Capítulo 14

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Su distancia

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Ahora era la tarde del martes y Jungkook me había ignorado todo el día por alguna razón. Quiero decir, en serio, ¿qué problema tiene? Sugerí sólo ser distante en la escuela. ¿Pero en casa, también? Sabía que había algo detrás de ese seguro suyo, junto con esa sonrisa falsa.

No me quiere cerca. Nunca le agradé. Todo fue para aparentar, ¿no? 

Sólo de pensarlo, me enfadé tanto como para querer golpear la pared más cercana. Pero, sinceramente, no me atrevía a creer nada. Era dulce y, sobre todo, muy cariñoso. Sabía que no iba a hacer algo así. Supongo que estaba alejándose por sus estudios. Y creo que lo entendía.

Sabiendo que no iba a hablar conmigo y ya que acababa de terminar mi segunda sesión de terapia con su madre hace una hora, agarré la moto y fui a la ciudad, con la esperanza de poder colarme en algún bar. Realmente necesitaba un trago o dos, necesitaba relajarme.

Me prometí no emborracharme demasiado, para que Haneul no se enojara conmigo y para que Jungkook no tuviera que mentir de nuevo, para salvarme de los problemas.

Encontrar un bar cercano no era tan difícil como pensé que sería. El que encontré se llamaba El Delgado. Dejé la Ducati en el estacionamiento y entré. Si tenías 17 años o más, te dejarían pasar; pero tendrías que tener 21 años y una identificación que lo confirmara, para poder beber. Con suerte, no me pedirían la identificación. 

Al entrar, vi todas las luces parpadeantes y sonreí a algunos de los chicos que me observaban, mientras balanceaba mis caderas. Las niñas bien me miraron, o miraron a sus citas y les golpeaban en la cara para que volvieran a la realidad del lugar de la tierra de los sueños; donde probablemente se imaginaban haciéndome cosas muy traviesas.

Sólo me reí y fui hacia la barra, sentándome en un taburete vacío. Ahora, esperaré para ver si algún chico atractivo viene y me ofrece una...

—¿Puedo ofrecerte un trago?

Mi sonrisa cayó y fue, inmediatamente, reemplazada por un ceño de disgusto al oír la voz profunda y ronca. 

En serio, ¿tenía que estar aquí? ¿De todas las personas? ¿Y de todos los lugares?

Suspiré. Bueno, era un chico malo, después de todo; o eso me decía a mí misma. ¿Qué chico malo no iría a un club una noche de escuela? Evidentemente, éramos muy parecidos. Salvo que yo lo odiaba y él no era capaz de dejarme en paz. 

Hice una mueca cuando se acercó demasiado. Descansó su antebrazo en el mostrador mientras me sonreía, sus ojos brillaban bajo las tenues luces de colores.

—Bueno, bueno, ¿qué tenemos aquí?

—Tenemos una chica vagamente molesta que sólo quiere que la dejen sola. A menos que alguien quiera que sus dientes sean arrancados y su máquina de hacer bebés sea cortado —respondí. Mientras ponía los ojos en blanco y giraba en el asiento para mirar el bar.

—¡Espera, espera, espera! Francamente, no me gustaría cualquiera de las opciones, sobre todo, la segunda —aseguró—. Pero, vamos, no hay necesidad de ser tan violentos. Te estoy ofreciendo una copa, al fin y al cabo.

Justo en ese momento, una chica menuda, que parecía tener unos veinte años, se acercó y me frunció el ceño.

—¿Identificación? —preguntó. Haciéndome gruñir profundamente en la garganta.

Fue entonces cuando vi a Jackson tomando su billetera y colocando dinero en el mostrador. Se inclinó para, posiblemente, echarle un mejor vistazo a la camarera.

The Bad Girl And The Good Boy• J.JKWhere stories live. Discover now