Charla

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— ¿ A dónde fuiste? —

Habían pasado unos días desde mi excursión a la Casa de los gritos. Ya fuese por mi emoción de estar hablando con él o porque Sirius era muy perspicaz, no se creyó ni la mitad de lo que le conté sobre mi. No tuve más remedio que contarle toda la verdad y, aunque al principio no estaba muy seguro de si creerme o no, nada más contarle cosas que en principio solo sabían los merodeadores se le disiparon todas las dudas que tenía.

Me encontraba de camino al Gran Comedor. Hoy era el primer partido de Quidditch y la emoción recorría todos y cada uno de los pasillos de Hogwarts. A mi también me embargaba esa emoción, aunque parecía que cierta persona tenía decidido romper mi burbuja de paz.

— No sabía que el gran y fabuloso Draco Malfoy había decidido ser mi guardaespaldas —. Contesté con burla. Todo el mundo se encontraba en el Gran Comedor por lo que nos encontrábamos solos en uno de los pasillos cercanos a el.

— No estoy para bromas Bloom. Vi lo que hiciste en el Sauce Boxeador. No sé como lo hiciste ni a donde fuiste pero quizás al profesor Snape le interese saberlo. Porque sea donde sea que fuiste no creo que esté dentro de los terrenos de Hogwarts, ¿o acaso me equivoco? — Me cuestionó Draco con esa sonrisa altanera tan característica suya que comenzaba a ponerme de los nervios.

— Si simplemente quisieras acusarme ya lo habrías hecho así que dime, ¿que es lo que buscas? — En el poco tiempo que llevaba conociéndolo había aprendido que no hacía nada a la ligera, siempre tenía un motivo.

— Que me cuentes todo sobre ti —. Contestó decidido.— Tampoco es algo tan difícil, a no ser que tengas algo que ocultar claro —.

— ¿ Para que quieres saber cosas sobre mi? ¿ Que ganas con todo esto? —

— Entender —.

— ¿Entender? ¿Entender el que? —

— Muchas cosas. Como por ejemplo porque parece que estoy hablando con alguien de último curso que es de todo menos Hufflepuff y no con una Hufflepuff de primero —.

Al parecer la perspicacia venía en los genes Black, tanto Sirius como Draco habían dudado de mi y no sabía si eso era algo bueno o algo malo. Contarle todo a Sirius había sido fácil, era de fiar y en la situación en la que estábamos podía ser de gran ayuda que lo supiera. Draco, en cambio, podía complicar mucho las cosas.

Su interés no era solo por saber todo sobre mi, sino que también quería aclarar sus dudas. Durante las últimas semanas, le había visto en algunas ocasiones muy pensativo e incluso mandaba a Crabbe y Goyle a cualquier otro lado con tal de estar solo. Todas esas acciones, aunque escasas y cortas, indicaban que en un futuro Draco sería de absoluta confianza. Pero ese momento todavía no había llegado. Draco se había criado aprendiendo de los ideales de su familia sangre pura y aunque dudase, su lealtad seguía con su familia.

Con todo eso en mente no podía contarle toda la verdad a Draco, pero tampoco podía rechazarle. Si lo hacía, Draco iría a contarle todo a Snape y con el odio que le profesaba a Sirius todo terminaría en la muerte de Sirius y la libertad de Pettigrew cosa que no podía ocurrir.

— Esta bien. Te contaré todo lo que quieras. ¿ Cuándo y dónde? — Contesté rindiéndome.

— A medianoche en la Torre de Astronomía. Hoy no tienen clase allí así que no habrá ningún problema —. Dijo orgulloso de haberse salido con la suya.

No volví a ver a Draco en el resto del día. Durante el partido de Quidditch me senté junto a Ginny, Hermione y Ron, animé a ambas casas y vi como Harry caía por culpa de los dementores y era salvado por Dumbledore.

Tras visitar a Harry en la enfermería nos mandaron a todos a nuestras respectivas salas comunes. Todavía quedaban unas horas para mi encuentro con Draco por lo que me puse a hacer algunos trabajos de clase.

No había tenido tiempo de hablar con Dumbledore y necesitaba contarle todo lo ocurrido con Sirius y con Draco. Sobretodo después de la conversación que iba a tener con Draco, en la que esperaba no liarla mucho.

Con Snape, por suerte, no había tenido ninguna otra clase tras lo ocurrido en la primera y única que dimos. Ni siquiera era capaz de mirarle a la cara durante las clases de pociones, cada vez que lo hacía se repetía en mi mente el recuerdo dándome dolor de cabeza por no encontrarle ninguna explicación lógica.

Era casi medianoche cuando salí de la sala común para dirigirme a la Torre de Astronomía. Prefería llegar un poco tarde, así si Draco me había engañado para que Filch me viese fuera de la cama podría irme rápido y no quedarme allí esperando como una tonta.

— Llegas tarde —. Me espetó Draco una vez llegué a la torre.

— Lo sé. Esa era mi intención —. Contesté mientras me paraba a su lado y me apoyaba en la barandilla. — No sé tú pero yo tengo sueño y no quiero que Filch me pille así que si empiezas ya con las preguntas te lo agradecería —.

— Cuidado con como me tratas Bloom. Te recuerdo que el hecho de que sigas aquí o te vayas depende de mí —. 

— Como la gente empieza a olvidarse del "pobre y herido Draco" necesitas otra excusa para que haya alguien pendiente de ti ¿no? — Su actitud de niño mimado comenzaba a cabrearme.— Y que mejor forma de conseguir la atención de alguien que manipularle hasta que encuentres otra forma de entretenimiento —.

— Ese estúpido hipogrifo me atacó. Si tuviésemos un profesor normal y no al guardabosques con sus bestias todos seríamos más felices —.

— Hagrid es un gran profesor y estoy segura de que tú lo que tienes son celos de que Harry destacase más que tú —. A sabiendas de que la conversación no llegaba a ningún lado decidí que era mejor marcharse.—  Quizás si te centrases más en lo que tú quieres y menos en lo que la gente espera de ti no necesitarías dar pena para que la gente se preocupe por ti. Me caes bien Draco y sé que en el fondo no eres tan cabrón como aparentas ser pero cuando no quieres ver lo que tienes delante de tus narices me dan ganas de pegarte un puñetazo al mejor estilo muggle. Y si sigues así terminarás recibiendo uno así que cuidado con lo que haces —.

Viendo que la conversación se había terminado convirtiendo en un monólogo ya que Draco no parecía con intención de contestar, aunque yo tampoco esperaba ninguna respuesta, decidí dar por finalizado el encuentro y marcharme a mi sala común.

Una vez en la cama me puse a pensar en la charla con Draco. Había sido corta y quizás había sido un poco cruel con él pero lo necesitaba. Era admirable la fe ciega que tenía en sus padres pero debía aprender que en algunas ocasiones esa fe ciega no era buena y no todo lo que le dijesen que era correcto tenía que serlo verdaderamente.



Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now