a Ann - ¿usted quién es? Más le vale que no le haya hecho nada malo al niño porque de ser así...

-No me hizo nada Becca - intervengo. - sólo me hizo compañía mientras te esperaba, es peligroso que un niño esté sólo en la calle ¿sabías?

Becca me ignoró y se dirigió a Ann.

-De ser así no me queda otra más que agradecerle señorita. Y una disculpa si Charlie no se supo comportar.

-No tiene que agradecer. Charlie es un encanto. - respondió Ann sonriendome.

-Bien, nos tenemos que ir. Gracias otra vez.

-Adiós Charlie. - se despidió Ann de mi.

-¡Adiós Ann! - le dije entusiasmado.

Ella volvió a subir a su auto y haciendo un último gesto de despedida con la mano la vi alejarse. Seguramente iría a encontrarse con su novio.
Yo continué caminando con Becca, ya estaba oscureciendo, había tardado mucho en llegar por mi, pero esperar no fue tan malo ya que así conocí a la mujer bonita con pelo de princesa.

Percabeth One ShotsWhere stories live. Discover now