capítulo 1

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"¿Cubro tu flanco, capitán?"

Nivelaba el avión para que bajaran los soldados de reconocimiento, cuando escuché la voz de mi mejor amigo en mi oído. Le contesté luego de apagar el motor.

"Vigila la zona, voy a bajar con los chicos."

"Entendido, amorcito."

Tomé un arma y, en posición de ataque, avancé con los demás. Aún con el comunicador puesto, avancé alerta con el arma en la mano.

"Vuelves a llamarme amorcito y dispararé justo en tu tanque de combustible, Aron."

Las risas de Aron y los chicos sonaron a mi alrededor.

"Basta de chistes, estén alertas. Puede estar lleno de Jarks."

Los Jarks son seres de otra parte del universo que invadieron la tierra hace unos veinte años. Era tan solo una niña cuando llegaron y mi padre, el capitán Karl Müller, uno de los pilotos más reconocidos del mundo, logró salvar una gran cantidad de personas y estas fueron enviadas a la base New Heaven.

Tenemos un establecimiento militar y una ciudad con los sobrevivientes, a la que llamamos Colonia. Se vive a base de comida vegetariana, ya que no quedaron animales vivos. Son unos tres pisos hacia abajo, tenemos un bunker que está reforzado contra ataques atómicos, el arsenal de armas y los laboratorios de comida y ciencia, a nivel del suelo están las habitaciones de los ciudadanos y el galpón de los aviones. Aquí tenemos las armas y los aviones fueron diseñados para cargas muy pesadas y traslado de explosivos. Las balas pasaron al museo y ahora las armas están diseñadas para lanzar un rayo láser graduable. Son más fáciles de producir y el laboratorio las hace en masa.

Luego de ver a un maldito Jark matar a mi padre, tomé una pistola y le di directo a los ojos. Ese día decidí seguir los pasos de mi padre y soy la primer piloto mujer de la colonia. Tenía diez años cuando tomé esa decisión.
Jarks, seres asquerosos con forma humana, piel babosa y ojos rojos. Carnívoros, extinguieron toda especie animal y seguimos nosotros. Nuestra ventaja es que no escuchan muy bien y si actuamos sigilosamente no nos detectan.

El mundo ya no es el mismo de antes, nuestra base es la única que queda en el mundo y aún hay personas escondidas bajo tierra. Mi misión en la vida es acabar con todos y cada uno de estos seres, pero tenemos una regla. No podemos llevar sobrevivientes a la base si no están registrados en la base de datos. Hay humanos confabulados con los Jarks, trataron de infiltrarse a nuestra base hace unos tres años y mi jefe, el Coronel Rocks, se encargó de matar al traidor y crear la ley. Él es algo así como nuestro presidente y se encarga del mandato de la colonia.

Tenía una cueva en frente, les hice seña a los chicos para que fueran detrás de mí. Encendí la luz de mi arma y con cuidado, ingresamos sin hacer ruido. Uno de los chicos se encargó de detectar posibles enemigos y los otros dos buscaban indicios de sobrevivientes. No podíamos llevarlos a la base, pero los ayudábamos a que estuvieran a salvo.

La cueva tenía una especie de pasillo con varias habitaciones, supongo que es la vivienda de alguna persona. Hice un gesto de Stop al ver la baba en forma de pies en el suelo. ¡Había Jarks en este lugar! Más atentos que nunca, llegamos hasta una habitación iluminada y podíamos oírlos hablar entre ellos en su idioma.

Hice un gesto hacia Mark y Luck para que se prepararan a disparar. Vladimir vigilaba mi flanco por posibles ataques sorpresa. Observé detenidamente y tenían a una chica atada en la mesa, parecía que estaban listos para hacerse un festín. Una sensación de alarma me invadió y comencé a atacar sin dudarlo.

El ataque fue directo al que tenía un instrumento para matar a la chica. Me lancé al suelo para dispararle a dos de ellos, pero el que quedaba se encargó de matar a Mark y Luck. Vladimir mató al último y me encargué de desatar a la chica notando que le habían dado un golpe en la cabeza tan fuerte que sangraba. Me pregunté si estaría viva por lo que miré sus signos vitales. Al ver que estaba viva y que su pulso era muy débil, hice algo que jamás creí que haría.

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