Pesadilla

1.9K 234 40
                                    

— Hola Harry —Saludé frente al despacho de Umbridge.

— ¿Stella? ¿Qué haces aquí? —Preguntó extrañado.

— Pues vengo al castigo. ¿Para qué otra cosa estaría aquí si no?

— ¿También te ha castigado?

— Sí. Por lo visto no le gusta que le digan la verdad —Dije aburrida. Estaba perdiendo tiempo de estudio sólo por decirle lo que pensaba.

— Ya, lo sé. A mí me ha castigado por lo mismo.

— Ya estáis aquí. Cuanta puntualidad, así me gusta— Umbridge llegó con una sonrisa.

— ¿Cuál va a ser nuestro castigo?— Pregunté sin recordar cuál era pero sabiendo que no iba a ser agradable.

— Escribiréis unas líneas con estas plumas. No os preocupéis, no necesitáis tinta — Dijo ofreciéndonos unas plumas de su cajón.

— ¿Qué tenemos que escribir?— Preguntó Harry mirando la pluma con curiosidad.

— Mi imaginación no es real — Umbridge se sentó frente a nosotros, mirándonos con una sonrisa.

A medida que escribía notaba un ligero escozor en mi mano izquierda, al levantar la vista del pergamino comprobé por qué la pluma no necesitaba tinta: usaba nuestra sangre, dejándonos así la marca de lo que escribíamos. A mi lado Harry soltaba pequeños quejidos mirando su mano.

— ¿Ocurre algo pequeños? — Preguntó Umbridge levantándose y parándose detrás de nosotros.

— Nada — Contestamos Harry y yo a la vez, mirándonos levemente y volviendo a escribir.

Estuvimos escribiendo durante horas. Para cuando salimos del despacho ya era medianoche y con una silenciosa despedida Harry y yo nos fuimos, yendo cada uno hacia su sala común.

— Vaya, vaya. Una Hufflepuff incumpliendo las normas, quién se lo iba a imaginar — Frente a mi se encontraba Draco luciendo su insignia de Prefecto.

— Si vas a quitarme puntos hazlo ya, lo único que quiero es llegar ya a mi cama — Estaba cansada y adolorida por lo que perder puntos era lo que menos me preocupaba.

— ¿Acaso no sabes...? Un momento, ¿qué te ha pasado en la mano? — Interrumpiéndose a sí mismo se acercó hasta mí, sujetando mi mano y subiendo la manga de mi túnica desvelando un rastro de sangre y la frase «Mi imaginación no es real» grabada en el dorso de la mano.

— ¿Qué pasa? ¿Acaso nunca has visto un castigo?— Pregunté irritada. Mi humor no era el mejor después de pasar horas con Umbridge.

— ¿Un castigo? ¿Quién te castigaría así en Hogwarts? El viejo loco no permite este tipo de castigos — Jamás había escuchado a Draco hablar con una voz tan seria como la que tenía en ese momento.

— Supongo que Umbridge no habrá encontrado necesario comentarle a Dumbledore sus métodos de enseñanza.

— ¿Umbridge? — Preguntó sorprendido.

— Deberías estar alegre. Harry ha tenido el mismo castigo, con el odio que le tienes debería encantarte escuchar eso.

— No odio a Potter sólo... no es de mi agrado— Sin dar más detalles soltó mi mano, que había tenido agarrada durante toda la conversación y me tendió un pañuelo que sacó de su túnica.

— ¿Acaso te has vuelto altruista?

— Es para que no manches el suelo. No me apetece ensuciar mis zapatos con tu sangre — Y como tenía costumbre cada vez que se preocupaba por mí, apartó la mirada y dando media vuelta se alejó.

— ¡Gracias! — Dije lo suficientemente alto para que me escuchase.

— ¿Gracias por qué? Le pediré a Snape que te quite todos los puntos que pueda por estar en los pasillos tan tarde— Respondió sin darse la vuelta, haciendo que soltase una ligera risa.

Algo más animada y con el pañuelo de Draco tapando mi herida me fui a la cama esperando que la semana de castigo terminase rápido.

La semana pasó más lenta de lo que me hubiese gustado. Harry, por el castigo, tuvo que saltarse algún entrenamiento del equipo de Quidditch y yo debía quedarme despierta hasta tarde en mi sala común para compensar las horas de estudio que perdía con Umbridge.

Tras esa semana, el resto de días hasta la llegada de la Navidad se me pasaron volando. Todo habría sido tranquilo si no hubiese sido por el ataque de una serpiente al señor Weasley, lo que hizo que Harry y los hermanos Weasley fuesen a casa de Sirius un poco antes de las vacaciones de Navidad, quedándose permanentemente allí hasta que acabasen las fiestas. Yo, sin hacer caso a las insistencias de Ginny decidí quedarme en Hogwarts pues necesitaba ponerme al día de todo lo que no había podido estudiar bien el año anterior.

— ¿Tú también te quedas Stella? — Me preguntó Simone, una de mis compañeras de cuarto.

— Sí. Necesito ponerme al día con algunos apuntes.

— ¡Genial! Yo también me quedo. Puedo ayudarte a estudiar si quieres, a mí también me vendría bien repasar algunos temas.


Sirius está en peligro.

(...)

— ¡Sirius!

(...)

JA JA JA JA JA...


Desperté sobresaltada, me encontraba sudando y con la respiración agitada.

— ¿Stella? ¿Te encuentras bien? — Simone se levantó de su cama asustada acercándose a mí.

— Yo... Sirius... él... — No era capaz de articular palabra.

— Estás ardiendo. Te voy a llevar a la enfermería, creo que tienes fiebre — Poniéndose su túnica y echándome la mía por encima me ayudó a levantarme de la cama y llevarme a la enfermería.

— ¡Señorita Bloom! ¿Qué le ha ocurrido? — Preguntó Madame Pomfrey viéndonos entrar.

Durante el recorrido a la enfermería debido al llanto, que se me había intensificado, mi cuerpo temblaba cada vez más siéndome casi imposible mantenerme de pie por lo que Simone tuvo que llevarme casi a rastras.

— No lo sé. Se ha despertado gritando y cuando la he tocado parecía tener fiebre. Creo que ha tenido una pesadilla — Entre las dos me tumbaron en la camilla. Tras una examinación rápida me dio algunas pociones que me hicieron dormir al instante.

— ¿Y fue así, de repente? — Preguntó una voz femenina.

— Por lo que me dijo su compañera de cuarto sí. La despertó un grito y al abrir los ojos vio a Stella asustada. Cuando llegó aquí tenía una fiebre muy alta. Seguramente tuvo una pesadilla a causa de la fiebre — Respondió Madame Pomfrey.

Poco a poco fui abriendo los ojos, viendo que rodeando mi camilla estaban la señora Weasley, Sirius y Remus.

— Stella, que alegría que estés despierta. ¿Cómo te encuentras cariño? — La señora Weasley, al lado derecho de mi camilla, me acarició el pelo.

— Yo... estoy... ¡Sirius! — Viendo a Sirius a mi izquierda me levanté a abrazarle, siendo recibida por un Sirius sorprendido.

— ¿Stella? ¿Estás llorando?— Preguntó Sirius preocupado oyendo mis sollozos.

— Déjala que se desahogue. Cuando se calme nos contará que le pasa — Aconsejó Remus acariciándome el pelo con lentitud.

— ¿Qué clase de pesadilla habrá tenido para que esté así? — Preguntó la señora Weasley preocupada sin esperar respuesta.


Viviendo en el mundo de Harry PotterWhere stories live. Discover now