Bien, ma

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Freddie Mercury alguna vez cantó:

"Mamá, no quiero morir, y a veces quisiera jamás haber nacido"

Y cada vez que lo escucho cantar, y cada vez que la canto yo misma, puedo sentir eso desde mi corazón. Lo siento demasiado cerca de mi corazón. Y a veces, cada parte de mi ser canta al unísono, y me siento al borde de llorar por eso.

Pero no lo hago.

Sigo cantando como si nada en mí se removiera ante estos sentimientos y mis amigas y unos cuantos desconocidos me aplauden. He perdido el sentido de la vergüenza gracias a mi familia de extrovertidos, pero no quita el hecho de que esta es la primera fiesta a la que he ido en todo lo poco que lleva el año, y que dudo ir a una en mucho tiempo.

Mis amigas me siguen aplaudiendo y me pasan mi taco de carne asada para que recupere mi energía. Está delicioso y estoy muy segura de que repetiré.

Horas después, la fiesta ha acabado. Canté varias veces en karaoke, comí pastel y me la pasé bien con mis amigas y unos cuantos amigos. Miré a los primos de la anfitriona mirarme varias veces, quizás ya borrachos, pero no me importó. No soy lo suficientemente bonita para dedicarme algo más que miradas, lo sé muy bien.

Recojo mis cosas y subo al carro de mi mamá. Ella viene del hospital, mis abuelos siguen en recuperación y ella todavía se tomó la molestia de venir por mí. Me alegra que sea así.

— ¿Cómo te fue, hija?
— Bien, ma, me la pasé bien.

— ¿Cómo te fue, hija?— Bien, ma, me la pasé bien

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My Chemical Romance alguna vez cantó:

"Mamá, todos estamos llenos de mentiras"

Y aunque no lo quiera admitir, es verdad.

Nadie es completamente honesto todo el tiempo, por más que queramos serlo. Todos mentimos. Incluso a los que más queremos. Bueno, en mi caso, es sobre todo a los que más quiero.

Mi mamá vino a recogerme de la escuela. No sabe que mi novio está en mi escuela, y que me quedé una hora más en la escuela comiendo con él en la cafetería, sólo para poder tener una cita, aunque no fuera como yo quisiera.

A ella no le cae bien. Sé que lo odia, y que hará todo lo posible por sacarme de esta escuela si se entera. Y no le he dicho, ni le diré la verdad. Al menos, no por ahora.

— ¿Cómo te fue en la escuela, hija?

— Bien, ma. Si logré acabar mi parte del proyecto.


¿Y dónde están tus amigas?

— Se quedaron adentro del salón en lo que vienen por ellas.

— Se quedaron adentro del salón en lo que vienen por ellas

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Tupac Shakur alguna vez cantó:
"Mamá, ¿no sabes que te amo?"

Y

es verdad. No importa cuántas veces me grites, cuántas veces me saques de quicio, o la infinidad de veces que haces que quiera encerrarme para siempre en mi cuarto, nunca podría alejarme de ti. Yo no puedo vivir sin ti.

Sin embargo, no hago otra cosa más que lastimarnos. A mí misma y a ti. Tantas cosas que oculto, tantas mentiras, tantas cosas que nos separan poco a poco. Ya no puedo más con esto.

Todas estas cosas que me molestan y me entristecen me hacen llorar. Derramo lágrimas a diestra y siniestra mientras abrazo a mis peluches. La música triste no se escucha más que en mis oídos, y en el exterior, una película de superhéroes está en la televisión.

Mi mamá grita desde la cocina que ya está la carne con papas lista, y que vayamos a comer. La escucho aún teniendo la música a casi todo el volumen y esa es mi señal para componerme. Quito mi música triste, saco los audífonos de mi teléfono y reproduzco el primer video en Youtube que se me atraviese.

Escucho la voz de la señorita darme consejos sobre cómo hacer que mis uñas estén más fuertes y saludables. Ojalá pudiera seguirlos, básicamente me la vivo comiéndome las uñas por ansiedad y estrés.

Dejo mi teléfono con el video corriendo en mi buró, y voy hacia mi tocador. Me miro en el espejo, y por fortuna, el único rastro de que he llorado es mi nariz roja. Mis ojos no están hinchados y mi boca está en su color usual.

Escucho a mi mamá repetir el grito de hace unos minutos y decido encararla con esta cara de muerta que cargo. Pauso el video y voy a comer.

Salgo de mi habitación, bajo las escaleras y me dirigo a la cocina, donde mi mamá está sirviendo la comida en cuatro platos diferentes. Su típica carne con papas y tortillas, qué más puedo pedir.

Me siento en la barra de la cocina, donde mi mamá pone el primer plato que llenó. Me pasa las tortillas y los frijoles, y al último, servilletas.

— Mija, ¿te sientes bien? Te noto medio caída hoy

— Estoy bien, ma, me pegó la alergia ayer, ya sabes cómo me pongo cuando cambia el clima — contesté mientras degustaba la comida que ella había preparado.


Ella asintió y gritó otra vez para que mi hermano y mi papá nos acompañaran a comer, y todo siguió como siempre. 

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