CAPÍTULO VII: EL COMPROMISO.

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Las vacaciones de una semana que le prometió Udagawa llegaron y Mei no sabía si estaba emocionada o asustada. Ume la había llevado al muelle para dejarla en el crucero privado de los Udagawa. Creí Mei que Ume se comportaría de forma correcta y sin burlas pero se equivocó, a pesar que ya habían pasado cuatro horas de la despedida Kioshi y ella recordaban las palabras de Ume.

-Mei-chan, Kioshi-kun, os deje una caja de condones por si los ocupan. Úsenlos para mayor seguridad, los quiero.

Mei quería se llegase una enorme ola para que se la llevaran lejos, todos en el crucero y los del muelle escucharon aquello y los miraban con expresión entre burlona y llena de censura. Las madres siempre nos avergonzaran sin importar el lugar o contexto de la situación.

Estaban en la cubierta admirando el mar en un silencio entre incómodo y lleno de admiración por la naturaleza. Kioshi armado de valor tomo la mano de Mei y ella sintió vergüenza pero no la retiro, ambos sonreían como adolescentes mientras pasaban las horas antes de llegar a la isla.

Cuando arribaron un todoterreno los esperaba, Kioshi ayudo a subir a Mei al vehículo y partieron a la casa de los Udagawa; era grande como un estadio de soccer y tenía tres pisos. Mei tomo la habitación en el segundo piso y Udagawa la que estaba frente a ella. Una vez se acomodaron salieron a ver la piscina pero Mei con ganas de salir convenció al joven de ir a la playa para poder usar el mar como piscina. Kioshi acepto, una parte de él quería verla en traje de baño.

Cuando llegaron a la playa Mei simplemente se metió al mar con playera y short, Kioshi se sintió aliviado pero a la vez decepcionado. Jugaron un poco, aventándose el agua, jugaron a tratar de hacer castillos (cosa que no podían sin palas o cubetas), Mei sonreía animada, se divertía como nunca y supo Udagawa que ya sabía por qué se había enamorado de Mei, era por su hermosa risa que si bien no era común oír era hermosa. Cuando el sol comenzó a ocultarse decidieron volver, hicieron carreras e incluso bromearon con la caída de Kioshi. Llegaron a la casa y el cocinero les traía preparados unos cocteles de frutas.

-Me he divertido mucho hoy. –dijo Mei mientras terminaba de comer. -¿Mañana que sigue en el itinerario, capitán?

-Bueno, en toda isla hay un volcán y este está apagado, ¿te parecería verlo?

-Suena interesante. –dijo Mei pensativa. –Pero la verdad no tengo interés en ver uno, me da miedo. ¿Podríamos ir a la pequeña selva para ver la flora?

-De verdad te gusta ver las plantas, ¿verdad? –estaba fascinado por Mei, todo en ella le gustaba y enamoraba cada vez más.

-Me gustan mucho, sí. –reconoció sonrojada. –Encuentro hermoso esos seres vivos, ¿tú no?

-Lo hago, pero no tanto como tú, Mei. –se aclaró la garganta y se armó de valor. –Yo siempre he pensado que lo hermoso puede reconocer lo hermoso, ¿no te parece?

Mei se sonrojo tanto que Kioshi creyó que se desmayaría por la excesiva sangre reunida en su cara. Se levantó con rapidez la pelinegra y salió de la estancia sin mirar a nadie. Udagawa sonrió y se tapó la cara con las manos y sonrió.

-Lo he dicho... -murmuro animado. –Podre entonces declarármele.

Fueron al día siguiente a explorar la selva, era hermosa y algo aterradora para Mei por las arañas pero sin contarlo estaba hermoso. Kioshi no sabía mucho pero la noche anterior estuvo preguntando a los nativos de allí por la flora e incluso fauna. Estudio en todo para poder tener temas con Mei que compartir e incluso mejorar conocimientos.

Paso la semana y ambos no querían irse de vuelta a Tokio pero no podían siquiera atreverse a llamar y cancelar sus agendas, Kioshi estaba ocupado, sus negocios estaban inestables y sufrían uno que otro desperfecto. Mei comprendía las crisis económicos así que no le quedó otra más que callarse el sentimiento de decepción y tristeza por separarse de Kioshi.

DESEO DE MEDIA NOCHE (CITRUS)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon